Hace unas semanas, la Temporada de Cuaresma comenzó para muchos de nosotros cuando regresamos a nuestras iglesias una vez más. Con esta observancia, muchos pueden traer sus tradiciones culturales y familiares a la temporada. Dentro de estos 40 días estamos reflexionando y caminando unos con otros mientras contemplamos el tiempo de Jesús en el desierto, su pasión y muerte. La Cuaresma comenzó con el Miércoles de Ceniza, pero los ritos introductorios de este año fueron diferentes porque solo unos pocos pudieron participar como comunidad en las actividades parroquiales debido a las restricciones de COVID-19. Sólo un número limitado de personas fueron permitidas dentro de nuestras parroquias. Muchos tuvieron que comenzar sus trayectos cuaresmales en casa. Sin embargo, esto no impidió que muchos de los fieles recordaran la importancia de la Cuaresma en la vida familiar, sus comunidades, y nuestra Iglesia. Se nos recuerda que la Cuaresma es un tiempo para el sacrificio, un tiempo para arrepentirse y creer en el Evangelio, una época en la que se nos recuerda una vez más que somos polvo y que nuestros cuerpos humanos volverán a la tierra. Se nos recuerda que nuestra alma tiene un llamado especial. Cuando Jesús fue llevado al desierto, ayunó durante 40 días y 40 noches (Mateo 4:1) con el fin de prepararlo para el cumplimiento de la promesa de salvación de Dios. Cuando Jesús llevó a Pedro, Santiago y a Juan a una montaña alta, Él se transfiguró (Mateo 17:1) manifestando la aprobación de Dios de este Cordero. Jesús mostró a sus discípulos que estaban llamados a un propósito superior. La Cuaresma es un recordatorio de que nuestro recorrido en la tierra debe tener un propósito superior y que necesitamos permitir que Dios transforme nuestras vidas aquí en la tierra, para que podamos compartir con Él eternamente. Durante los tiempos difíciles y restringidos de esta Cuaresma, nos vemos obligados a encontrar formas creativas de vivir fielmente y reconocer que Dios está entre nosotros incluso a través de estas aguas inciertas e inexploradas en las que nos encontramos. En nuestras familias y comunidades, estamos llamados a encontrar nuevas maneras de buscar a Dios y estar en comunión con nuestra Iglesia. A través de los dones de varios tipos de avances tecnológicos, las familias y las comunidades tienen la oportunidad de rezar El Rosario, asistir a la Misa, compartir la fe, abrir la palabra de Dios, y conectar con los seres queridos incluso cuando no podemos estar físicamente presentes con ellos en este momento. Este no ha sido un trayecto fácil para muchos. La pérdida de trabajos, ingresos disminuidos, aislamiento, problemas de cuidado, el desafío de satisfacer las necesidades básicas para sostener la vida, y las preocupaciones por evitar la infección por el virus que ha causado estragos globales para todos nosotros han presentado desafíos sin precedentes. Es durante estos tiempos que debemos encontrar maneras de mantener nuestra fe alimentando virtudes como la paciencia, comprensión, y reconciliación. También se nos recuerda la necesidad de orar, ayuno y limosna. Durante este tiempo de Cuaresma, recordemos este tiempo del desierto particular en el que nos encontramos y recordemos las palabras del Papa Francisco: “Durante la temporada de Cuaresma, el Espíritu Santo nos impulsa, también, como a Jesús en el desierto” (Marcos 1:12-15). Nuestro Obispo Alberto Rojas también nos recuerda en sus reflexiones cuaresmales “ Reflexionen y miren en sus corazones y den tiempo para arrepentirse y cambiar.” Este es un tiempo para la búsqueda del alma y el cambio de vida. Personalmente estamos llamados a continuar buscando más profundamente en nuestros corazones y a examinar aquellas actitudes o hábitos que necesitan ser cambiados. En nuestra familia, ¿qué hábitos podemos cambiar o mejorar para que podamos ser mejores centros para compartir la fe y vivir el Evangelio? ¿Cómo podemos colaborar con los esfuerzos de la comunidad para alimentar a los hambrientos, consolar a los enfermos, llegar a los marginados, transformando así nuestra sociedad con estas contribuciones para Cristo? Durante esta Cuaresma nos encontramos en tiempos inciertos y cada uno en el desierto particular al que hemos sido conducidos. Miremos a Jesús que nos dio los ejemplos de perseverancia, paciencia, amor y paciencia. Busquemos reconciliarnos con Dios, la familia y la comunidad. Oremos por nosotros mismos y el uno por el otro mientras caminamos juntos en este camino incierto. ¡AMEN!
Teresa Rocha es la Coordinadora del Vicariato del Alto Desierto y el Vicariato de San Bernardino para la Oficina del Ministerio Catequético.