Como un punto de énfasis sobre el actual Sínodo sobre la Sinodalidad, el Papa Francisco ha dicho las palabras famosas “la periferia es el centro.”
El Sínodo invita a la Iglesia a caminar unida, a dialogar y a escuchar las historias de los demás con una mente y un corazón abiertos. Al declarar el Sínodo, el Papa Francisco ha hablado y escrito repetidamente sobre la importancia de escuchar a las comunidades marginalizadas-Católicos que se han alejado de la Iglesia y ya no practican la fe, o aquellos que típicamente no vemos en la vida de la parroquia.
La Diócesis de San Bernardino ha estado atenta a este elemento de las consultas sinodales al llevar a cabo sesiones de escucha con las personas con discapacidades, la comunidad sorda, los católicos de Ascendencia Afroamericana y Católicos Gays y Lesbianas, entre otros grupos.
“Estos grupos están en las periferias, están tratando de conectarse con nosotros,” dice Teresa Rocha, Coordinadora del Vicariato del Alto Desierto y San Bernardino en la Oficina para el Ministerio de la Catequesis. Rocha ha coordinado sesiones de escucha en la Catedral de Nuestra Señora del Rosario en San Bernardino, Santa Catalina de Siena en Rialto, y San José en Fontana.
“Si quieres hacer la misión no tienes que ir lejos de tu propia parroquia,” dijo Rocha.
El Diácono Abel Zamora y ministra laica Gloria Austin han incorporado sesiones de escucha para el Sínodo a las reuniones regulares del Ministerio Diocesano para las Familias de Gay y Lesbianas Católicos. Se tuvo una discusión sana y franca por medio de Zoom el 3 de marzo que incluyó a varios miembros de la comunidad gay y lesbiana que se identifican como Católicos, dice Austin.
“Ellos están agradecidos de que alguien les está preguntando,” dijo Austin. “A veces ellos no se sienten parte de la Iglesia en general.”
De hecho, algunos miembros de la comunidad gay que participaron en la sesión de escucha dijeron que sentían que algunos de los conferencistas o programas que ofrecía su parroquia eran “homofóbicos,” y compartieron historias dolorosas sobre las respuestas de clérigos hacia sus familias cuando ellos se presentaban como gay. Algunos compartieron que poder recibir la Santa Comunión y estar involucrados en el ministerio en sus parroquias les ayudaba a sentirse conectados a la Iglesia. Austin dijo que muchos expresaron sus esperanzas de que sus respuestas fueran escuchadas por el liderazgo de la Iglesia, específicamente por el Obispo Alberto Rojas.
“Estoy tan feliz que hicimos esto,” añadió Austin.
Las sesiones de escucha sinodales también han dado fuerza a los esfuerzos del Comité Diocesano Contra el Racismo. El Comité fue formado en 2020 después de la matanza de George Floyd y el lanzamiento de la Campaña de los Obispos de California para nombrar y combatir el racismo. Los Obispos tuvieron sesiones de escucha con obispos y clérigos Afroamericanos ese año y llegaron a entender su experiencia de racismo dentro de la Iglesia. Se les animó a las diócesis a que siguieran el ejemplo.
Con el lanzamiento del Sínodo, el comité diocesano tuvo una sesión de escucha el 31 de marzo con un grupo de individuos Afroamericanos que componen la mesa asesora para el Ministerio a Católicos de Ascendencia Africana.
Algunos participantes en la sesión de escucha compartieron sus propias historias dolorosas de ser la victima de palabras discriminatorias y racistas cuando asistieron a las escuelas Católicas hace décadas. Bernadette Pinchback que es miembro del Comité Diocesano para la Educación y el Bienestar, compartió que ella fue una de dos estudiantes Afroamericanos que integraron una escuela Católica en la costa del este de los estados unidos. Su experiencia con las monjas y otro personal de la escuela generalmente fue positiva, dice Pinchback, pero ataques de parte de estudiantes blancos en la escuela eran una ocurrencia diaria. “Salir al patio de recreo durante la hora del almuerzo era traumático,” recordó ella.
Pinchback y otros en la sesión de escucha con el grupo Afroamericano dijeron que, tristemente, han presenciado que comportamientos racistas entre los estudiantes todavía ocurre en algunas de las parroquias de las escuelas Católicas de la Diócesis.
“Cuando los niños comparten 40 años después que las mismas cosas que me pasaron a mí, cuando yo estaba en la escuela Católica, les están pasando a ellos, entonces esto es una preocupación,” dice Pinchback.
El 16 de marzo Rocha organizó otra sesión de escucha con aquellos sirviendo en el ministerio con personas con necesidades especiales. Un participante, el Diácono Anthony Brenes-Ríos afirmó que con frecuencia no se sirve plenamente a los individuos sordos en la Iglesia. “Creo que necesitamos voluntarios en las parroquias para tener un intérprete…necesitamos tener un intérprete en cada Misa porque nunca se sabe quién lo necesita,” dijo él.
El Diácono Brenes-Ríos también compartió que, en su parroquia, Nuestra Señora de Guadalupe en Chino, hay un acólito con Síndrome de Down que ha experimentado tratamiento injusto al servir en su ministerio.
“Solamente porque están ahí con necesidades especiales no significa que no saben [que hacer],” dijo el Diácono Brenes-Ríos. “Hubo una ocasión cuando fue excluido por un maestro de ceremonias,” dijo el Diácono Brenes-Ríos.