Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
Paz y bienestar para ustedes y sus familias. Mientras comenzamos nuestro camino cuaresmal, en que reconocemos nuestro pecado y nos unimos al sufrimiento de nuestro Señor en la cruz, quiero compartir una actualización de nuestros esfuerzos continuos para traer sanación y reconciliación a las víctimas de abuso sexual por parte del clero.
Muchos saben que la ley estatal cambió en 2019 para abrir una temporada de tres años en que los que fueron abusados por clérigos podrían buscar compensación de la Iglesia en las cortes civiles. Este periodo de tres años se cerró el 31 de diciembre del año pasado y, a partir del momento de este escrito, nuestra Diócesis ha sido nombrada en más de 130 demandas individuales. Una gran mayoría de estas demandas se tratan de abusos que habrían ocurrido hace más de 30 años. Podemos darle gracias a Dios porque, al reconocer nuestros fallos institucionales del pasado y crear un ministerio sólido de protección de niños y jóvenes, nuestras iglesias y escuelas se encuentran ahora entre los lugares más seguros para los niños y jóvenes de nuestra comunidad.
Siempre hemos reconocido que parte de nuestro compromiso de ofrecer sanación a aquellos que han sido abusados sexualmente por el clero conlleva darles un nivel justo de compensación financiera. Con este fin, la Diócesis les ha pagado a las víctimas más de $25 millones en fondos de liquidación desde el 2003. Pudimos pagar estos fondos por medio de una combinación de ahorros y cubertura de seguro, con poco o sin ningún impacto a nuestros ministerios claves. Ahora, mientras preparamos nuestra respuesta a estas nuevas demandas, tenemos que reconocer el impacto financiero significativo que tendrán en nuestra iglesia local.
En este momento, seguimos evaluando diferentes opciones legales y financieras para resolver estas demandas en una manera que cumpla con nuestro compromiso con las víctimas y nos permita continuar con nuestros ministerios en educación y formación, con jóvenes y jóvenes adultos y de cuidado para los pobres, entre muchos más. No se han tomado ningunas decisiones finales, y prometo que les mantendremos informados ya que tengamos más claro el curso de nuestra respuesta.
Sigo pidiéndole a Dios Su guía y Su sabiduría en mi liderazgo de nuestra Diócesis mientras atravesamos este reto difícil. Les pido sus oraciones y que sigan teniendo fe en nuestra Iglesia local. También sigamos orando por todas las víctimas del abuso y hagamos todo lo que podamos para mostrarles el poder sanador y restaurador de Dios.
Hemos enfrentado muchas pruebas en nuestra historia; hemos pecado, y hemos sufrido, y hemos pedido perdón públicamente. En medio de todo Dios ha permanecido con nosotros, nos ha llamado a la redención y la renovación en su Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Juntos miremos esta crisis a largo plazo, sabiendo que ¡nuestra Santa Madre Iglesia perdurará!
En el Amor de Cristo,
Reverendísimo Alberto Rojas