Por Karina Gómez

¿Has visto cómo se preparan los deportistas para una gran competición? Practican una y otra vez, esforzándose al máximo cada día. De manera similar, durante el tiempo de Cuaresma los católicos se preparan para la celebración de la Resurrección del Señor en Pascua. Esta preparación especial comienza el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante cuarenta días hasta la puesta del sol del Jueves Santo. Como los atletas, durante este período, se invita a los fieles a entrenar el cuerpo, la mente y el espíritu dedicando tiempo a la oración, el ayuno y la limosna.

El entrenamiento espiritual es clave durante este tiempo litúrgico y la oración es una gran manera para que los fieles comiencen a preparar sus corazones para el encuentro y la conversión. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que “la oración es la relación viva de los hijos de Dios con su Padre... con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo” (CIC 2565). Por lo tanto, cuanto más rezan los fieles, más estrecha será su relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Hay diferentes tipos de oración que se acostumbra rezar durante este tiempo de Cuaresma, incluyendo la lectura y meditación de la Sagradas Escrituras, el Rosario y el Vía Crucis. Estas oraciones pueden hacerse individualmente, con los miembros de la familia o en comunidad.

Otra práctica espiritual durante la Cuaresma es el ayuno. Desde los tiempos bíblicos, el ayuno ha sido una disciplina espiritual utilizada para prepararse para un encuentro especial. Hoy en día, los católicos continúan esta práctica como una forma de oración, discernimiento y disciplina de autocontrol. Ayuda a los fieles a desprenderse de las cosas materiales que se interponen para hacer la voluntad de Dios, a dejar espacio para el encuentro con Cristo y a fortalecerse contra el pecado.

Para los miembros de la Iglesia católica latina, el ayuno es obligatorio el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo para los que tengan entre 18 y 59 años, así como la abstención de carne los viernes de Cuaresma para los mayores de 14 años (para más información sobre las normas de ayuno, consulte usccb.org). Además, los fieles pueden optar por ayunar durante este tiempo de una actividad que les guste y dedicar ese tiempo a la oración.

Puesto que la oración debe conducir a la acción, la Cuaresma ofrece la oportunidad de practicar intencionadamente la caridad a través de la limosna. En los Evangelios, Jesús enseña continuamente a sus seguidores a ser caritativos con los demás y les recuerda que no deben acumular tesoros en la tierra, sino en el cielo (Mateo 6:19-21). Siguiendo las enseñanzas de Jesús, los fieles están invitados a compartir con los demás las muchas bendiciones recibidas. Algunas formas de compartir el tiempo, los tesoros y los talentos son donando dinero y alimentos a los necesitados, pasando tiempo con las personas que se encuentran solas y sirviendo a los demás con amor y compasión.

Comenzar este entrenamiento espiritual puede ser tan difícil como el entrenamiento de un atleta, con la diferencia de que el atleta se entrena sólo para una competencia y el fiel se entrena para una conversión espiritual continua. La belleza de este camino cuaresmal es que los fieles no están solos, sino acompañados por toda la Iglesia. Esperamos que con la práctica de la oración, el ayuno y la limosna, cada fiel pueda profundizar en su relación con Dios y descubrir nuevas expresiones de fe.

Karina Gómez es la Coordinadora del Vicariato de West End y Riverside de la Oficina Para el Ministerio de la Catequesis.