Por Obispo Alberto Rojas
Queridos Amigos, en 1997, el Papa San Juan Pablo II hizo un llamado para que se promoviera la vida consagrada en toda la Iglesia Universal, declarando que el 2 de febrero en la Fiesta de la Presentación de Nuestro Señor se observara la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. En los Estados Unidos cuando el 2 de febrero no cae en domingo, celebramos en una fecha cercana a la Festividad. Para nosotros en la Diócesis de San Bernardino, la celebración en las parroquias será el 5 y 6 de febrero.
La celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada es una maravillosa oportunidad para que nuestro pueblo reflexione y le agradezca a Dios por el don que ha sido y sigue siendo la vida consagrada para la Iglesia. Reconocemos a aquellas mujeres y esos hombres que han profesado su vida a Dios a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Recordamos a aquellos Religiosos que han tocado nuestras vidas, nos han mostrado el rostro de Dios, han dejado brillar su luz sobre nosotros y, en tiempos de duda y oscuridad, han llenado nuestras vidas con sentido, propósito y esperanza. Quiero expresar mi profunda gratitud a las varias Congregaciones de Hombres y Mujeres de varias culturas por su presencia y participación activa en el servicio y el ministerio, por décadas en nuestra Diócesis de San Bernardino. Las vidas siguen siendo transformadas, desafiadas y apoyadas por su fidelidad a su vocación, al carisma de sus Congregaciones, mientras que todos juntos trabajamos por la Misión de Dios.
Hemos atravesado un largo camino a través de muchas generaciones de construir y hacer crecer la Iglesia, el Cuerpo de Cristo entre nosotros. Este es un Cuerpo que sigue cambiando, como un cuerpo vivo lleno de esperanzas, sueños, fe, y confianza, bendecido y herido, desafiado y agobiado, sin embargo, unido como uno solo en el amor de Dios. Necesitamos una Iglesia viva y amorosa para el tercer milenio, que todavía es nueva y se sigue desarrollando en medio de nosotros. Necesitamos ir a las periferias, conocer a las personas que ya no caminan con nosotros, cuyas voces raramente son escuchadas, conectar con ellas e invitarlas. El llamado del proceso Sinodal venidero es participar en las conversaciones, la oración y el compartimiento, para escuchar detenidamente lo que Dios desea para la Iglesia en este tiempo. ¡Que bendición pueden ser las Hermanas, los Hermanos y los Sacerdotes de una bella variedad de culturas y costumbres al participar TODOS juntos en este proceso!
¡Queridos Hermanos y Hermanas en la Vida Consagrada, los celebramos! ¡Les deseamos que tengan el espíritu, la salud y la energía para llevar a cabo la misión con esperanza gozosa! Que Dios siga llamando a muchos en nuestra Diócesis a unirse a ustedes en la Vida Religiosa y al Sacerdocio. Les aseguro que cuentan con mis oraciones continuas para ustedes. También, felicito a los Jubilares entre ustedes y les agradezco a todos su testimonio de fidelidad, servicio, y gozo al vivir en medio de estos tiempos difíciles.
La Paz y la Bendición de Dios para todos,
Obispo Alberto Rojas