Los sacerdotes de la diócesis nos acompañan en los momentos más importantes y felices de nuestras vidas ―celebran nuestras bodas, bautizan a nuestros bebés, administran los sacramentos a nuestros niños. También nos acompañan en los momentos más difíciles, como cuando nosotros o nuestros seres queridos estamos enfermos o moribundos. Es ahí donde se hace presente el importante ministerio de los capellanes de hospitales.
Para los doce, más o menos, sacerdotes que sirven en nuestros hospitales locales, su ministerio con los enfermos y moribundos, como capellán de hospital, es la forma en que comparten el amor de Cristo con la gente.
“El servicio de capellán es un ministerio de compasión, amor, misericordia y reintegración. Es el ministerio de Jesucristo”, dijo el padre Geoffrey Eboh, capellán de Riverside University Health System en Moreno Valley. “Es un ministerio de auxilio cuando no podemos curar, ya que nuestra esperanza, confianza y seguridad está en Jesucristo que es el perfecto sanador que también usa las manos del personal médico y de los cuidadores”.
El padre Eboh tiene casi 25 años de ordenado y ha sido capellán por más de seis años en varios hospitales de la diócesis. Está en el hospital cuatro días a la semana de 10:30 a. m. a 3:30 p. m. y sigue de guardia 24 horas después de salir del hospital. Hace recorridos para visitar a todos los pacientes católicos que están hospitalizados, y a los pacientes no católicos que piden verlo; administra los sacramentos (Unción de Enfermos, Confesión y Eucaristía) a los católicos que lo solicitan o simplemente los acompaña para dar consejos, contestar preguntas sobre la fe, rezar o simplemente escucharlos. Los fines de semana ayuda en las parroquias cercanas con misas de fin de semana si se lo solicitan y si le es posible.
El padre Eboh dice que, en su ministerio como capellán de hospital, a menudo ve que algunas personas se reintegran a la Iglesia, “especialmente aquellos que perdieron el interés y el contacto con Dios, la Iglesia y los sacramentos”.
El ministerio, sin embargo, tiene sus dificultades. “Todos los días enfrentas situaciones difíciles, complicadas y emotivas: niños que mueren ante tus ojos, la impotencia y el llanto incontrolable de los padres, algunos pacientes que sufren de un cáncer mortal”, dijo el padre Ebo.
“Requiere dedicación y disposición para servir a los demás, privándote de un poco de sueño... te llamarán en cualquier momento del día o de la noche. Es difícil, pero alguien tiene que hacerse cargo”, agregó él.
El padre Eboh dijo que haber sido capellán durante la pandemia de COVID-19 fue una de las experiencias más “devastadoras” de su vida. “Ver que a cada segundo un cuerpo era colocado en una bolsa y trasladado a la morgue. En verdad fue horrible y emotivo... Realmente me agotó emocionalmente”, dijo él.
A pesar de las dificultades, el padre Eboh ve este ministerio como un apostolado imprescindible que brinda consuelo y sanación a aquellos que a menudo pasan por su momento más sombrío. Si bien su rutina diaria puede parecer diferente a la de los sacerdotes asignados a las parroquias o a varios otros ministerios, para el padre son fundamentalmente similares dado que, para ambos, el objetivo principal es salvar almas y acercarlas a Cristo.
El Fondo de Desarrollo Diocesano proporciona fondos para varios importantes ministerios, entre ellos los capellanes de hospitales. Los invitamos a que contribuyan al DDF hoy para que continúen estos ministerios. Visiten https://osvhub.com/ddf/giving/funds.