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Hermanos y Hermanas en Cristo,

Es con gran gozo que comparto con ustedes mi decisión de permitir que nuestras iglesias vuelvan a celebrar públicamente la Eucaristía comenzando el 13 de junio.  Yo sé que ha sido muy doloroso para nuestras comunidades de fe no poder reunirse para participar en el Sacramento de la Santa Eucaristía.  Les agradezco su paciencia.  En los días venideros se les proporcionará a nuestras parroquias medidas de precaución claras que tendrán que implementar para proteger la salud y la seguridad, antes de que puedan recomenzar las Misas públicas.  El Estado de California también ha publicado directivas bajo las cuales puede volver a haber servicios religiosos y nosotros respetaremos esas directivas.  Al volver a reunirnos nuestra experiencia de la Misa no será como lo fue antes de la pandemia de COVID-19.  Nos reuniremos en números reducidos; seguiremos practicando el distanciamiento social; y algunas partes de la liturgia se adaptarán para proteger la salud pública.  Aquellos con condiciones médicas preexistentes, y aquellos que tienen 65 años de edad o más y que no están listos para reunirse con nosotros en este tiempo se les recomienda que se queden en casa y se unan a sus parroquias a través de la transmisión en vivo de la celebración de la Misa.  En este espíritu, mantendré la dispensación de la obligación de asistir a Misa semanalmente en nuestra Diócesis. 

Recibamos esta oportunidad de volver a estar juntos con paciencia y gratitud a Dios, que ha continuado a caminar con nosotros en este tiempo de incertidumbre y miedo.  Continuemos apoyándonos unos a otros y orando unos por otros, especialmente por aquellos que han contraído el coronavirus y aquellos que cuidan de ellos.  Que Dios los bendiga.

En Cristo,

Monseñor Reverendísimo Gerald R. Barnes

¿Cuales son sus pensamientos esta semana en la que se prepara para celebrar su 23 aniversario como sacerdote?

Lo primero es un fuerte sentido de gratitud. Nunca sentí que merecía ser sacerdote. Es una gracia de Dios. Cada año que pasa es una oportunidad para decir “gracias.” Como dice la canción, “El Señor ha brillado sobre mí.” Sólo le pido a Dios que me de la fuerza para servirle y seguir adelante con mi ministerio.

¿Qué recuerda usted sobre ese día? ¿Hubo alguna parte de su Misa de Ordenación que fue especialmente impactante para usted?

Recuerdo que había mucha actividad y me sentía nervioso, claro. Cuando fui ordenado algunos de mis hermanos y hermanas y mi Madre pudieron estar presentes. Esto fue un gozo. Había un sentido de gratitud y realización que finalmente iba a poder hacer lo que había querido hacer por tanto tiempo.

Una cosa muy impactante para mí durante mi Misa de Ordenación fue cuando nos postramos en el piso durante la Letanía de los Santos. Era como si dijera, ‘aquí estoy Señor. Por tu gracia y tu poder, me has formado del polvo a esto.” Era una entrega total.

¿Puede recordar algo que alguien le dijo ese día que a usted le conmovió?

Me conmovieron todas las personas que se me acercaron y me dijeron, “puede darme su bendición.” Me tomaban de las manos y las besaban. Muchos amigos y familiares que me conocían- muchos se me acercaban y me decían, ‘gracias por decir, sí.’

¿Cuántos años tenía cuando primero empezó a soñar del día en que sería ordenado un sacerdote?

Tenía unos 12 o 13 años cuando primero pensé en ser sacerdote. Un grupo de seminaristas vinieron a mi parroquia y ofrecieron un retiro. Fueron dos semanas bellas de eventos organizados. Fue muy conmovedor. Yo pensé, ‘Me gustaría ser uno de ellos.’ Cuando entré en el seminario, no entendía todo lo que significaba ser un sacerdote. Fui comprendiéndolo poco a poco. No sabía si iba a llegar al final, a la Ordenación. Algo cambió, y cuando llegué a Chicago había madurado y entendía mejor lo que significaba ser sacerdote. Me estaba comprometiendo.

¿Qué tan importante es que el sacerdote tenga el apoyo y la celebración de la comunidad en la ocasión de su Ordenación y en los siguientes aniversarios?

Te levanta el espíritu saber que no todo depende de tí, uno es un representante. Me recuerda que necesito esas oraciones y ese apoyo para mantenerme firme. Las personas sí se preocupan por sus sacerdotes. Nos valoran por quienes somos y por el sacrificio que hemos hecho para ser esa fuente de apoyo espiritual para la comunidad. Hace que mi sacerdocio tenga mayor significado.

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