Es bonito poder admirar la belleza de las flores, pero nuestra ecología nos enseña que la basura maloliente juega un papel importante en esa belleza.
Esta fue la lección que el Padre Albert Utzig, SSC, impartió a los parroquianos de Santa María en Fontana en honor del Día de la Tierra el mes pasado. El Padre Utzig invitó a los parroquianos de Santa María a traer los residuos de su cocina para usarlos como compostaje para fertilizar el macizo de flores en frente du su iglesia.
“Las personas están trayendo dos o tres bolsas al día,” dijo el Padre Utzig.
Él y su personal parroquial construyeron una caja para el compostaje del tamaño de 8 por 3 pies donde los residuos de la cocina se cocinan para hacer fertilizante. Los niños y jóvenes están tomando el liderazgo en este proyecto de compostaje, motivando a los parroquianos a que traigan su compostaje e invitando a otros a plantar las semillas de las flores en la tierra fertilizada.
“Los jóvenes están interesados,” dijo el Padre Utzig. Ellos están haciendo el trabajo.”
A principios de abril David Guzmán, un parroquiano de 17 años en Santa María, y sus amigos repartieron vasos con tierra fertilizada y semillas de flores a los parroquianos al salir de la Misa. Más tarde el mismo mes, usaron más de la tierra fertilizada para plantar las semillas de los girasoles grandes que se han vuelto una tradición en la parroquia.
Guzmán nota que el desarrollo de bodegas sigue invadiendo el ambiente natural alrededor de la parroquia y por lo tanto a él le gusta el compostaje y el jardín como una manera de preservar la naturaleza.
“Es bonito que las personas vean la vida,” dice él. “Como la podemos tener aquí si queremos. Puedes plantar una flor, es así de sencillo.”
“Dios creó Adán de la tierra,” dice él. “Todos los seres en la creación son nuestros hermanos y hermanas. Ellos vienen de la misma tierra que nosotros-incluso el fertilizante.”