Por Natalie Romano

Los nuevos seminaristas están trayendo un nuevo sentido de hermandad a la Casa de Formación San Junípero Serra en Grand Terrace. Aunque los hombres varían mucho en edad e historia, dicen que esperan poder construir su hermandad. La Oficina Diocesana para las Vocaciones les llama los cuatro devotos.

“Están comprometidos a su fe, comprometidos a la verdad,” dice el Padre Hau Vu, Director Asociado de Vocaciones. “Quieren difundir la verdad y la belleza de nuestra fe Católica.”

El Padre Vu también dijo que los seminaristas son muy humanos y humildes y están dispuestos a servir en cualquier capacidad que Dios les pida.

Jose Cortez

Él pudo haber sido otro joven perdido rumbo hacia nada bueno, pero Jose Cortez dice que un retiro de confirmación cambió su vida para siempre.

“Durante, la Adoración, cuando estaba rezando, Dios me dijo que entrara en el seminario para comenzar el camino hacia el sacerdocio,” dijo Cortez. “Para mí, fue una gran lección. Antes de eso…a veces era una lucha para mí hablar con Dios. Pensaba, ¿por qué le estoy hablando a Dios si ni lo puedo oír? Ahora se que Dios me está escuchando.”

A pesar de esta experiencia, el estudiante de preparatoria en Hesperia todavía no estaba convencido de que era digno del cuello sacerdotal.

“Comencé a tender dudas,” admitió Cortez. “Pensé que Dios no quisiera que me hiciera un sacerdote porque a veces cometo errores. Siento que he cometido muchos errores. Comencé a juntarme con los jóvenes no tan buenos en la escuela. Era muy difícil.”

Ahora Cortez piensa que a lo mejor esa es la razón por la cual Dios lo llamó. Él se imagina que, como sacerdote, él puede ayudar a muchos jóvenes que se encuentran en dificultades.

“Muchos jóvenes, siento yo, se están perdiendo en el mundo,” dijo Cortez. “Me necesitaba a mí a levantarme en contra de la ola de bebida y drogas y adición. Quiere que yo calme la ola de todos los pecados en el mundo.”

Cortez dice que fue inspirado por el Padre Reginald Ibe y el Padre Jose Antonio Orozco de su parroquia Sagrada Familia y por su hermana que quiere hacerse una monja. Pero, el deseo de Cortez de hacerse un sacerdote posiblemente existía desde hace mucho.

“Cuando tenía ocho años mi mamá me hizo una pregunta y dijo que respondí con la sabiduría que solo Dios me pudo haber dado,” explicó Cortez. “Luego me preguntó si yo quería ser sacerdote y le dije que sí.”

Ahora a la edad de 17 años, Cortez, es el más joven de los seminaristas y entiende que tiene mucho que aprender.

“Espero poder expandir mi conocimiento de mi fe,” dijo Cortez, “ Espero realmente conocer a Dios y estar uno a uno con Dios sin distracciones.”

Esta es la primera vez que Cortez ha dejado su casa. Dice que está emocionado por hacerse amigo de otros seminaristas pero extrañará a su familia porque “somos muy unidos.”

Además de pasar tiempo con sus amigos, a Cortez le encanta jugar deporte y colectar figurines de Funko Pop. También le gusta leer libros de historia y la Biblia. Al comenzar una vida nueva en la Casa Serra, Cortez piensa sobre San Francisco de Asís, que dejó a su familia y rechazo bienes mundanos por una vida de servicio humilde.

“Yo también quiero hacer eso. Quiero darle todo a Dios y hacerme un sacerdote,” dijo Cortez. 

Celsus Robert

Al otro espectro de edad está Celsus Robert de 48 años de edad. Uno puede describir su camino al sacerdocio diciendo “Puedes correr, pero no te puedes esconder.” Robert comenzó el seminario en su tierra natal de Santa Lucia, pero sintió que la orden religiosa no era para él. Vino a los Estados Unidos, recibió una educación y tuvo una carrera exitosa como trabajador social en Los Ángeles. Pero dice Robert que Dios no había terminado con él.

“Una mañana que estaba rezando recibí un pequeño llamado que necesitaba regresar al seminario. Literalmente dije ay no,” dice Robert con una risa.

Pero se encontró abriendo su portátil y aplicando a seminarios. Había pasado tres años en el Seminario del Sagrado Corazón en Wisconsin y luego decidió que preferiría ser un sacerdote diocesano. Finalmente, Robert se decidió por San Bernardino porque parecía ser un lugar auténtico y amable.

“Los seminaristas son tan acogedores, -¿Tienes todo lo que necesitas? ¿Estás listo para venir?-” dijo Robert. “El amor que estoy recibiendo de los muchachos del seminario me sorprende.”

Robert dice que no le molesta ser el mayor del grupo. Espera que sus experiencias previas como seminarista y trabajador social les beneficien a los demás. “Yo les puedo ayudar navegar el seminario. He tenido tanta experiencia,” dice Robert. “Quiero ser un hermano con el que pueden caminar.”

Robert espera poder conocer a las parroquias y las personas de la diócesis. Tendrá solo un año para hacerlo porque ya ha completado sus cursos requeridos de filosofía. Estudiará teología y trabajará en el Centro Pastoral Diocesano antes de seguir adelante a la próxima etapa de formación.

Criado en una familia Católica activa, Robert pasó mucho tiempo en la iglesia tanto como acólito y corista. Su madre y sus hermanos están llenos de alegría sobre su decisión de hacerse un sacerdote. Al continuar su proceso, Robert también mira hacia San Francisco de Asís.

“A veces los grupos en una parroquia pueden convertirse en ellos contra nosotros y no me gusta eso,” explica Robert. “Podemos usar a San Francisco como un modelo que puede unir a las personas.”

A Robert le gusta leer sobre los santos, andar en bicicleta en la playa y el senderismo. A pesar de su reticencia inicial de regresar al seminario, ahora siente que está en el camino correcto.

“Estoy muy contento con lo que el Señor está haciendo en mi vida y en mi corazón,” dijo Robert.

Christopher Rodriguez

Christopher Rodriguez siempre estuvo fascinado con el sacerdocio. Comenzó en su niñez cuando primero presento el ofertorio al altar durante la misa. En vez de regresar a su banca, se quedó enfrente, fascinado por lo que estaba tomando lugar.

“Recuerdo haber mirado al sacerdote mientras preparaba el altar y pensé guau, eso es tan maravilloso, eso es tan bello,” dice Rodriguez, ahora con 23 años. “Esa fue una de mis primeras inclinaciones que tuve que quizás quería ser un sacerdote.”

Siguiendo en los pasos de sus padres, Rodriguez era un miembro activo de la parroquia de San Francisco de Asís en La Quinta. Sirvió como un ministro asistente con el ministerio de jóvenes y asistió a retiros Católicos como la Conferencia Juvenil de Steubenville. Fue ahí, dice él, que fue expuesto a la Adoración y sintió un “derrame inmenso” del amor de Dios. En ese tiempo, él no pensaba que el sacerdocio era para él y fue a la universidad para estudiar enfermería. Después de un año, Rodriguez se dio cuenta que el prefería servir a la Iglesia. Comenzó a trabajar en el ministerio de jóvenes adultos y se preguntaba si Dios quería algo más.

Cuando estalló la pandemia del COVID-19, a Rodriguez lo descansaron de su trabajo en la parroquia en San Francisco de Asís y él usó este tiempo para discernir. Con la ayuda de un consejero espiritual y la Oficina de Vocaciones, llegó a la conclusión de que estaba listo para el seminario.

“Realmente creo que tenía un hoyo para Dios en mi corazón que había tratado de llenar con el mundo,” dice Rodriguez. “No fue hasta que me rendí, que Dios llenó ese hoyo con Su amor… estoy consumido con Su amor.” Rodriguez dice que está listo para comenzar sus estudios en la Casa Serra y usará este tiempo para profundizar en su relación con Dios. Está pidiendo la intercesión de su santo de confirmación, San Pedro, que lo ayude en su camino.

“[San Pedro] era igual de débil que cualquier otra persona,” dijo Rodriguez. “En mi debilidad, él me da la esperanza que yo también puedo estar en el camino hacia la santidad, y Dios mediante, a ser un buen sacerdote.”

Cuando no está escuchando su podcast favorito “Clerically Speaking” [Hablando Clericalmente], a Rodriguez le gusta hacer geocaching y visitar parques de atracciones.  Dice que esta agradecido con todos aquellos que están rezando por él, particularmente su familia y sus amigos. Él dice que sus amigos están felices y nada sorprendidos con su decisión de estudiar para el sacerdocio.

“Siempre me he sentido atraído a la Iglesia,” dice Rodriguez. “Es ahí donde me he sentido más en paz y más amado.”

Anthony Gutierrez

Anthony Gutierrez estaba trabajando como diseñador digital cuando se encontró “acercándose a su fe” y preguntándose lo que Dios quería de él. Dice que recibió la dirección que necesitaba de un app de Biblia.

“Una de las citas era una línea de Josué 24:15, ‘Elijan hoy a quién van a servir,’” dice Gutierrez. “Era casi como si Dios me estaba dando una respuesta directa. Me llegó mucho.”

El residente de Corona dice que sintió como que Dios seguía “jalándole suavemente la oreja,” en un esfuerzo por guiarlo hacia el sacerdocio. Esas pistas junto con un anhelo interno por lo espiritual eventualmente lo llevaron a discernir y a “un sí firme” al seminario.

“Todo es tan misterioso y lo estoy procesando,” dice el joven de 28 años. “Es una cosa bella.”

Gutierrez quiere tomar las habilidades de su vida anterior y usarlas en su nueva vida. Por lo tanto, el admira al Beato Carlos Acutis, llamado el santo patrono del internet. Acutis creó una página web para catalogar milagros antes de que muriera de leucemia en el 2006. Gutierrez ve al internet como una herramienta poderosa para la evangelización.

“A veces estas cosas pueden ser un poco aburridas y secas, especialmente para los jóvenes,” dice Gutierrez. “Me gustaría desarrollar algunas maneras creativas de que ellos se puedan involucrar…y hacer la misión de Dios.” También, espera con emoción comenzar el trabajo real de ayudar a los parroquianos necesitados. “Me gusta la confesión y la consejería espiritual, el aspecto de salvar almas,” dice Gutierrez.

Gutierrez asistió a la parroquia de Corpus Christi donde los miembros de su familia han sido catequistas y servidores del altar. Lo encontrarás afuera gozando de la naturaleza o hacienda ejercicio. También le gusta un buen juego de cartas o dominós. Actualmente está leyendo “Divina Misericordia” y “Mi Pan de Cada Dia” para nutrición espiritual. Gutierrez dice que se siente confiado en esta “misión compartida de discernimiento” con sus nuevos hermanos.

“Creo que lo importante es que todos estamos intentándolo y estamos tratando de vivir una vida con Cristo,” dice Gutierrez. “Se que puedo confiar en Jesús y se que Él nunca me dejará solo.”

Natalie Romano es escritora independiente y parroquiana de El Santo Nombre de Jesús en Redlands.