Por Obispo Alberto Rojas

Queridos amigos, paz y bienestar a todos ustedes. La mayoría de ustedes conocen la Adoración Eucarística del Santísimo Sacramento que es parte de nuestra Tradición Católica. Como Cristianos Católicos creemos en la verdadera presencia de Jesucristo en la Eucaristía, con su Cuerpo, Alma y Divinidad. Por lo tanto, después de la celebración de la Misa, en todas nuestras Iglesias Católicas tenemos un tabernáculo para guardar el Cuerpo de Cristo para la adoración y también llevarlo a los enfermos y confinados en casa. Una lámpara o una luz roja siempre se coloca cerca para indicar la presencia de Nuestro Señor Jesucristo en el Tabernáculo.

La Adoración Eucarística se puede describir como una oración o una meditación que toma lugar en la presencia de la Santa Eucaristía afuera de la Misa. Al paso de los siglos, esta devoción se ha convertido en una de las oraciones más poderosas y siempre los animo y les recomiendo a todos que participen en ella. Esta bella devoción toma lugar ya sea cuando el cuerpo de Jesús esta expuesto en la custodia en el Altar con oraciones y canto, incienso y velas, pero también cuando el Señor no está visible, pero está en el Tabernáculo. Muchos santos, viejos y jóvenes, han estado enamorados de la Adoración Eucarística: San Juan María Vianney, San Pedro Julián Eymard, Santa Teresita de Lisieux, Santa Teresa de Ávila, San Juan Pablo II; y personas más jóvenes como el Beato Carlo Acutis y San José Sánchez del Río.

Muchos santos y otros fieles católicos como la Beata Concepción Cabrera de Armida y Maria Cándida de la Eucaristía han escrito volúmenes de bellas meditaciones mientras adoraban la Eucaristía. Cuando la Eucaristía se expone por largos periodos de tiempo, varias horas o días, le llamamos Adoración Perpetua, y esto se practica principalmente por monjes y hermanas religiosas en los monasterios y conventos, pero algunos Papas como San Juan Pablo II y Benedicto XVI lo han promovido para todas las personas en nuestras parroquias.

En el pasado, no hace mucho, era una práctica común para nosotros los católicos, jóvenes y ancianos, en camino a la escuela, el trabajo, el deporte o al supermercado detenerse en la iglesia para una breve visita al Santísimo Sacramento de nuestra iglesia local. Recuerdo haber hecho esto con mi madre cuando íbamos a comprar comida. La mayoría de las veces la Eucaristía no estaba expuesta, pero sabíamos que Él estaba en el Tabernáculo porque veíamos la vela roja.

Cuando alabamos y adoramos al Señor Jesús Eucarístico, nos convertimos en lo que Dios quiere que seamos, hijos de Dios; y el Señor nos llama a Él y nos transforma. Esto se ha enfatizado desde el Concilio Vaticano Segundo, que hizo que la exposición y la bendición fuera un servicio litúrgico más oficial alrededor del mundo Católico Cristiano. Un sacerdote o diácono toma la hostia consagrada del tabernáculo y coloca la custodia en el altar para la adoración de los fieles; la custodia es un vaso sagrado que usamos para mostrar la Hostia Eucarística consagrada o Cuerpo de Jesús, durante la adoración Eucarística o la bendición.

La “Instrucción sobre la Adoración Eucarística,” publicada por la Sagrada Congregación de Ritos en la Fiesta de Corpus Christi, el 25 de mayo 1967, dice en una parte pertinente que “La exposición del Santísimo Sacramento, para la cual una custodia o un ciborio se pueden utilizar, lleva a los fieles a una conciencia de la presencia maravillosa de Cristo y es una invitación a la comunión espiritual con Él. Es por lo tanto un motivo excelente ofrecerle la adoración en espíritu y verdad que Él merece.”

San Juan Pablo II una vez dijo, “Visitar al Santísimo es un gran tesoro de la fe Católica. Nutre el amor social y nos da oportunidades para adorar y agradecer, para reparar y suplicar. La Bendición del Santísimo Sacramento, la Exposición y la Adoración del Santísimo Sacramento, las Horas Santas, y las procesiones Eucarísticas también son elementos valiosos de nuestra herencia-en total acuerdo con las enseñanzas del Concilio Vaticano Segundo.

Mientras seguimos meditando en el Sínodo sobre la Sinodalidad (Caminando Juntos) y nos adentramos más en el Avivamiento Eucarístico, es mi esperanza que ofrezcamos más Horas Santas en nuestras parroquias para los fieles y animemos a nuestros jóvenes a participar. Se cree que las Horas Santas fueron inspiradas por el Evangelio de San Mateo 26:40 cuando Jesús está en el jardín de Getsemaní la noche antes de su crucifixión y le dice a Pedro: “¿De modo que no pudieron permanecer despiertos ni una hora conmigo?”

Permanezcamos despiertos con Jesús en la adoración de Su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía, para que podamos convertirnos en y expresar el amor de Jesús, que realmente nos basta.