Este verano, tres jóvenes adultos de la Diócesis asistieron al Programa Encuentro y Misión, una experiencia de dos semanas que ofrece educación teológica junto con una experiencia de inmersión misionera. El programa está diseñado para jóvenes Latinos Católicos y fue hospedado por la Extensión Católica junto con el Colegio Católico México Americano (MACC por sus siglas en inglés).
Los misioneros pasaron una semana en San Antonio, Texas, estudiando y visitando la frontera con México, luego viajaron a Kalamazoo, Michigan para ministrar a las familias de trabajadores agrícolas migrantes durante una semana. Adelante, dos de los tres jóvenes adultos de nuestra Diócesis comparten su experiencia de Encuentro y Misión.
Emily Rosas
¿Nos puedes contar un poco sobre ti?
Mi nombre es Emily Rosas y actualmente trabajo en la Oficina de Asuntos Hispanos aquí en la Diócesis de San Bernardino. Vivo en Cathedral City y soy miembro de la Parroquia de San Luis en Cathedral City, donde he servido por muchos años como parte del equipo de liderazgo para el ministerio de jóvenes.
¿Qué te interesó del Programa de Encuentro y Misión?
Este programa me fue presentado por la directora de mi oficina, Petra Alexander. Ella me explicó como este programa tiene como meta educar a los Hispanos milenarios como yo …en nuestra cultura, sobre la Enseñanza Social Católica y otros problemas sociales. Me llamó la atención esta oportunidad porque vi la posibilidad de aprender y crecer no solo dentro de mi ministerio, pero dentro de mi misma. Este programa fue el comienzo de mi camino como discípula misionera. Me permitió conocer otros líderes jóvenes a través del país y aprender nuevas maneras de crecer en el ministerio.
¿Como fue la experiencia y que aprendiste de ella?
Durante esta experiencia tuvo la oportunidad de visitar el Colegio Católico México Americano en San Antonio, Texas, donde tuve una semana de inmersión y aprendizaje. Hablamos sobre los hallazgos del proceso del V Encuentro, asuntos raciales y políticos, el cambio climático y como es que como la juventud Católica de nuestra Iglesia, estamos llamados a estar conscientes de estos asuntos y hacer actos de servicio para ayudar a nuestras comunidades heridas. Además, pudimos no solo aprender, pero también ver por nosotros mismos el impacto que asuntos políticos como la inmigración tienen en la comunidad Hispana.
Mientras estaba en San Antonio viví muchos momentos impactantes, incluyendo nuestra caminata al muro en el Valle del Rio Grande. Fue un momento de reconocimiento y de verdadero despertar para mi sobre qué tan bendecida soy. Me hice consciente del privilegio de poder despertar cada mañana sin tener miedo de la posibilidad de ser separada de mi familia por mi estatus migratorio, no tener que preocuparme de como iba a pagar por la escuela porque tengo la oportunidad de recibir ayuda financiera. Este privilegio de caminar a un lado de una pared que tantas personas sueñan con pasar en búsqueda de una vida mejor y no sentir ni una onza de miedo, porque sabia que estaba segura. Saber que nací en una vida y una familia diferente de muchas. Este es un privilegio que ni una vez había reconocido hasta ese momento. Realmente fue algo que nunca olvidaré.
Durante nuestro tiempo en Michigan, experimenté una semana llena de planificación, nos desvelamos y también nos divertimos bastante. Conocí a personas igual de apasionadas, o quizás más, por su fe y por servir a los demás a través del ministerio, usando los talentos que Dios les dio. Conocí a familias que nos abrieron sus puertas porque vieron algo especial en el trabajo que estábamos haciendo. El sentido de comunidad que experimenté y los brazos abiertos y la generosidad es algo que trae tanto gozo a mi corazón. Servir a una comunidad que no era la nuestra y ser tan acogidos encendió una llama en mi ser y me hizo entender una vez más que los actos de servicio pueden alcanzar tan lejos e impactar a tantas personas. Imagínense lo que la vida podría ser si lleváramos esta mentalidad a nuestra comunidad y sirviéramos a nuestro pueblo con bondad y brazos abiertos. ¡Que diferente podría ser! Si solo nos abriéramos a lo que Dios nos está llamando y escucháramos, podríamos hacer tanto bien.
¿Tienes algunos pensamientos finales?
Esta experiencia fue solo el comienzo para mí. Espero que Dios tenga más experiencias misioneras como esta planeadas para mí. Ayudando a las comunidades mas necesitadas, aprendiendo sus historias, creando conexiones y construyendo relaciones con otros líderes trabajando hacia la misma meta es algo en lo cual me seguiré esforzando por participar. Es mi esperanza que pueda continuar mi trabajo de discipulado misionero y ser parte del crecimiento y el desarrollo de nuestros futuros líderes de la iglesia.
Jose Macias
¿Nos puedes contar un poco sobre ti?
Mi nombre es Jose Macias y trabajo como co-maestro preescolar para el programa Head Start en un distrito de las escuelas públicas en el Sur de California. Además, trabajo en el ministerio de jóvenes adultos en mi parroquia San Antonio en San Jacinto.
¿Qué te interesó del Programa de Encuentro y Misión?
Durante una reunión de varios vicariatos en febrero del 2020 con ministros de jóvenes y jóvenes adultos de otras parroquias, Edgardo [Juarez, el Director de la Oficina de Ministerio con Jóvenes Católicos] compartió este recurso como una oportunidad para aquellos que quieren tener la experiencia del trabajo misionero en persona. En nuestras reuniones de jóvenes adultos en nuestra parroquia y en los cursos especializados de jóvenes adultos en la Diócesis, habíamos hablado sobre la importancia de como empezar a crear misioneros desde conocerlos a acompañarlos al comienzo. En el momento cuando él anunció esa oportunidad, en mi mente estaba contemplando el hecho de que era una señal porque recientemente había ido a la conferencia 2:42 en San Diego donde escuché hablar sobre experiencias impactantes del trabajo misionero de otros jóvenes adultos.
¿Como fue la experiencia y que aprendiste de ella?
Unas horas después de llegar a la primera parroquia de muchas donde nos pidieron proveer un programa para los niños hasta los jóvenes, me di cuenta de la emoción que los niños sentían por estar rodeados de adultos de todas las partes de los E.E.U.U. tomando el tiempo para la diversión con juegos y nutrición espiritual. El equipo del cual fui parte durante este tiempo colaboró muy bien en preparar cada programa para la audiencia adecuada. Todos los niños, jóvenes, y jóvenes adultos se sentían felices al poder ser ellos mismos, tener alguien que los acompañara en sus pasiones, tener alguien que los escuchara en sus luchas y saber que estábamos con ellos en espíritu después de nuestro tiempo en Michigan.
Lo que yo aprendí de esto es que el acompañamiento es fundamental cuando se trata de conectar con personas de la fe en el lugar donde ellos se encuentran y llevarlos más profundo a las maravillas de ser un Católico y saber que esta experiencia es para todos tan solo tienen que estar dispuestos a esforzarse y ser flexible cuando los recursos son limitados
¿Tienes algunos pensamientos finales?
No cambiaría esta experiencia de una semana de conocer a otros y hacer este trabajo como un equipo por nada. Mi esperanza es que más oportunidades para hacer trabajo misionero como esta se hagan disponibles en el futuro para todos los grupos que participaron para que todos podamos volver a visitar y hacer el mismo trabajo pero en otros lugares en los E.E.U.U. donde hay necesidad.