Si me preguntaran qué faceta pastoral del Obispo Barnes me ha impactado más desde el Contexto del Ministerio Hispano, responderé: su profetismo. Y esto lo tomo del concepto bíblico de un profeta como el centinela vigilante, el que analiza todo lo que ocurre en la sociedad local y global. El pastor que mantiene despierta la conciencia moral y ve el alcance de las cosas. El profetismo hunde sus raíces en la llamada de Dios que inspira a alguien a envolverse en la transformación del tejido social roto y convocar para que se re-establezca la alianza. El profetismo es la aceptación de una misión, difícil a veces, frente al pueblo o frente a las autoridades o instituciones por pura fidelidad a Dios.
El pueblo Hispano ha sido muy sensible a los profetas que Dios suscita entre sus pastores y que se caracterizan como dice el documento Encuentro y Misión: “como los articuladores de un modelo de Iglesia que busca responder a las necesidades y aspiraciones de los pobres, los indocumentados, los trabajadores migrantes, los encarcelados, los más vulnerables, particularmente mujeres y niños. Este modelo profético llama a un firme compromiso por la justicia social.” (n. 4)
Ejercer el profetismo en la sociedad actual requiere de valentía y profunda humildad. El Obispo Barnes ha tenido una constante voz para hablar en favor de los inmigrantes, con comunicados y mensajes explícitos que le han traído rechazo y crítica por parte de algunos. Cuando fue el líder del comité de Inmigración en la Conferencia de Obispos, mantuvo un firme mensaje de apoyo y respeto a quienes han tenido la necesidad de inmigrar. En las crisis de los incendios forestales se hizo presente de inmediato y en los atentados de la comunidad de San Bernardino, convocó a los líderes de diversas iglesias a manifestarse por la pacificación y la calma. Sin embargo, en su defensa y abogacía por los vulnerables, no se deja llevar de un protagonismo ni llama la atención hacia sí mismo. Sus mensajes, ya sean de denuncia o de esperanza, están en sintonía con la Doctrina Social Católica. Pese a la pobreza de nuestra Diócesis, nuestro obispo ha brindado ayuda a proyectos de Iglesias y comunidades pobres en otras partes del mundo. Sabe dar la ayuda y retirarse, permite que las obras tomen su curso. Su participación en diversas causas en defensa de trabajadores, colaboraciones con agencias y diversas ramas del gobierno, él sabe ponerse en el justo medio de las relaciones Iglesia Estado. Proyectos como EMPLEO, con varias ramas del Depto del Trabajo y los consulados de seis países latinomaricanos. Sus colaboraciones con causas de la justicia y la promoción humanas son abundantes: ejemplo de ello ha sido el crecimiento de ministerios de la pastoral Social y Justicia Restaurativa, el apoyo de becas para jóvenes y en las Escuelas Católicas. Nunca he percibido que su mensaje se contamine de alguna ideología porque está apegado siempre a la enseñanza del Magisterio. Durante estos años he visto cómo mantiene en su agenda una rotativa y constante presencia en las cárceles, con palabras de aliento y constante invitación a la conversión.
En otros lugares del país se refieren a nuestro obispo como un visionario, como el profeta que sube a lo alto y mira el porvenir. Mucho antes que se desarrollara toda la pastoral multicultural, él ya había comenzado en su diócesis diversas gestiones para mover una pastoral que integrara a todas las culturas y que buscara la verdadera unidad eucarística. Él va delante, previendo que hace falta trabajar la atención pastoral a las víctimas del abuso, que se debe concretar una respuesta a las transiciones, a la solución de conflictos, a la gran necesidad de la salud física y mental… Hemos visto pasar los años y pese el desgaste de la salud de nuestro pastor, su agenda mantiene constantemente todos los compromisos activos, recordando a Isaías (40:31) “Los que confían en el Señor, renovarán sus fuerzas.” Revisando diferentes mensajes que ha dirigido a la Diócesis posiblemente la palabra más repetida por el Obispo Barnes es la palabra esperanza. Y esto va en consonancia con su manera de ejercer el profetismo, un mensaje que siempre nos invita a direccionar las miradas en las metas del Reino. Desde esa fuente emite una palabra que consuela cuando hay que enjugar la pena y una llamada que exige cuando hay que elevar los ánimos. Agradecemos como Diócesis estos 25 Años de un profetismo que ha sabido dar siempre razones de la esperanza cristiana.
Por Petra Alexander