El Primero de Mayo, fecha que conmemora las batallas enfrentadas y los logros realizados por los trabajadores y el movimiento laboral, fue observado por la Oficina Diocesana de Asuntos Hispanos y la Oficina Diocesana de Servicios Comunitarios y Programas de Alcance. Las dos oficinas se unieron a los trabajadores alrededor de los condados de San Bernardino y Riverside para una marcha en la ciudad de Fontana, pidiendo reconocimiento de las contribuciones que los trabajadores migrantes aportan a la economía. También expresaron la necesidad de equidad laboral y mejores medidas de seguridad.
“Muchos jóvenes cargaban pancartas, preocupados por el futuro del trabajo, sobre encontrar fuentes de trabajo que respetan los derechos de los trabajadores y también protegen el medio ambiente,” dijo Petra Alexander, Directora de la Oficina Diocesana de Asuntos Hispanos. “El Papa Francisco nos ha dicho que los jóvenes están muy preocupados por la inestabilidad del trabajo que se ofrece, y se refiere a contratos cortos que no les permite planear sus vidas, ingresos bajos y la aceleración del mercado que hace la relación con el trabajo abrumador en la prisa por completarlo además de la contaminación y el daño al medio ambiente.”
El Primero de Mayo también conocido como el Dia Internacional de los Trabajadores tiene como meta celebrar a los trabajadores alrededor del mundo. Los activistas que participaron en la marcha del Primero de Mayo en Fontana buscaban llamar la atención a las realidades que enfrentan los trabajadores de los condados de San Bernardino y Riverside, incluyendo los derechos para los trabajadores de bodegas ya que más y más bodegas se están construyendo en el área. Los activistas también piden derechos para los inmigrantes, reforma del sistema de justicia criminal y derechos para los vendedores para que puedan vender sus productos, un problema que prevalece en la Ciudad de Fontana.
“Mi parte favorita de la caminata fueron los discursos,” dijo Teresa Rocha, Directora de la Oficina de Servicios Comunitarios y Programas de Alcance. “Fueron inspiradores para la causa, abogando a los niveles locales, estatales y nacionales. Otra parte favorita fue conectar con las personas y motivarlas a seguir abogando por las necesidades del trabajador porque cada trabajador es un hijo de Dios.”
Rocha sintió que participar en la marcha fue manera de honrar uno de los siete temas de la Enseñanza Social Católica, “La Dignidad del Trabajo y el Derecho de los Trabajadores.” Este tema dice que “El trabajo es más que una manera de ganarse la vida; es una forma de seguir participando en la creación de Dios. Si la dignidad del trabajo se va a proteger, entonces los derechos básicos de los trabajadores tienen que respetarse—el derecho al trabajo productivo, a los sueldos decentes y justos, a la organización y unirse a las uniones, a la propiedad privada, y a la iniciativa económica.”
“Muchas de las organizaciones que apoyan este día trabajan incansablemente todo el año promoviendo y abogando por los derechos de cada trabajador especialmente aquellos en las márgenes, los indocumentados, los campesinos, los que trabajan en servicios de cuidado de casa y otros,” dijo Rocha. “Nos unimos porque como cristianos estamos llamados a estar al lado de los pobres y vulnerables.”
Petra Alexander, Directora de la Oficina Diocesana de Asuntos Hispanos, participó en la marcha del Primero de Mayo y notó que la marcha contó con bastante presencia femenina y juvenil.
“Las mujeres trabajadoras se reportan expuestas a frecuentes abusos, ya sea en los servicios o en trabajos particulares como el caso de las mujeres que limpian casas o cuidan a otros en su domicilio,” dijo Alexander.
En la caminata Alexander habló con dos mujeres, Beira Orellana y Lucía Aguilar, ambas son parroquianas de Nuestra Señora del Rosario. Son dos trabajadoras que están seguras de la necesidad de dar la cara y salir a decir que las mujeres deben ser retribuidas con justicia, que no se les arrebaten sus derechos laborales.
Lucía tiene más tiempo en la organización CHIRLA, la Coalición para los Derechos Humanos de los Inmigrantes y se lamenta de que hay mujeres que muy tarde llegan a pedir ayuda, a veces padecen humillaciones, riesgos, acoso, y falta del pago convenido.
Mireya Suárez, la organizadora de San Bernardino asegura: “Si las mujeres tuvieran el apoyo de un grupo, se sentirían fuertes, organizarían alguna propuesta, se darían ánimos entre ellas, porque para eso estamos unidas, para darnos el valor de creer en nuestra dignidad.”