Por Malie Hudson
Este verano la Diócesis de San Bernardino le dio la bienvenida a un grupo pequeño pero lleno de fe de nuevos seminaristas a la Casa de Formación Junipero Serra.
Kayden Valencia, Manuel Magdaleno y Blake Thamer entraron a la Casa de Formación San Junípero Serra el 20 de agosto. La adición de tres nuevos seminaristas hace el total de hombres en formación para el sacerdocio en la Diócesis a 23.
Bajo circunstancias normales, a los seminaristas se les permitiría ir a su casa a visitar a sus familias los fines de semana y los días festivos. Sin embargo, las regulaciones del estado y el condado para COVID-19 los tienen en la Casa Serra a tiempo completo. A pesar de esto, expresaron aceptación del sacrificio que tenían que hacer por un tiempo para seguir el llamado de Dios y mirar hacia adelante con fe y esperanza mientras toman el próximo paso en su jornada hacia el sacerdocio.
Blake Thamer
Antes de entrar al seminario, Blake Thamer, de 18 años, servía en su parroquia de Santa Marta en Murrieta. Era acólito y también ayudaba a su madre con las actividades del ministerio de la parroquia Madres y Otros (Mothers & Others). Fue durante su segundo año de preparatoria, mientras estaba en Adoración Eucarística en el retiro de Confirmación, que su camino hacia el sacerdocio comenzó.
“La Adoración Eucarística ha sido una cosa muy especial porque fue ahí donde primero sentí el llamado de Dios y donde más sentí la presencia de Dios,” dijo Thamer.
Después de salir del retiro, comenzó a investigar información sobre el sacerdocio y con el tiempo su familia le ayudó a programar una reunión con el padre de la parroquia, el Padre Gregory Elder.
“Nos reunimos y hablamos sobre lo que es el discernimiento y él recomendó que yo leyera el libro “Salvar Mil Almas [To Save a Thousand Souls.]” Lo leí de principio a fin una vez y luego algunos capítulos de vez en cuando. Este libro le dio más profundidad a las oraciones que hago,” dijo él. “Hay una sección al principio, un capítulo titulado “Esto simplemente es lo que hace un sacerdote [This is Just What A Priest Does]” que fue escrito de una manera para enseñar lo especial que es [ser sacerdote] y fue algo que me hizo pensar ‘Yo quiero ser así.’”
Thamer también le da crédito al Padre Elder por su influencia positiva en su discernimiento además de un tío bisabuelo que también fue un sacerdote diocesano en la Diócesis de San Diego.
Thamer es el mayor de cinco hijos en una familia muy unida. La diferencia de edad entre él y su hermano menor son seis años. Se han llamado casi todos los días desde que dejó su casa. Mientras que las iglesias se cerraron durante la cuarentena la Primavera pasada, su familia se reunía cada Domingo durante el tiempo cuando hubieran celebrado la Misa en la iglesia, y juntos rezaban el Rosario con su abuela por teléfono. No poder recibir la comunión durante este tiempo fue difícil para él. “Pero me dio la oportunidad de trabajar en mi vida de oración.”
Se graduó de la Preparatoria del Valle de Temecula donde primero tocó el violín para la orquesta de la escuela. Estudió francés por tres años y español durante su último año. Se enseñó a hablar alemán y espera poder agregar otro idioma a su lista, especialmente uno que usa un sistema alfabético completamente diferente.
Kayden Valencia
El camino de Kayden Valencia comenzó cuando era niño. El dice que siempre sintió un fuerte llamado al sacerdocio. Creció en Big Bear y participó activamente en su parroquia San José. El les decía a los demás qué quería ser exactamente como el sacerdote de su parroquia.
“Mi llamado creció a algo más grande y pronto empecé a entender que esto era lo que Dios me estaba llamando a hacer,” dijo Valencia, que ahora tiene 17 años de edad. Este primer paso en su camino significa mucho para él. “Quería investigar más a fondo mi vocación.”
Valencia participaba en su parroquia. Fue un acólito, lector, ministro de eucaristía y catequista dando clases a estudiantes del cuarto grado. También participaba en el
grupo de jóvenes de la parroquia y en la comunidad ayudaba anualmente a darle de comer a personas sin hogar en Mary’s Table (La Mesa de Maria) en San Bernardino.
El sacerdote de su parroquia, el Padre Paul Smith le ofreció dirección espiritual que fue una parte importante de su discernimiento.
“Él me ayudó a descubrir lo que es el llamado de Dios para mí,” dijo él. “Otra cosa que me tocó es que él siempre estaba ahí para la gente y siempre les enseñaba el amor de Dios.”
Cuando su iglesia cerró sus puertas en la Primavera pasada durante la cuarentena, él ayudó a grabar la Misa para los parroquianos en sus casas. “Era una manera diferente de experimentar la Misa, pero pronto empecé a entender la reverencia que podía tener para la Misa mientras también la grababa,” dijo él.
Valencia también viene de una familia muy unida de cinco hijos, por lo tanto entrar al seminario durante una pandemia global y seguir los protocolos de usar mascarilla facial y practicar el distanciamiento social fue un reto. “Pero se trata de ofrecerle ese sufrimiento a Dios porque al final del día, Él sabe lo que Él hace con tus luchas y hará algo grande con eso.”
Valencia se graduó de la Preparatoria de Big Bear. Después de graduarse en junio, trabajó en dos trabajos y siguió trabajando durante la pandemia hasta que entró al seminario.
Manuel Magdaleno
Manuel Magdaleno, de 20 años, estaba en un camino completamente diferente el año pasado antes de comenzar su camino al sacerdocio.
Magdaleno estaba ocupado entrenando y preparándose físicamente para competir en el Ciclismo Clásico de Redlands (Redlands Bicycle Classic), que originalmente estaba programado para la Primavera pasada. El evento es una carrera profesional de cinco días y cinco etapas para ciclistas competitivos que toma lugar anualmente en Redlands.
Durante uno de sus entrenamientos en bicicleta en Redlands el otoño pasado, chocó con un carro, resultando con grandes cortes en su cara. Su mejilla, párpado, nariz y hombro fueron cortados. Por las lesiones del accidente estuvo en el hospital casi dos semanas.
”Fue un retiro de vida porque me hizo pensar sobre todo en mi vida,” dijo Magdaleno. “Estoy muy alegre de que esto hubiera pasado porque si no hubiera pasado, no creo que estaría en el camino en el que estoy ahora.”
Mientras estaba en el hospital, su amigo y seminarista en la Casa Serra Oliver Garcia, visitó a Magdaleno. En ese tiempo, Magdaleno dice que empezaba a reflexionar sobre su vida hasta ese punto. Garcia lo invitó a visitar el seminario cuando se recuperara. Pero después de que Magdaleno fue autorizado a salir del hospital, estuvo confinado a su casa por otros tres meses. El estar en el sol hubiera dañado a sus ojos y la piel en sus heridas quirúrgicas. Sus lesiones también afectaron su movilidad.
“Si me quería mover en la casa, mi mamá tenía que ayudarme. Estuve acostado en la cama unos días y luego empecé a esforzarme porque quería volver a caminar. Entonces, empecé a caminar lentamente, y mis padres me ayudaron. Era como si tuvieran de nuevo un recién nacido,” recuerda él. “Solo podía tomar líquidos. No podía mover mi boca por las cirugías.”
Después de cuatro meses, finalmente pudo visitar a Oliver en la Casa Serra y tomó un recorrido del seminario. Para este tiempo, sus lesiones todavía eran visibles, pero lentamente fue recuperando sus fuerzas y el llamado de Dios al sacerdocio se hacía más fuerte. Después de varias reuniones de discernimiento, entrevistas y muchas oraciones, todo mientras recibía afirmaciones positivas en cada paso del camino, entró en el seminario el 20 de agosto.
Como los otros seminaristas, las restricciones del distanciamiento social y no poder ver a su familia ha sido difícil
“Es triste pero me siento feliz de estar aquí porque estoy haciendo la voluntad de Dios.”
El accidente que tuvo Magdaleno cambió sus prioridades en la vida pero no lo ha disuadido de volverse a subir a una bicicleta. Todavía goza de largos paseos en bicicleta y espera poder competir en el siguiente Ciclismo Clásico de Redlands (Redlands Bicycle Classic).