Cuatro jóvenes de la Diócesis de San Bernardino han hecho la decisión de tomar el primer paso hacia la formación sacerdotal al convertirse en candidatos para el seminario y al participar en el primer año propedéutico (la palabra griega para preparatorio) en la Casa de Formación Emaús en el Seminario de la Asunción en San Antonio Texas.


Los cuatro nuevos candidatos al seminario que están discerniendo hacerse seminaristas son: Isaiah Valenzuela, Allan Zaragoza, Alan Guerrero y Joshua Doran.


En 2023, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos implementó un cambio al Programa para la Formación Sacerdotal en que los hombres que desean entrar al programa del seminario necesitan pasar su primer año como “candidatos,” en la etapa propedéutica, juntos en un ambiente de hermandad y discernimiento antes de ser admitidos formalmente al seminario.
La primera clase de candidatos al seminario fue un grupo de ocho hombres jóvenes que pasaron su año preparatorio en el Seminario Bishop White en Spokane, Washington. Después de su año de discernimiento los ocho jóvenes oficialmente se convirtieron en seminaristas de la Diócesis de San Bernardino durante la Misa de Compromiso en octubre de 2024 y pasarán sus próximos años de formación sacerdotal en la Casa de Formación San Junípero Serra en Grand Terrace.


“El año propedéutico juega un papel importante y esencial en la formación sacerdotal continua de nuestros seminaristas,” dijo el Padre Dr. Javier González Cabrera, Rector de la Casa de Formación San Junípero Serra. “La etapa propedéutica ofrece al seminarista un ambiente intencional y natural para que él pueda entrar y establecer una relación íntima y ordinaria con Dios en la oración. Este es uno de los objetivos fundamentales de la formación en el seminario en que el futuro sacerdote abraza una continua configuración a la persona de Jesucristo como el Buen Pastor.”


Los cuatro nuevos candidatos al seminario compartieron su camino vocacional y su experiencia hasta la fecha en su año propedéutico de formación con el Inland Catholic BYTE.


Isaiah Valenzuela:


Isaiah Valenzuela, de San Francisco de Asís, La Quinta, recuerda que su camino hacia el sacerdocio comenzó desde una muy temprana edad y finalmente sintió el llamado cuando estaba en la preparatoria.


“Mientras crecía, me di cuenta de que este no era un interés pasadero; era un llamado profundo y espiritual,” dijo Valenzuela. “En mi segundo año de preparatoria, experimenté un momento profundo de claridad-Dios me estaba llamando al sacerdocio. Desde entonces, he estado en un camino de discernimiento, oración, y formación, que ahora me ha llevado al seminario.”
Valenzuela dice que su experiencia en la Casa de Formación Emaús en el Seminario de la Asunción ha sido un tiempo de gran crecimiento y reflexión en que ha podido profundizar su relación con Cristo. Él desea continuar creciendo en su fe a través del resto del año propedéutico.


“La comunidad aquí es increíble, y es inspirador estar rodeado por otras personas que comparten el mismo sentido de la misión,” dijo Valenzuela. “Para mi año propedéutico, espero seguir creciendo en madurez espiritual y estar abierto a lo que Dios tiene planeado para mí. Este año se trata de establecer una fundación firme para el futuro, y estoy emocionado por ver a donde lleva.”


En su tiempo libre, a Valenzuela le gusta salir a caminar con sus hermanos seminaristas, jugar al billar con ellos y apreciar sus momentos en silencio con Cristo.


Allan Zaragoza:


Allan Zaragoza de San Juan XXIII en Fontana, dice que a pesar de retos y obstáculos en su camino vocacional, él ha podido decir que “sí” a su llamado hacia el sacerdocio. Él recuerda que su primer interés en el sacerdocio fue cuando tenía 7 años y se hizo acólito.


“Sentía tanta fascinación y tanta belleza hacia la Santa Eucaristía,” dijo Zaragoza. “Esto me llevó a ser acólito porque realmente quería estar lo más cerca posible a Nuestro Señor, pero no era todo. Sentía que Dios me estaba invitando a un encuentro todavía más cercano, y más íntimo, una relación especial con Él. Pronto me di cuenta de que Nuestro Señor me estaba llamando a ser Su sacerdote. Desde que dije, ‘sí’ a su llamado, mi vida realmente ha sido transformada.”


Zaragoza dice que su tiempo hasta la fecha en el seminario ha sido de mucha ayuda e importante a su proceso de formación, especialmente aprendiendo sobre sus debilidades y sus fortalezas.
“Me ha abierto los ojos a ver el mundo a través de los ojos de Jesús y no los míos,” dijo Zaragoza. “También ha sido muy desafiante porque Dios me está invitando a cambiar muchos aspectos de mí mismo a ser la persona que Él quiere que sea en el futuro. Mi esperanza para este año propedéutico es realmente tener una relación íntima con Cristo, a ser la mejor versión de mí mismo al permitirme ser honesto sobre mis heridas, mis debilidades y desafíos.”


En su tiempo libre, a Zaragoza le gusta ir al gimnasio, jugar fútbol, leer y pasar tiempo con sus hermanos seminaristas.


Alan Guerrero:


Alan Guerrero, de San Carlos Borromeo en Bloomington, compara su camino vocacional a la historia de San Pablo porque San Pablo perseguía a los cristianos hasta que se encontró con el Cristo resucitado y después de este encuentro, dedicó su vida entera al Señor. De manera similar, Guerrero antes se encontraba lejos del Señor.


“Estaba completamente desinteresado en lo que mi fe católica podría ofrecerme,” dijo Guerrero. “Aún recuerdo que durante mis años universitarios tenía que escribir un ensayo, y comencé mi introducción al atacar a la Iglesia Católica. De cierta manera, estaba persiguiendo la Iglesia.”


Sin embargo, en sus esfuerzos de buscar verdades más profundas, Guerrero luego se encontró en un estudio de biblia en su parroquia y dice que escuchó al Señor hablarle. “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.” (Jeremías 1,5).


“Todavía no se exactamente que fue lo que pasó, pero después de escuchar esas palabras mi vida fue transformada, estaba convencido de que existía un Dios,” recuerda Guerrero.
El tiempo que Guerrero ha pasado en la Casa Emaús ha sido una bendición y espera poder seguir creciendo en todos los aspectos.


“Hasta la fecha, ha sido una experiencia maravillosa que ha impactado mi vida de tantas maneras. Desde aprender más sobre mí mismo a la luz de Cristo hasta compartir la alegría del Evangelio con otros seminaristas al vivir en comunidad en el seminario o salir al encuentro con los pobres, los que no tienen hogar, los refugiados, aquellos con necesidad,” dijo Guerrero. “Mis esperanzas para este año es tomar ventaja de cada oportunidad que tenga en este programa para crecer en mi formación integral como un ser humano, un cristiano y un hijo de Dios.”


En su tiempo libre, le gusta permanecer activo y participar en su amor por los deportes, como fútbol, senderismo, correr y levantar pesas.


Joshua Doran:


Joshua Doran de Santo Tomás Apóstol en Riverside, siempre quería ser padre biológico porque se enamoró de cuidar de sus sobrinas, sin embargo, dice que escuchar el mensaje de Dios lo ha llevado al seminario.


“Pero a través de algunos mensajes de Dios a través de otras personas y en la Adoración al Santísimo Sacramento llegué a querer ser un Padre Espiritual también,” dijo Doran. “Estaba sirviendo en el Ministerio de Jóvenes Adultos en ese tiempo y me enamoré con ser acólito y otros ministerios que me llevó a querer experimentar y a lo mejor completar el seminario.”


Doran dice que está disfrutando de su tiempo en la Casa Emaús y está aprendiendo de sus formadores.


“El director, el Padre Tom, ha sido maravilloso, es un maravilloso formador con mucho conocimiento y gran capacidad relacional,” dijo Doran. “Todos los formadores que han dado nuestras clases tienen conocimiento y gozan de hacer lo que hacen.”


En su tiempo libre, a Doran le gusta leer, jugar al billar, ping pong, y ajedrez con sus hermanos seminaristas y orar en la capilla.