Por Mario y Paola Martinez
Sin amor, no soy nada: El amor no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido. “Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El señor los ha perdonado; hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección” (Colosenses 3:13-14).Sin amor, no soy nada: El amor no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido. “Sopórtense los unos a los otros, y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El señor los ha perdonado; hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección” (Colosenses 3:13-14).
A menudo nos encontramos con parejas que temen que sus necesidades y deseos individuales serán ignorados cuando están pasando pruebas matrimoniales. Estos cónyuges entonces se enfocan en sus propios intereses, pensando que están luchando por la justicia, y que, si no ven por sí mismos, entonces nadie lo hará. Como resultado, estas parejas experimentan más irritabilidad, frustración y resentimiento.
En la Exhortación Apostólica, La Alegría del Amor, el Santo Padre habla de cómo estas reacciones violentas en nuestro interior, debido a las debilidades y faltas de los demás, se están volviendo una parte ordinaria de la vida. Además, explica que la irritación oculta que nos pone de punta no ayuda a nadie y solo causa dolor y aislamiento.
El Papa Francisco sugiere que es en las pequeñas acciones que la armonía puede ser restaurada. Él insta a que “La reacción interior ante una molestia que nos causen los demás debería ser ante todo bendecir en el corazón, desear el bien del otro, pedir a Dios que lo libere y lo sane” (AL #103).
La última vez que revisamos, es aún prácticamente imposible leernos las mentes y los corazones. Como esposos, cada uno con pensamientos, necesidades y sentimientos individuales, estamos en un viaje de aprendizaje de toda la vida para aprender a compartir lo que está en nuestra mente y corazón, para crecer en intimidad y conexión. En un matrimonio sano, estás Tú, y estoy Yo, cada uno llamado a suplir las necesidades del otro ayudados por la gracia de Dios. Si por ejemplo, uno de los cónyuges tiene la necesidad de sentirse seguro, su cónyuge debe encontrar una manera práctica de ayudar a su cónyuge a sentirse seguro.
Ahora, también está el ¡Nosotros! El Nosotros es más importante que el Tú o el Yo. Según los expertos en relaciones matrimoniales, el mayor secreto para un matrimonio de por vida, es aprender a encontrar el Nosotros. El “Nosotros” se trata de dos personas que descubren cómo convertirse en “una sola carne” y entienden la unidad del matrimonio.
Para demostrar aún más cómo el Tu, el Yo y el Nosotros interactúan, pensemos en los colores. Digamos que el marido está representado por el azul y la esposa por el amarillo. Cuando mezclas el azul y el amarillo, se hace el color verde. Entonces, ambos colores combinados representan el Nosotros, el color verde. En otras palabras, el secreto de un matrimonio saludable es aprender a ser verde.
Algunas personas piensan que el matrimonio se trata de dar el 50 por ciento y el 50 por ciento. No hay nada de malo con dar la mitad, pero el dar la mitad significa que siempre tendrás que dejar ir la mitad de lo que quieres. Muchas parejas están enojadas con su cónyuge porque durante 20 años, siempre han estado recibiendo solo la mitad de lo que quieren, y están muy frustrados y llenos de rencor. El Nosotros es más profundo que la mitad y va más allá de la mitad.
El primer paso es reconocer que el “Nosotros” siempre está ahí. Seguramente, ya crees que el Azul y el Amarillo están ahí, pero tomará un esfuerzo mayor para creer que el “Nosotros” también está ahí en cada problema y en cada situación. ¿Tu matrimonio es más azul que amarillo, o más amarillo que azul? ¿O es verde tu matrimonio?
Mario y Paola Martínez son los co-directores de la Oficina de Pastoral Matrimonial y Familiar de la Diócesis de San Bernardino.