por Petra Alexander
Teresa de Jesús fue la primera mujer en recibir toga y birrete en la Iglesia Católica. Hasta el 27 de Sep de 1970 sólo eran considerados “padres” o doctores, varones cuyas enseñanzas enriquecían la fe católica, ese día se escuchó al Papa Pablo VI: “Declaramos a Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia Universal.” Se cumplen 50 años de que nuevamente la vida y enseñanzas fueron re tamizadas, y se encontraron llenas de ejemplaridad. ¿Qué es lo que se consideró su principal valor?
Su vida misma, sincera, rica en matices humanos y femeninos, desafiada al verdadero seguimiento de Cristo. Su amor a la Iglesia, la pasión con la que se entregó a reformar a su orden. Su virtud para enfrentar todo tipo de contradicciones y, su genuina experiencia de amistad con Dios. Teresa fue alma de oración, pero no sólo se quedó con su experiencia, tuvo el don de comunicarla, ha enseñado a muchos a orar y por eso la Iglesia la llama: “Maestra de Oración”.
El título de Doctorado está asociado a la academia. Pero Teresa no tuvo educación formal. Cuando se piensa en las mujeres del siglo XVI, la mayoría de mujeres no sabían leer ni a escribir, su horizonte era atender a sus familias siempre subordinadas a los hombres. Teresa sabía leer desde niña porque su padre le enseñó para distraer a su madre enferma, después un tío convaleciente le pide que le lea y jugar ajedrez, y entró en contacto con el silencio, la reflexión y los temas espirituales. Ciertas lecturas marcaron su vida, como San Agustín, San Jerónimo… y el rezo en las Horas, la puso en conocimiento de la Palabra de Dios. Fue aficionada a los buenos predicadores, buscó asesoramiento espiritual con “buenos letrados”. Hasta que llegan las pruebas de la Inquisición, y le quitan todos los libros y escucha al Señor: _Yo seré tu Libro Vivo. Y sí. Su comunicación fue constante con ese “Libro Vivo” (Vida 26,5) y de ese manantial surgieron sus consejos a las hermanas, sus reflexiones, oraciones, poesías y cartas.
El V Encuentro nos ha señalado la necesidad de trabajo pastoral encaminado a la mujer latina. Las Memorias y Conclusiones en el área ministerial 17, (Pág 123) nos señalan que la mujer latina sea inmigrante o hija de inmigrantes tiene muchas deseos y aspiraciones de crecer y superarse. Crece el número de latinas preparadas, y admitimos que hay una crisis de identidad en el feminismo de la mujer latina. Estamos lejos de ofrecer el acompañamiento pastoral que la mujer hispana necesita en la Iglesia y de formar teológica y pastoralmente a más latinas para servir en la Iglesia. Un gran trabajo por delante es abrir un proceso para que mujeres latinas se encuentren y sepan que la iglesia necesita de sus dones, particularmente los de reconciliación y sanación que ellas saben dar.
Qué buen modelo tenemos esta mujer, en tiempos de crisis y escases. Teresa de Jesús meditó los encuentros de Jesús con diversas mujeres que tiene el evangelio y motivó a otras mujeres a hacerlo. Siempre delante de un Jesús humano, ella ocupaba el lugar de la mujer encorvada, de la samaritana, de la pecadora que ungió sus pies, Martha y María… y le hablaba de cómo se sentía: Basta ser mujer para caérseme las alas, más si es ruin y sin poder como yo... (Vida 8,7) Y le dije al Señor: Qué podría hacer yo, mujer con muchas flaquezas y atada por todas partes… (Vida 33,1) Bien veo Señor que nunca despreciaste a las mujeres, antes bien siempre la favoreciste y tuviste con ellas mucha compasión… (Cam de Perf 3,7) Esta cercanía con Cristo le confirmó su lugar en la transformación de la Iglesia: “Me determiné a hacer lo poquito que yo podía (Cam Per 1,2 ) “ya que no podemos predicar; prediquemos con obras, (CP 11,3). Todos vieron en Teresa a una mujer crecida en valentía y fortaleza, que disculpándose de su escasa educación, entintó su pluma para abogar por un cambio, para dirigirse a las autoridades de la Iglesia y al mismo rey de España.
El nuncio Felipe Sega la llamó: “Fémina Inquieta y Andariega”… calificativos que sus enemigos usaron para criticarla y provocar dudas sobre su feminismo, a otros les dio la pauta para señalarla como un modelo de mujer buscadora y ejemplo de transformación. La valentía de Teresa debe animarnos a las mujeres hispanas en estos momentos esenciales tanto para la vida familiar como social. Tomemos la mano de la Andariega de Dios, que cerró su vida diciendo: “Ya es tiempo de caminar, muero Hija de la Iglesia”.