Reflexiones

Recientemente, en uno de mis viajes, mientras hojeaba la revista de la compañía aérea note que la portada hablaba sobre el significado de la luz. Dentro de la revista encontré un artículo de un astronauta que describe cómo el amanecer y la puesta del sol se ven desde la estación espacial. Ella describe: 

 “Imagínese la noche orbital: usted está mirando hacia fuera a través de la ventana, hacia un mundo oscuro, a una zona despoblada como el océano, que es la mayor parte del planeta, un vacío sin luces, ni estrellas; un agujero en el espacio. De repente ves una línea de plata clara, es la atmósfera delgada de la Tierra, seguida por el horizonte que cambia rápidamente de la tonalidad de la plata al azul, al coral naranja, al amarillo, al rojo anaranjado ardiente. Al mismo tiempo, se puede ver la estación espacial brillando con los colores reflejados como en una tostadora. Y después una gran bola de oro emerge, pintando el planeta negro con tonos blancos, verde y el azul más intenso que he visto. Para el momento en que te das cuenta, te gustaría que hubiera una manera de congelar el tiempo. Noventa minutos después todo se regresa. La terminación de línea se arrastra hacia atrás, tragando la tierra y todo su color, el orbe brillante desaparece, dejando una vez más, todo en el abismo. Ahora, cuando veo cada amanecer o puesta de sol en la tierra, siento una gran nostalgia. Pero también me consuela saber que siempre hay algo más hermoso que podemos ver. Me da esperanza. 

“Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos”.

 El Señor Jesús nos ofrece esta desafiante enseñanza en el Evangelio de Juan que nos llama a muchas cualidades que procuramos como personas de fe: sacrificio, lealtad, fidelidad…y yo agregaría, unidad. 

 Puede parecer, cuando analizamos los acontecimientos que ocurren en nuestro mundo, nuestro país e incluso en algunas de nuestras comunidades, que esa unidad es cada día más difícil de alcanzar. Vemos más conflicto, más división en la sociedad. Las diferencias de raza, género, religión, opinión política y otras distinciones se convierten en barreras para la unidad. Todas ellas influyen en la campaña para elegir a nuestro próximo presidente que, si bien está sólo en la etapa de elección primaria, ha alcanzado ya un nivel de descortesía y hostilidad sin precedentes. 

 Como personas de fe, ¿qué debemos hacer?

 El siguiente es un fragmento del discurso del Obispo Barnes durante la Reunión de Vicariatos el 11 de febrero en la Parroquia Santa Francisca Javiera Cabrini en Yucaipa.

 Y  bien, el Papa Francisco nos da el Año de la Misericordia, un año para reflexionar sobre esa parte de nuestra identidad. Un año para que analicemos la manera en que nosotros, en momentos de problemas y caos, hemos sido tocados por la Misericordia de Dios. Un año para mostrar nuestro agradecimiento por todo lo que Dios nos ha dado, especialmente durante los momentos difíciles en nuestras vidas. Lo hacemos de manera personal, pero lo hacemos también como parroquia, como escuela, como diócesis. Estamos llamados a reflexionar sobre la manera en que nosotros como comunidad hemos mostrado la Misericordia de Dios a nuestros hermanos y hermanas. ¿Cómo lo hacemos en nuestro servicio y en nuestro ministerio a los demás? 

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