Diocesana

Por Petra Alexander


SAN BERNARDINO—La comunidad de inmigrantes nicaragüenses celebraron por tercer año la fiesta nacional en honor a la Inmaculada Concepción de María. La Catedral de nuestra Diócesis, recibió en un día lluvioso a los participantes. El Obispo Gerardo Barnes presidió la  Eucaristía e inició el saludo con el tradicional  diálogo que todos los nicaragüenses identifican: _¿Quién Causa tanta alegría? _¡La Concepción de María!  Fue la entusiasta respuesta.  El Padre Eliezer López comentó el mensaje de las Sagradas Escrituras mencionando la difícil realidad que atraviesa ese amado país, la represión de jóvenes y las muchas lágrimas que ha costado al pueblo este momento histórico. Animó a toda la asamblea a mirar más que nunca a la pureza de nuestra Madre como el triunfo del Bien que se levanta sobre tantos efectos del pecado. El Obispo Barnes pidió a la asamblea pedir a la Inmaculada por los Estados Unidos, que ella, como Patrona de este país mantenga los valores fundacionales de hospitalidad y respeto. Para los nicaragüenses, la expresión “Causa de nuestra alegría” que repetimos en las letanías a Nuestra Señora, se ha vuelto esencial, y parece difícil expresarla cuando se vive con sufrimiento. Pero la alegría es irrenunciable al cristiano, y aunque sobreabunden las penalidades, María siempre brillará con sus razones para alegrarse y para esperar.
Petra Alexander es la Directora de la Oficina de Asuntos Hispanos de la Diócesis de San Bernardino.

Por Petra Alexander


 La Oficina de Justicia Restaurativa convocó a la Primera Misa para las Familias que tienen seres queridos en prisión el pasado 15 de noviembre en la Parroquia de Santa María en Fontana. Llegaron familias de diversas parroquias, algunos con un hijo/a, un hermano, esposo… El Padre Albert Utzing  SSC dio una bienvenida muy fraternal nos invitó a todos a reflexionar cómo en la iglesia primitiva muchos cristianos estaban prisioneros a causa de su fe. Las familias tenían tristeza, pero también se enorgullecían con aquel testimonio. Orar por los prisioneros, visitarles y mantener con ellos la comunión como  Cuerpo de Cristo fue muy común. Actualmente son diferentes las razones por las que personas van a la cárcel, y sus familias tienen sentimientos complicados: sorpresa, vergüenza, o enojo... Viene la tentación de no querer saber, y muchos les abandonan. Pero esto es más difícil para el prisionero. Si nosotros como familia, olvidamos a nuestros familiares, nadie más se hará cargo. No podemos interpretar su estadía en prisión como una desgracia, sino que debemos pensar en tantos ejemplos de nuestra Historia de Salvación en que Dios se vale de estas situaciones difíciles y después viene algo mejor. Anna Hamilton, directora asociada de la oficina diocesana animó a todos los participantes a formar parte de un grupo de apoyo, y tuvimos varios testimonios de personas que se han sentido muy ayudadas al encontrarse con otras familias en la fe con las que pueden compartir. Para más información sobre un grupo de apoyo puede llamar al (909) 475 5474 para recibir información. Esperamos que la atención a las familias con seres queridos en prisión siga ayudando a restaurar personas y relaciones.

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