Diocesana

Por José Luis Elias,
Director de la Oficina de Educación y Formación

Servir a quienes sienten el llamado a un ministerio más específico y responder a las necesidades de las comunidades parroquiales es la meta de los dos cursos de nivel avanzado que ofrece la Oficina de Educación y Formación del Departamento Vida, Dignidad y Justicia de la Diócesis de San Bernardino. Este año ambos cursos se llevaron a cabo contando con 22 estudiantes en el curso de Cuidado Pastoral y 52 en el de Caridad y Justicia. Los cursos, de un año de duración, comenzaron en octubre con jornadas intensas de fin de semana de 8:30 AM a 4:30 PM.

Por Petra Alexander

 La pandemia ha movido la cotidianidad no sólo en la rutina diaria: nuestra vida familiar, horarios,  trabajo… también en los modos y estilos de hacer las cosas. Muchos padres de familia se quedaron sin aliento al paso de las primeras semanas sin escuela para los niños, una mamá me comentaba que sentía su vida como un circo de tres pistas, porque tenía que sacar el trabajo, supervisar las clases en linea de sus 3 hijos y… la catequesis! “Nosotros estábamos comprometidos a no perder la Misa Dominical este año de su formación, la grande para Confirmación los otros para Primera Comunión, y ahora era difícil la Misa en pantalla, en la sala familiar, con las interrupciones del vecindario, hicimos hasta lo imposible para darles nuestro ejemplo”

10 2020 Confirmation 002 Parece que el COVID quitó la antorcha de la formación de la fe a los catequistas y ministros para devolverla a los padres. Hemos escuchado que es la familia la primera educadora en la fe y son los padres los responsables de implementarla, con la pandemia, pasó de ser idea a una realidad: “Ahora tú eres Iglesia Doméstica”. Muchos padres asumieron la instrucción sacramental completando la formación. Pero esto no ha significado que los catequistas se quedaron sin trabajo. Al contrario.  Trabajaron doble haciendo un  contacto con cada familia, como pudieron, animando, motivando, sugiriendo… completaron los programas. Araceli Vázquez dio por FaceBook live sus sesiones a los papás para que completaran los conceptos básicos para sus hijos, animando a seguir uno a uno.

 Es importante valorar el trabajo que han llevado los coordinadores de Catequesis a diversos niveles. Para darnos una idea, Juan Arreola, DRE de la parroquia Sagrado Corazón, en Palm Desert nos cuenta cómo antes de la pandemia, la parroquia planeaba en 6 fechas las celebraciones de los sacramentos de Iniciación: un día para confesiones, otro para Primeras Comuniones, dos para Confirmaciones y dos más para RICA. En cuanto se pudieron abrir las iglesias, se replanteó todo y se necesitaron 33 fechas.  El primer contacto de las familias fueron las confesiones, y muchos papás expresaron la buena impresión que tuvieron por el orden y cuidado, ya que observaron un cumplimiento muy estricto de las medidas de seguridad para el bien de todos. Nuevamente se necesitaron muchas horas para comunicar a cada familia el plan de Misas en pequeños grupos, y así pudo cerrar con 210 personas que recibieron la Primera Comunión, 105 Confirmaciones y 28 Catecúmenos, celebradas en espacio abierto, y guardando distancias. Juan Arreola asegura que sostener todas las celebraciones ha sido pesado: “En Palm Desert, de los casi 400 inscritos en la catequesis sólo faltaron 20 por diversas situaciones particulares, pero en sí, cerramos el ciclo y nos disponemos a comenzar otro nuevo”.  Al interior de la vida pastoral, debemos reconocer que nuestros obispos sacerdotes y diáconos han trabajado muchísimo en ofrecer a la comunidad las celebraciones de iniciación guardando la solemnidad posible, y que nuestros catequistas son parte de los trabajadores esenciales.

 Rompimos la tradición de celebrar entre Mayo y Junio, los Sacramentos de Iniciación en misas muy concurridas, continuadas en los hogares con una fiesta, y tuvimos la inesperada experiencia con la fuerza del verano, escasa concurrencia y el vacío fiestero sin su tradicional comida y reunión… nuestros niños pronunciaron su primer “Amén” al recibir el Cuerpo de Cristo, con cuidado y cubriéndose enseguida; nuestros padrinos acompañaron a los adolescentes con distancia a recibir la santa unción y los catecúmenos recibieron el bautismo sin sumergirse en las aguas, pero plenos en la fe de iniciar la vida que no se acaba.  Este año, la experiencia de sacramentos de iniciación ha disipado el temor que había en muchos de que “se cerraba la Iglesia” para entender, que la Iglesia nos cuida y nos acompaña con cuidado maternal.

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