SIGUIENDO HACIA ADELANTE Nuestra Señora de la Asunción, San Bernardino, organiza una reunión de ministerio de jóvenes. Mientras que las parroquias, escuelas y el Centro Pastoral Diocesano han vuelto a la normalidad en términos de restricciones de COVID, algunos efectos son más duraderos, como baja asistencia en Misa y fondos reducidos.
Por Anneliese Esparza
Directora Editorial
Más de dos años después de la llegada de la pandemia, la Diócesis de San Bernardino está volviendo a la “normalidad” aunque sigue sintiendo algunos de los impactos del virus que cambió nuestras vidas de tantas maneras.
La Diócesis le dio permiso a las parroquias de reabrir completamente comenzando el 1 de abril, que significa que tienen permiso de regresar a las operaciones como eran antes de COVID sin restricciones de capacidad o duración ni mandatos de cubrebocas, desinfección o distanciamiento. Sin embargo, se les informó a las parroquias que podían continuar con restricciones de COVID si sentían que era necesario.
Nuestra Señora de la Soledad en Coachella es una parroquia que todavía no ha reabierto completamente. El Padre Francisco Gómez, S.T., dijo que una de las razones es porque el Valle de Coachella recibe a muchos turistas que podría exponer a los parroquianos al virus, especialmente este mes durante el Festival de Música y Arte del Valle de Coachella que atrae a turistas de alrededor del mundo.
“Como párroco, he sentido el estrés y la responsabilidad de atender a los parroquianos…este todavía es un momento que requiere cuidado. La pandemia no ha terminado,” dijo el Padre Gómez.
Ahora que la mayoría de las parroquias han reabierto, la esperanza es que los fieles que habían dejado de ir a la iglesia durante la pandemia regresen. Algunas parroquias han visto el regreso de un gran número de parroquianos en sus bancas, como en Santa Madre Teresa en Winchester.
“La asistencia [en la Misa] se aproximando a lo que era antes de COVID, aunque algunas personas se están yendo de California, otras han escogido un lugar de culto que no está en nuestra Diócesis y otros están [viendo las Misas] en línea o dejando de ir a la Iglesia,” dijo el Monseñor Tom Burdick, Párroco de Santa Madre Teresa.
“Nos alegra estar de nuevo en persona aunque los números sean reducidos…la Semana Santa fue fuente de gran alegría y esperanza con tantas personas en asistencia,” añadió el Monseñor Burdick.
La baja asistencia en la Misa es causa de preocupación no solo por el bienestar espiritual de los parroquianos que no están asistiendo a la Misa, sino también porque menos personas asistiendo a las Misas significa menos donaciones, donaciones que se usan para financiar los ministerios parroquiales y diocesanos.
De hecho, la Diócesis actualmente está enfrentando dificultades financieras por la reducción de los ingresos de donaciones parroquiales durante la pandemia. En una carta el 19 de abril, el Obispo Alberto Rojas anunció que la Diócesis estará recortando algunos programas y personal para poder ahorrar dinero.
“La reciente pandemia de dos años ha afectado seriamente las finanzas de nuestras parroquias; por lo tanto, las finanzas de nuestras oficinas diocesanas también fueron afectadas. Aunque ha habido algunos mejoramientos, todavía tenemos que atravesar un largo camino para llegar a una recuperación económica y financiera plena y completa,” escribió el Obispo Rojas en la carta.
Al comienzo del nuevo año fiscal, el 1 de julio, 13 puestos diocesanos de tiempo completo serán eliminados y 5 puestos diocesanos de tiempo completo se convertirán en puestos de tiempo parcial. Adicionalmente, la Diócesis implementó una suspensión de nuevos contratos (hiring freeze) para el Centro Pastoral Diocesano (DPC por sus siglas en inglés) en marzo que significa que habrá una pausa en contratar para varios puestos abiertos.
“Mi esperanza es que estos cambios harán posible mayor estabilidad financiera para el futuro y que nuestro personal diocesano todavía podrá responder a las necesidades pastorales importantes de sus comunidades parroquiales de maneras nuevas y creativas,” añadió el Obispo Rojas en la carta.
Aparte de los efectos más negativos de la pandemia sobre la Diócesis (asistencia reducida a la Misa y una situación financiera difícil), otro efecto es causa de un poco de optimismo- el aumento en el uso de tecnología en el ministerio parroquial y diocesano que comenzó durante COVID-19 y que hasta cierto punto todavía continúa.
La transmisión en vivo de Misas tanto a nivel parroquial y diocesano continúa, permitiendo que una audiencia más amplia participe en estas liturgias. Además, la realidad de que la pandemia tuvo que ofrecer muchas cosas en línea les enseñó a muchos ministerios parroquiales y diocesanos a hacerse más hábiles en los medios de comunicación de las redes sociales, boletines y Zoom, que les ha ayudado a servir a las personas de manera nueva y efectiva.
Otra causa de optimismo es que la matrícula en las Escuelas Católicas de la Diócesis se recuperó después del apogeo de la pandemia. “No cerramos ninguna escuela durante la pandemia y nuestra diócesis experimentó uno de los aumentos más grandes en inscripciones en toda la nación,” dijo Austin Conley, Director de Desarrollo para las Escuelas Católicas.
En el año escolar 2021-2022 las Escuelas Católicas de la Diócesis tienen 7,026 estudiantes que es un aumento de 18.5 por ciento comparado con el año pasado de 5,929 estudiantes. La matrícula de este año es solo un poco menos de lo que era antes de la pandemia en el año escolar 2019-2020, cuando había 7,227 estudiantes matriculados.
En términos de seguir adelante, el Padre Gómez, párroco de Nuestra Señora de la Soledad, dice que la Diócesis necesita tener un énfasis primordial: la misión.
“Espero que la Diócesis se enfoque en lo que significa ser iglesia ahora; una iglesia resucitada después de la muerte que trajo la pandemia. El apuntar esto en la dirección correcta, desde mi perspectiva, es celebrar como es que Dios ha estado constantemente en medio de nosotros, nos ha recreado y ahora espera enviarnos,” dijo el Padre Gómez.