MEXICALI, MÉXICO—Como nativa del África subsahariana, la Hermana Chilee Okoko, D.M.M.M., ha presenciado duras condiciones de vida antes.
Pero un recorrido de tres refugios de migrantes en Mexicali, México el 15 de julio la dejó conmocionada, admite ella.
“Me parte el corazón,” dijo la Hermana Chilee, quien es la Directora del Departamento de Vida, Dignidad y Justicia. “Hay tantos, tantos, tantos niños…”
La Hermana Chilee pasó la tarde en los refugios por la invitación de la Hermana Suzanne Jabro, CSJ, que dirige un grupo sin fines de lucro en el Valle de Coachella, Desert Support for Asylum Seekers (Apoyo del desierto para los que buscan asilo), que regularmente visita México para hacer ministerio con los migrantes que se encuentran en el reciente capítulo de la crisis humanitaria en la frontera entre Estados Unidos y México. Fue acompañada por su asistente, Maria Valadez, y David Okonkwo, Director del Ministerio Diocesano de Católicos de Descendencia Africana.
La primera parada fue en los restos del Refugio del Migrante, un refugio que se había quemado en un incendio eléctrico solamente días antes. Nadie fue herido en el incendio, pero muchos perdieron documentos importantes que necesitaban para su viaje. La mayoría de aquellos que fueron evacuados fueron llevados a la Cocina y Centro Comunitario en el Centro de la Ciudad, que fue la segunda parada para la Hermana Chilee y sus colegas.
El grupo diocesano pasó la mayoría del día en el tercer refugio, Posada del Inmigrante. Okonkwo, también, dijo que estaba sorprendido por la gran cantidad de niños, jóvenes, y madres embarazadas que estaban amontonados en este lugar caluroso y maloliente.
“Fue un evento doloroso, pero estaba feliz de estar ahí,” dijo él. “Podía ver en sus ojos, la esperanza que traíamos, la fortaleza de no rendirse y hasta un poco de alegría. Podía oír algunos de ellos dándole gracias a Dios por nuestra visita.”
La Hermana Chilee estaba de acuerdo. “Ellos necesitan personas que les den apoyo emocional y moral,” dijo ella.
Los migrantes también tienen mucha necesidad de comida, artículos de higiene personal y ropa, dice la Hermana Chilee. Su grupo pudo entregar un cheque de $2,000 al refugio para la compra de comida, pero después de lo que vieron, la ermana Chilee dice que ella está comprometida a regresar para entregar más provisiones.
“Conocimos a muchos de ellos,” dijo ella. “Se que ellos necesitan [comida, artículos de higiene personal y ropa].”
La Hermana Suzanne, que pasó décadas en el ministerio de la prisión en California, y su grupo llevan miembros de las comunidades de fe, el servicio social y la comunidad legal del desierto a sus visitas mensuales a Mexicali. Ella dice que le gustaría llevar una delegación cada mes de una de las diócesis del sur de California.
“Es transformador,” dijo ella. “Cuando estás con los que buscan asilo en su jornada, ves las cosas desde su perspectiva.”
Desert Support for Asylum Seekers (Apoyo del desierto para los que buscan asilo), fue formado en el 2019 con el propósito de proveer comida, provisiones, apoyo pastoral y servicios legales a los que buscan asilo. El grupo comenzó a hacer viajes inmediatamente y continuó hasta que llegó la pandemia del COVID-19 en el 2020. Después de que todos los miembros fueron completamente vacunados este año, el grupo resumió sus viajes mensuales a Mexicali.
Para más información sobre el grupo, visite su página web desertsupportforasylumseekers.org.