Reflexiones

“Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos”.

 El Señor Jesús nos ofrece esta desafiante enseñanza en el Evangelio de Juan que nos llama a muchas cualidades que procuramos como personas de fe: sacrificio, lealtad, fidelidad…y yo agregaría, unidad. 

 Puede parecer, cuando analizamos los acontecimientos que ocurren en nuestro mundo, nuestro país e incluso en algunas de nuestras comunidades, que esa unidad es cada día más difícil de alcanzar. Vemos más conflicto, más división en la sociedad. Las diferencias de raza, género, religión, opinión política y otras distinciones se convierten en barreras para la unidad. Todas ellas influyen en la campaña para elegir a nuestro próximo presidente que, si bien está sólo en la etapa de elección primaria, ha alcanzado ya un nivel de descortesía y hostilidad sin precedentes. 

 Como personas de fe, ¿qué debemos hacer?

 El siguiente es un fragmento del discurso del Obispo Barnes durante la Reunión de Vicariatos el 11 de febrero en la Parroquia Santa Francisca Javiera Cabrini en Yucaipa.

 Y  bien, el Papa Francisco nos da el Año de la Misericordia, un año para reflexionar sobre esa parte de nuestra identidad. Un año para que analicemos la manera en que nosotros, en momentos de problemas y caos, hemos sido tocados por la Misericordia de Dios. Un año para mostrar nuestro agradecimiento por todo lo que Dios nos ha dado, especialmente durante los momentos difíciles en nuestras vidas. Lo hacemos de manera personal, pero lo hacemos también como parroquia, como escuela, como diócesis. Estamos llamados a reflexionar sobre la manera en que nosotros como comunidad hemos mostrado la Misericordia de Dios a nuestros hermanos y hermanas. ¿Cómo lo hacemos en nuestro servicio y en nuestro ministerio a los demás? 

Por Laura López

En Cuaresma experimentamos de manera muy especial el sacrificio máximo que Cristo hizo por nosotros. Lo hizo no porque tenía que hacerlo, sino por el gran Amor que nos tiene. La espiritualidad de dar no nace de un sentido de obligación, culpabilidad o abundancia financiera, sino de un corazón agradecido que reconoce el Amor y Bondad de Dios que ha ofrecido a su Único en sacrificio por nuestra salvación. Thomas Merton dijo, “La persona agradecida sabe por experiencia que Dios es infinitamente Bueno, y eso es lo que hace toda la diferencia”. Por lo tanto, si conocemos y practicamos el valor espiritual de dar, podemos hacer una diferencia en nuestra vida y en la de los demás.

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