Doce hombres cuentan sus historias de prepararse para la Ordenación
El 24 de agosto, el Obispo Gerald Barnes ordenará 12 hombres al diaconado de una de las clases más grandes en los 40 años de la historia de nuestra Diócesis.
Los candidatos al diaconado vienen de diversos orígenes y representan cuatro de los seis vicariatos. En este tiempo antes del Día de su Ordenación, los hombres reflexionaron sobre su camino hacia el Diaconado Permanente.
Donald Hitzeman
Esposa: Mary Hitzeman
Parroquia: St. Catherine of Alexandria, Temecula
Ocupación: Licenciado de negocios y planificación de patrimonio
Ministerios de interés: Estoy abierto a ser guiado a donde el Espíritu me necesita en mi ministerio ordenado, a usar mis dones donde El Señor quiera.
Reflexiones sobre el diaconado y el papel de su esposa: Me sentí llamado a discernir el llamado al diaconado por mucho tiempo antes de decir ‘sí.’ Al principio, muchas personas me animaban a considerar hacerme un diácono, incluyendo sacerdotes, diáconos, y parroquianos. Por muchos años resistí la idea de seguir adelante; pensaba que no estaba listo y no era digno o que estaba muy ocupado con la vida, incluyendo mi familia y mi profesión. Fue mi pastor de ese tiempo, el Padre John Wagner, quien realmente me convenció que tengo los dones para esta vocación. Mi llamado ha nacido de un sentido apasionado de estar al servicio de los demás y de acompañar a los más necesitados, todo en el nombre de Cristo. Mi esposa, Mary, es la luz de mi vida y ha sido una fuente maravillosa de amor, apoyo y paz en este proceso de formación y espero que esto continuará en el ministerio también. Nos acompañamos en nuestro matrimonio de 36 años y continuaremos haciéndolo después de la Ordenación a menos que El Señor nos llame a uno de nosotros a estar con Él.
Roberto Jara
Esposa: Patricia Jara
Parroquia: St. Christopher, Moreno Valley
Ocupación: Empleado con una empresa de mantenimiento comercial
Ministerios de interés: Caridad, justicia y matrimonio
Reflexiones sobre el diaconado y el papel de su esposa: Después de regresar a la Iglesia, mi esposa y yo empezamos a participar en el ministerio de Jóvenes Para Cristo (Después, me convertiría en el Coordinador de Formación para Asociación Jóvenes Para Cristo). Por primera vez, sentí el verdadero amor de Dios en mi vida. Quisiera tener las palabras para describir la paz que mi familia y yo experimentamos. Un día, mientras hablaba con mi párroco, el Padre Joven Junio, la idea de la formación al diaconado surgió. Para mí, era difícil creer que yo estaba siendo considerado por mi párroco para empezar una jornada en un ministerio de servir Nuestro Señor Jesucristo. Como familia, mi esposa e hija ofrecimos nuestras oraciones y pusimos nuestra confianza en Dios. Nuestra felicidad y nuestras vidas son regalos de Dios, entonces hablamos sobre esta invitación de comenzar la formación. Estoy tan agradecido con Dios y mi esposa, Patricia, y después de un diálogo largo con ella y los dos discerniendo a través de la oración, reuniéndonos con nuestro párroco y nuestro mentor, Diácono Carlos Morales, decidimos seguir el movimiento del llamado guiado por el Espíritu Santo. Yo sé que mi vida le pertenece a Cristo y a su Santa Iglesia. En el proceso de mi formación, mi esposa se convirtió en mi compañera espiritual. Ella me motivaba en mis días difíciles. La transformación que Dios nos ha dado nos ha impactado de manera positiva.
Jeronimo Lechuga
Esposa: Estela Lechuga
Parroquia: Our Lady of Mt. Carmel, Rancho Cucamonga
Ocupación: Ebanista
Ministerios de interés: Jóvenes y ministerio en las cárceles
Reflexiones sobre el diaconado y el papel de su esposa: Recibí este llamado hace muchos años cuando vi la necesidad en la parroquia. El sacerdote necesitaba mucha ayuda y yo pensé que quizás Dios me estaba llamando a servir. Un diácono en la parroquia vino a mí y me preguntó si quería aplicar para la formación al diaconado. Yo dije que ‘sí’ desde entonces, yo sé que el llamado es de Dios por la fuerza que recibo de Él en mi caminar. Cuando primero le pregunté a mi esposa si debería de hacerme diácono, ella me preguntó si yo tomaba en serio el llamado y yo le respondí que sí. Ella me dijo que cuando yo me convirtiera en diácono sería para siempre. Ella ha sido un gran apoyo para mí porque ella me apoya en la oración y en todo en mi camino a hacerme diácono.