Cuando era niño, el Padre Eliseo Napiere, ex párroco de San Santiago el Menor en Perris, quería ser un sacerdote misionero. El Padre Napiere, nacido en las Filipinas, recuerda que había un tiempo en las Filipinas en que los sacerdotes filipinos estaban siendo asesinados, secuestrados y martirizados. Cuando era joven el Padre Napiere se preguntaba, ¿‘quién los reemplazará?’ y desde entonces, ser un misionero ha estado en su corazón. En septiembre, el Padre Napiere regresa al servicio misionero como superior eclesiástico de la Misión Sui Iuris de Funafuti en la nación isleña de Tuvalu nuevamente nombrado por el Papa Francisco.


“Creo que el Santo Padre me ha enviado de vuelta a donde pertenezco,” dijo el Padre Napiere. “Soy un pez nadando en un mar oscuro, y me han pescado los pescadores de hombres y me han puesto en el acuario de la formación y las experiencias pastorales. Ahora, me avientan de vuelta a donde pertenezco, en el mar. Soy misionero y por lo tanto me envían a la zona misionera. Utilizando todas mis experiencias, voy con un espíritu de sinodalidad que tengo que caminar con la gente de Tuvalu. Aprender de ellos, escucharlos y caminar con ellos.”


Tuvalu es un país pequeño compuesto de nueve islas en el Océano Pacifico localizado en medio camino entre Hawaii y Australia. Es el segundo país menos poblado del mundo después de la Ciudad del Vaticano, pero al contrario a la Ciudad del Vaticano, solo tiene 100 católicos y una parroquia, de acuerdo a la Asociación de Archivos de Datos Religiosos. Una “misión sui iuris” es una misión independiente establecida por la Iglesia en un área en donde hay muy pocos católicos que a veces están siendo perseguidos o viven en un área muy remota. Con el nombramiento del Papa, el Padre Napiere asumirá el cargo de superior eclesiástico basado en Funafuti la ciudad capital de Tuvalu.


El Padre Napiere fue ordenado un sacerdote en 1991, siendo este su 34 año como misionero. En este tiempo, ha servido en diferentes nombramientos y cargos. En 1991, trabajó como vicario parroquial para una parroquia en las Filipinas. Luego, fue el decano y rector parroquial del seminario en el mismo lugar. Luego en 1994, su orden religiosa, la Sociedad Misionera de las Filipinas (MSP por sus siglas en inglés), lo eligió al consejo general como tesorero hasta 1999. En 2002, el Padre Napiere fue asignado a Taiwán. Permaneció ahí por 14 años sirviendo en varios puestos de liderazgo dentro de la Comisión Episcopal de Migrantes, la Conferencia Regional de los Obispos Chinos, y en la Comisión Católica para la Migración. En 2016, por una petición de su hermana que vive en el área, junto con sus padres, el Padre Napiere aceptó ser un sacerdote en la Diócesis de San Bernardino.


Su primer nombramiento sería en agosto de 2016 como vicario parroquial en la Parroquia de San Eduardo en Corona. Luego, en julio de 2018, fue nombrado como párroco de la Parroquia de San Santiago el Menor en Perris, donde permaneció hasta su nuevo nombramiento hecho por el Papa Francisco.


“Antes de venir aquí, estudié el perfil de la diócesis y me encontré con la visión de la diócesis y me enamoré de ella, que es impactar a las familias, vecindarios y la sociedad con el Evangelio para poder llenar las vidas de las personas con esperanza,” dijo el Padre Napiere. “Lo más hermoso, fueron los cuatro valores centrales de la diócesis que realmente me inspiraron. Cuando comencé a trabajar aquí, siempre ponía eso en mi mente y en mi corazón sobre los cuatro valores centrales de la diócesis, que son la hospitalidad, la colaboración, compartir la fe y la reconciliación. Esto también será mi fundamento cuando vaya a Tuvalu, llenar las vidas con esperanza para aquellos que están desatendidos. Esta es un área remota en el pacífico. Tengo que invitar el espíritu de la visión de esta diócesis además del carisma de nuestra sociedad [religiosa], que es gastar y gastarse para la gloria de Dios.”


Una Misa de despedida para el P. Napiere se llevará a cabo el 31 de Agosto a las 5 pm en la parroquia de St. James. Él partirá para Tuvalu el 2 de septiembre. El Padre Napiere ha gozado de su tiempo sirviendo en la Diócesis de San Bernardino y dice que los obispos, sacerdotes y especialmente los feligreses le han brindado mucho conocimiento y experiencia que felizmente llevará con él en su nuevo nombramiento.


“Aprendí mucho de ellos, mis parroquianos aquí, ellos realmente son maravillosos,” dijo el Padre Napiere. “Una mayoría de ellos son hispanos, anglos o asiáticos, pero somos un grupo de un pueblo, pertenecemos a un reino aun si venimos de diferentes experiencias con diferentes idiomas y diferentes culturas. Aprendí mucho de estas personas. Me han dado mucho (más) de lo que yo les he dado. Ellos han servido bien a la iglesia. Aprendí mucho de esta diócesis, la fe, la gente, y también los sacerdotes aquí, son muy inspiradores. Por supuesto, el ejemplo de los obispos, el Obispo [Gerald] Barnes, el Obispo [Alberto] Rojas, el Obispo Rutilio [del Riego]. Valoro toda esta experiencia y la llevaré a esa pequeña nación isleña en el pacífico.”


Al momento que salieron las noticias sobre su nuevo nombramiento por el Papa Francisco el 3 de junio, el Padre Napiere dice que su trabajo para la Misión Sui Iuris comenzó inmediatamente. Ha estado en contacto con las personas de Funafuti mientras se preparan para su llegada. En las últimas semanas en la diócesis, el Padre Napiere también ha trabajado en hacer un reporte sobre la Parroquia de San Santiago el Menor para el Obispo Rojas y el siguiente párroco.


“Realmente le agradezco al Presbiterio, los obispos, y toda la gente de la diócesis por enseñarme y permitirme crecer como persona, como sacerdote misionero,” dijo el Padre Napiere. “Todo es una gracia de Dios que se me da por medio de las personas a mi alrededor, realmente amo a la gente aquí en esta diócesis.”


Aunque la Diócesis de San Bernardino y su familia que vive en el área, extrañará al Padre Napiere, el embarca en su nuevo nombramiento con el amor de ser un misionero todavía en su corazón.


“Mi papel ahí es entrar en un diálogo religioso con la gente…trabajar con la gente de diferentes fes, diferentes religiones, trabajar por el bien común,” dijo el Padre Napiere. “No iré ahí para llevar lo que tengo, pero a desatarme las sandalias porque ese lugar es tierra sagrada, es un lugar sagrado, Dios ya está ahí, solo juntos tenemos que encontrar a Dios en ese lugar particular y aprender de la gente.”