Por Obispo Alberto Rojas
Queridos amigos, Felices Pascuas de Resurrección a ustedes y sus familias. Hemos recorrido los 40 días de la Cuaresma poniendo más énfasis en la oración, el ayuno y las obras de caridad. Tal vez cumplimos con nuestras promesas y sacrificios con la esperanza de obtener nueva vida en el Señor Jesús Resucitado. Nuestra Fe en Cristo Resucitado es esencial para esta vida y para mantener la Esperanza en la vida futura. La Resurrección de Cristo es la fuente de nuestra Fe Cristiana porque nos ha comprobado que Jesucristo es Dios. Y así, mientras seguimos avanzando en nuestras vidas y vamos superando los retos de cada día, yo espero que ustedes estén disfrutando algo de vida nueva esta Pascua, porque como gente de Fe, también somos Peregrinos de Esperanza.
Recordemos las palabras de San Pablo acerca de la importancia de nuestra Fe en la Resurrección de Jesucristo: “Si Cristo no resucitó, nuestra predicación no tiene sentido, como tampoco la Fe de ustedes.… Si Cristo no resucitó de nada les sirve su Fe, ustedes siguen perdidos en sus pecados… ¡Pero No! Cristo si resucitó de entre los muertos, siendo el primero y primicia de los que se durmieron” (1Cor. 15:14, 17, 20). Estas palabras nos invitan a renovar nuestra Fe y Esperanza en el Señor Resucitado, para que celebremos los Sacramentos con Reverencia, Belleza y Alegría, sabiendo que el Señor continúa viniendo a nosotros en cada uno de ellos para refrescarnos y ayudarnos a mantenernos en su amor.
La Pascua es el Fruto del Amor de Dios para nosotros y para el mundo si realmente queremos saber de qué se trata la vida; nos recuerda que vale la pena vivirla. ¡Esta es verdaderamente nuestra fiesta de victoria! Con la Resurrección de Cristo, cada persona de Fe recibe una segunda oportunidad. Siempre se nos da la oportunidad de aceptar al Cristo Resucitado en nuestras vidas como nuestro Señor y Salvador. Incluso en los momentos más difíciles, en nuestras debilidades y desilusiones, con la división y la polarización, siempre habrá Esperanza en nuestro Señor Resucitado. Realmente, Él quiere sanarnos y restaurarnos en su amistad. Pero necesitamos entregarle nuestras vidas, porque nosotros no tenemos nunca el control, el control lo tiene su amor divino. Así como el ave Fénix, cada día somos invitados a levantarnos de las cenizas del pecado. Y entonces, refrescados y renovados por el perdón que nos concede su misericordia, podremos experimentar los frutos de la vida nueva en el Cristo Viviente.
La Pascua es el Fruto del Amor de Dios, siempre renovándonos la vida, incluso cuando algunas veces tenemos que pasar por momentos muy difíciles porque también se trata de ir muriendo. Siempre somos invitados a morir al pecado para poder darle la bienvenida a la vida nueva de la gracia. Pero no podemos hacer esto solos, Jesucristo siempre está dispuesto a caminar con nosotros si se lo permitimos. Probablemente, algunas veces también experimentamos que nuestras oraciones de petición no son respondidas en la manera que las esperamos, pero mantengamos la Confianza y la Esperanza porque el Señor nos puede sorprender en cualquier momento. María Magdalena se sentía derrotada cuando crucificaron a su Maestro Jesús, y su dolor creció aún más fuerte cuando fue a la tumba y no encontró lo que imaginaba: el cuerpo muerto de Cristo. Sin embargo, no se rindió y se fue a buscarlo, y así encontró algo mucho más grande: a Cristo Resucitado.