Por Teresa Rocha

El 25 de diciembre celebramos el nacimiento de Jesús. En esa noche santa, Cristo, el rey del universo, vino a nosotros de la manera más humilde e insignificante. En esta noche nos trajo el regalo en el niño envuelto de la salvación regalándonos la vida eterna.

En el Evangelio de Lucas (2,1-20) leemos de este momento glorioso cuando los únicos alrededores de este gran rey, nuestro Señor y Salvador, eran su madre, su padre, El Ángel del Señor y los pastores anunciando a toda la humanidad. Era un tiempo más simple en ese establo en Belén. Nació el niño divino, y la gracia y la luz de Dios aparecieron al mundo sin la fanfarria de la realeza y el comercialismo.

Y así, ha pasado otro año, y volvemos a recordar este santo y bendito regalo del cielo, y en esta temporada de nuestras vidas, esta temporada de Navidad, estamos llamados a hacer una pausa y reflexionar sobre este maravilloso regalo amoroso de Dios que quiere unirse a nosotros y colmarnos con los regalos que durarán por la eternidad. Para todos nosotros, esta temporada navideña no debe ser solo otra oportunidad de monetizar una temporada festiva, sino un momento para invitar a nuestro Cristo Rey, Jesús, a vivir en nuestros corazones y en nuestras familias. No estoy minimizando la entrega de obsequios en general, sino que podemos considerar la posibilidad de dar verdaderos regalos que nos lleven a la vida eterna.

Esta temporada navideña puede ser una oportunidad maravillosa para que como familias nos detengamos a renovar el compromiso de ser testigos de la vida, pero no solo de lo que significa vivir individualmente sino como unidad familiar cuidándose unos a otros con la imagen del frágil niño Jesús. Esta temporada navideña puede ser el comienzo de algo nuevo en la familia. Incluso cuando existe la sensación de que una vez que se abren los regalos, se acabó, pero en realidad es el comienzo.

Durante las últimas cuatro semanas de Adviento, nos preparamos, esperando para la venida del Salvador, hicimos listas de compras, preparamos tarjetas, ¿pero incluimos la preparación espiritual en nuestra lista? ¡Vallamos todos juntos a adorar al Niño Jesus que ha nacido en el pesebre como regalo para todos!

Estas son algunas tradiciones familiares donde el Niño Jesus es el centro de la temporada:

1. Las bendiciones del árbol de Navidad: Señor Dios, que tu bendición venga sobre nosotros mientras iluminamos este árbol. Que la luz y la alegría que da sea un signo de la alegría que llena nuestros corazones. Que todos los que se deleitan en este árbol vengan al conocimiento y al gozo de la salvación. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
R/. Amén.

2. La bendición de la Natividad donde el niño más pequeño de la familia coloca al niño Jesús en el pesebre y el padre o la madre lee el Evangelio de Lucas 2, 1-20

3. La familia va a misa como ofrenda de acción de gracias por el niño Jesús que ha nacido para la salvación del mundo.

4. La familia puede leer y compartir la fe sobre la historia del nacimiento de Jesús en Lucas 2,1-20.

5. Unirse con amigos, vecinos y otras familias cantando villancicos.

6. Seleccionar una organización benéfica donde se colecta donaciones de alimentos y juguetes.

El mensaje del ángel es una invitación a unirse a ellos para proclamar al mundo ¡“Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor! (Lc 2,14)

La Navidad es el milagro de Dios entre nosotros, aunque se pueda pensar que es un acontecimiento histórico de Dios presente en la vida de cada corazón que se abre a su mensaje. Es la gran luz en la que brilla dando paz. En el nacimiento de Jesús la fe nos dice que nada debe perturbarnos porque el amor de Dios salvador está dentro y sólo se necesita responder con confianza fiel. Entonces, nuestra invitación esta Navidad es a ser como los pastores “Los pastores volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho” (Lucas 2, 20).

Teresa Rocha es la Coordinadora del Vicariato del Alto Desierto y el Vicariato de San Bernardino para la Oficina del Ministerio Catequético.