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Improvisar, adaptar y superar.

Las parroquias a través de la Diócesis han seguido el dicho de la Infantería de Marina mientras enfrentan la pandemia del COVID-19 y siguen adelante con Misas al aire libre que permiten que los niños experimenten el momento inolvidable de su Primera Comunión.

“Será un día memorable para ustedes recordar que no solo fueron el primer grupo del 2020 en recibir la Primera Comunión en Santa Marta sino los primeros en recibir la Primera Comunión al aire libre,'' dijo el Padre Carlos Martinez al grupo pequeño reunido en el estacionamiento de la parroquia.

Como es el caso con las Misas regulares y otras liturgias Sacramentales como la Confirmación, el Bautismo y las Bodas, las Misas de Primera Comunión actualmente se están celebrando al aire libre. La asistencia es limitada a 100 personas, se observan los seis pies de distanciamiento social, y todos usan mascarillas faciales.  También, bajo las Directrices Diocesanas, los que reciben la Primera Comunión reciben el Cuerpo de Cristo, pero no la Sangre de Cristo.  La copa no se debe ofrecer en este momento en ninguna de las Misas de la Diócesis.

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Muchas familias están aplaudiendo la persistencia de sus parroquias en ofrecer el Sacramento en medio de la pandemia.

“Que mi niño reciba la Primera Comunión durante la pandemia significa que ni la pandemia puede parar la gracia de Dios,” dijo Nereida Orozco Beltran de la Parroquia Santa Francisa de Roma en Wildomar.  También es un recordatorio que siempre deberíamos mantenernos cerca de Dios incluso durante tiempos inciertos.”

Beltran dijo que su hijo, Ivan, estaba tan nervioso días antes de la Misa que practicó como iba a extender sus manos para recibir el Cuerpo de Cristo y decir ‘Amen.’

“Oh, cómo me gustaría que estuvieras tan emocionado al practicar tu fe por el resto de tu vida,” escribió ella en una publicación en las redes sociales.

Santo Tomás el Apóstol celebró sus Misas de Primera Comunión en cuatro sábados consecutivos comenzando el 8 de agosto.

“También estamos agradecidos de que nuestra parroquia continúa siendo un lugar de nutrición espiritual para todos, especialmente para nuestros niños'', escribió el Padre Resti Galang, M.S.P., administrador de la parroquia.  “¡Les deseamos que crezcan en fe y en el amor de Jesús!”

Otras parroquias han elegido celebrar sus Misas de Primera Comunión a través de varios meses, incluyendo la Parroquia de Santiago el Menor en Perris, en donde 325 niños recibirán su Primera Comunión durante 13 Misas hasta noviembre.  La parroquia de Santa Catalina de Siena en Rialto proveerá el Sacramento al mismo número de niños en 26 Misas hasta septiembre.  La Parroquia de San Francisco de Asís en La Quinta ha escogido ofrecer la Primera Comunión en las Misas Dominicales al aire libre, proveyendo el Sacramento a 150 niños.

Unas cuantas parroquias pudieron celebrar sus Misas de Primera Comunión antes de mediados de julio cuando la Orden Estatal prohibió las celebraciones religiosas bajo techo en los condados con altos números de casos de COVID-19.  Tanto los condados de San Bernardino como los de Riverside fueron incluidos.  Las parroquias de San Pedro y San Pablo en Alta Loma, San Felipe Neri, Lenwood y el Sagrado Corazón en Riverside celebraron Misas de Primera Comunión bajo techo a finales de junio y principios de julio.

“Ella estuvo tan feliz al poder finalmente hacerlo,” dijo la parroquiana del Sagrado Corazón Lily Valdez de su ahijada (y sobrina), Sophia, quien recibió su Primera Comunión el 13 de julio.  “Era un sueño que ella tenía.  Ella está bendecida.  El tiempo de Dios siempre es perfecto.”

Mientras que muchas familias estuvieron felices que sus parroquias hicieron cambios para poder ofrecer las Misas de Primera Comunión durante la pandemia, algunos han elegido posponer la participación de sus hijos hasta que las restricciones sean levantadas.  Esto incluye 32 familias en la parroquia de San Antonio en Upland, 45 familias en la parroquia de Santa Catalina de Alejandría en Riverside y 17 familias en la parroquia de San Luis en Cathedral City.

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por Petra Alexander
 
En California podemos decir que estamos entre fuegos cruzados. El ciclo atmosférico  que se ha hecho entre el aumento de temperaturas, la presión atmosférica, las nubes y los vientos ha provocado tormentas eléctricas con truenos y rayos que incendian los bosques. El gobernador Gavin Newsom nos ha informado en esta semana que tan solo los fuegos mayores son 26. Nuestro condado de Riverside está en la lista de emergencias. El Valle de la Muerte reportó una temperatura record de 134 grados y tenemos testimonios de personas que vieron llover fuego del cielo, un pequeño tornado o remolino entre rayos, fuego y fuerte viento. Por supuesto que asociamos estas imágenes con las profecías del fin del mundo, y aunque Jesús nos advirtió que no sabemos ni el día ni la hora, todo estamos tensos con este coctel al que se le suma el COVID.
El Papa Francisco nos urgió a escuchar el grito de nuestro planeta en su conjunto, como una criatura sufriente que padece las consecuencias del abuso de sus recursos. Todavía faltan tantos católicos que se sumen a una lectura reflexiva de la encíclica Laudato Si, y hacer a un lado prejuicios de que este mensaje es para la ecología y poco tiene que ver con la fe. Pero sólo los ojos de la fe nos hacen ver el mundo interconectado. El creyente profundo encuentra la huella de Dios en toda su obra, y la invitación profunda a la paz nace de la serena contemplación de la armonía de la naturaleza. El creyente sincero no aparta sus elecciones libres, sus responsabilidades de los principios y verdades que cree. “Miren atentamente cómo viven, no vivan como imprudentes, sino como prudentes.” (Ef 5, 15) Somos seres dotados de razón y libre albedrío, en este desastre de la naturaleza, tenemos como humanidad mucho que ver y no lo queremos aceptar.
Vivimos una experiencia colectiva de amenaza a la vida. El virus, el clima enloquecido, nos provocan vulnerabilidad y frustración.  Los centros de salud mental insisten en el alza de sus estadísticas de manera semejante a los récords de la pandemia. La agencia Call OHA del Departamento del Trabajo identifica el “estrés del calor” como otra de las “Enfermedades del calor”. Este calor que nos irrita, que aumenta palpitaciones y baja la velocidad de nuestro pensamiento…  Identifiquemos los síntomas personales y globales que nos avisan sobre el peligro que corre la vida, la vida toda, la humana, la animal, la vegetal, la mineral…  no para subir el estrés, sino para motivar nuestra voluntad a hacer algo.  Cuenta todo: el árbol que plantas, el plástico que reciclas, la energía que ahorras, el gobernante que eliges.  Nuestra alerta estatal debe unirse con una alerta espiritual. El llamado de las autoridades civiles a colaborar guardando las medidas aunque nos cuesten. Guardarnos doblemente, porque el aire está muy contaminado, porque hay virus, porque hay peligro… y guardarnos internamente de sentimiento apocalípticos que aumentan la desesperación. “La tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán…” Laudato Sí No. 159   Tomemos en serio el desastre natural, no como una desgracia aislado. Laudato Si nos dice: “El deterioro ético y cultural acompañan al deterioro ecológico” (No. 162) y nos da una lista para nuestro examen de conciencia sobre el consumo innecesario, egoísta de las relaciones humanas mal planteadas. El consumo de los padres por satisfacer las demandas inmediatistas y excesivas de los hijos, nuestra incapacidad de pensar seriamente en las futuras generaciones…     Que estos días de encierro, sean favorables para imaginar el futuro próximo, pero también para imaginar la solidaridad necesaria para transformar este presente.
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