Cada año, la Oficina de Asuntos Hispanos de la Diócesis instala una ofrenda para el Día de los Muertos en el Centro Pastoral Diocesano (DPC por sus siglas en inglés) en honor a aquellos que han fallecido.

Cada año, la Oficina de Asuntos Hispanos de la Diócesis instala una ofrenda para el Día de los Muertos en el Centro Pastoral Diocesano (DPC por sus siglas en inglés) en honor a aquellos que han fallecido.

El Día de los Muertos es una celebración mexicana tradicional que ocurre cada año durante el 1 y 2 de noviembre, en conexión con el Día de los Fieles Difuntos. Durante el Día de los Muertos, los mexicanos celebran a aquellos que han fallecido con ofrendas decoradas con fotos de sus seres queridos, velas y flores de cempasúchil.

Con frecuencia la celebración toma un tono gozoso, con calaveras decoradas con colores vibrantes, uno de los símbolos mas reconocidos de la celebración. Las calaveras nos hacen recordar las almas de los muertos, y los colores alegres de las calaveras son una celebración de la vida de las personas que han fallecido.

Ante el impacto del COVID-19, la Oficina de Asuntos Hispanos decidió reconsiderar el diseño de la ofrenda del DPC. Este año, el enfoque de la ofrenda es una escalera blanca grande que apunta verticalmente, simbolizando a los muertos que van hacia el cielo. Sobre la escalera hay varias cruces blancas con algunos de los nombres de los servidores de ministerios parroquiales que han fallecido de COVID-19.

“Queremos dar una imagen espiritual de lo que ha sido esta impresionante purificación en familias y comunidades por el coronavirus ... El COVID ha impactado profundamente a nuestra comunidad y todavía nos sentimos en un barco que atraviesa una tormenta,” dijo Petra Alexander, Directora de la Oficina de Asuntos Hispanos.

“Es justo recordarles en nuestras oraciones, dar gracias por los dones que trajeron a nuestros grupos,” dijo Alexander.

La ofrenda también contiene algunas de las decoraciones más tradicionales del Día de los Muertos, incluyendo velas, flores y calaveras. “Las ofrendas de Día de Muertos están rodeadas de luces y flores, recordándonos que como dice el Misal Romano: La vida no se acaba, la belleza de la vida espiritual no se ha extinguido, sino se ha transformado. Las flores del cempasúchil nos representan el color del sol, como llamaradas que emanan perfume y belleza ante el duro camino de la vida,” dijo Alexander.

Aunque el COVID-19 ha sido muy difícil, especialmente para la comunidad Hispana, Alexander espera que la ofrenda diocesana represente la creencia cristiana que la muerte no es el final. “Creemos en Cristo y de su mano subimos esa escalera que nos conduce a la transformación de nuestras vidas en una alegría que no tendrá fin,” dijo Alexander.