Reflexiones

Por Laura López 

 La Corresponsabilidad con Intención y las obras de Misericordia nacen de un corazón gozoso y agradecido; dondequiera que el Espíritu obra hay gratitud, gozo y abundancia. La decisión de seguir a Jesús surge de un sentido profundo de gratitud a Dios. El Papa Francisco nos recuerda que “verdaderamente, hemos recibido mucho, tantas gracias, tantas bendiciones,” y nos invita a que oremos por la gracia de la memoria para recordar nuestro primer llamado, nuestro encuentro con Jesús, nuestro camino recorrido y para reconocer las gracias recibidas... Preguntémonos: ¿Somos capaces de enumerar las bendiciones recibidas? Un corazón agradecido busca espontáneamente servir al Señor y llevar un estilo de vida de entrega intensa. “El recuerdo de lo mucho que Dios nos ha dado nos ayuda a entender de que la renuncia a nosotros mismos para trabajar por Él y por los demás, es el camino privilegiado para responder a su gran amor” (Papa Francisco).

Por Maria Antonia Amao 


 En la tradición católica, el  Jubileo consiste en que durante 1 año se conceden indulgencias a los fieles que cumplen con ciertas disposiciones eclesiales establecidas por el Vaticano y este puede ser ordinario o extraordinario. La Iglesia Católica  tomó como influencia el jubileo hebreo. El primer año jubilar fue convocado en 1300 por el Papa Bonifacio VIII. Se estableció que los jubileos se conmemoraran cada 25 años, para que cada generación experimente al menos uno en su vida. El rito inicial del Jubileo comienza con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Esta puerta solo se abre durante un Año Santo. La apertura de la puerta significa que se abre un camino extraordinario hacia la salvación. El Papa debe tocar la puerta con un martillo 3 veces mientras dice: “Aperite mihi portas justitiae, ingressus in eas confitebor Domino”-“Abridme las puertas de la justicia; entrando por ellas confesaré al Señor”. Cuando se abren, se entona el Te Deum y el Santo Padre atravesará esta puerta junto a sus acompañantes. Este año hemos entrado al Año de la Misericordia.

Maria Antonia Amao es Coordinadora de los Vicariatos de San Bernardino y el Alto Desierto para la Oficina del Ministerio de la Catequesis

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Hermanos y Hermanas en Cristo, 

iLa Paz este con ustedes! Al leer y reflexionar sobre la vida de nuestro Señor Jesucristo en los Evangelios, es evidente que aunque el Señor atendió a muchos, hubo ciertos grupos de personas por quienes se preocupó de manera muy particular y a quienes a manudo tenia en su mente y en su corazón. Uno de estos grupos fueron los enfermos. Escuchamos esta realidad en el Evangelio de san Mateo, “Cuando Jesús desembarcó y vio aquel gran gentio, sintió compasión de ellos y sanó a los enfermos que traian”. 

 Cada uno de nosotros necesita que la fortaleza y la gracia de Dios nos acompañen en cada paso del camino de la vida. Sin embargo, como sabemos muy bien, es en esos momentos específicos y tiempos difíciles en que enfrentamos dolor y enfermedad cuando necesitamos mas de la presencia del Señor. Es a menudo en esos momentos de enfermedad que es facil para uno cuestionar su fe. Las escrituras nos recuerdan que nuestro Señor Jesús no nos abandona ni se niega a escuchar el clamor de su pueblo. Como Iglesia, estamos llamados a acompañar a nuestros hermanos y hermanas precisamente en estos mementos. 

 Me comprometo, como Pastor Principal de esta Diócesis, junto con nuestros fieles sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y líderes laicos, a atender a nuestro pueblo en momentos de enfermedad. A ninguna persona se le debe negar, nunca, el abrazo cálido y amoroso de nuestro Señor en momentos de enfermedad. Como misioneros de Jesús, es nuestra responsabilidad atender a nuestros hermanos y hermanas que sufren agonía, dificultad, y dolor. 

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