Un año como ninguno.
En reuniones, comentarios públicos, homilías y video-mensajes, el Obispo Gerald Barnes muchas veces se ha referido a la realidad surreal y estresante de esta pandemia de esta manera.
El ritmo de la Iglesia local, verdaderamente, ha sido perturbado por COVID-19, más que nada en la habilidad de las personas de asistir juntos a la Misa-el cimiento de la práctica de fe para muchos. Las iglesias en la diócesis fueron cerradas completamente por casi tres meses después de la orden estatal del Gobernador Gavin Newsom que fue emitida en marzo. Las Misas se volvieron a celebrar con asistencia limitada por un mes a mediados de junio antes de que un aumento de casos llevaron a otra clausura después del Día de Recordación (Memorial Day). Actualmente, la Diócesis está siguiendo lineamientos del estado y el condado que solo permiten Misas al aire libre, con no más de 100 personas.
El Obispo Barnes ha dicho claramente en sus declaraciones públicas que sus decisiones relacionadas con la Misa y otros Sacramentos públicos están guiadas primeramente por su preocupación por las vidas de los fieles que puedan estar en riesgo.
“He tomado estas acciones desde una reverencia por la vida,” dijo en un video mensaje en agosto. “La amenaza que el COVID-19 posa a las vidas de algunos de nuestros hermanos y hermanas es real. Por lo tanto, estamos llamados a observar estas precauciones de salud y seguridad por amor y cuidado el uno del otro...Dios nos pide que confiemos en la sabiduría de aquellos que él ha escogido en los campos de ciencia y medicina. Él trabaja a través de ellos para protegernos y sanarnos.”
A pesar de las limitaciones, la iglesia local comenzó a celebrar Misas de Confirmación, Primeras Comuniones, bodas y bautizos, la mayoría de las cuales se celebraron después de que se implementaron las estipulaciones para celebraciones al aire libre. Mientras que algunos han escogido esperar hasta que puedan regresar al ambiente del edificio de la iglesia para celebrar su Sacramento, muchas familias dijeron que estaban agradecidos que su parroquia celebró liturgias sacramentales al aire libre. A algunos incluso les gustó el nuevo ambiente.
“Fue algo muy personal tener algo más pequeño que se enfocó en cada persona’’, dijo Marie Cantwell, cuyo hijo, Ryan, fue confirmado en la Parroquia Santo Nombre de Jesús el 4 de agosto.
Ann Marie Gallant, Directora de las Operaciones Colaborativas de Emergencia (EOC por sus siglas en inglés), ha sido una figura instrumental en la respuesta Diocesana a la pandemia. Ella es un vínculo entre los oficiales y lineamientos públicos en cuanto al virus y la Diócesis; ella monitorea las últimas estadísticas del COVID-19 para los condados de San Bernardino y Riverside y trabaja con las parroquias y las escuelas para ayudarles a cumplir los reglamentos.
“Ha habido un cambio dramático en el enfoque del EOC,” dice Gallant. “[La pandemia] no es un incidente que comienza y termina. Ha sido una respuesta continua 24 horas al día 7 días a la semana.” Gallant, quien trae sus años de experiencia trabajando en el sector público a su ministerio, aplaudió al liderazgo parroquial y el personal por su respuesta en servir a las comunidades de fe bajo estas restricciones difíciles.
“Se han adaptado y han respondido de la manera más creativa,” dijo ella. “Nos ha forzado a todos como sociedad y como Iglesia pensar de manera innovadora.”
En una reunión Virtual “Town Hall” del Personal del Centro Pastoral Diocesano el 9 de septiembre, Gallant explicó donde se encontraban los condados de la Diócesis en el sistema escalonado del estado diseñado para monitorear la severidad del COVID-19 en diferentes áreas de California. Al tiempo de la reunión, tanto los condados de San Bernardino y Riverside estaban en la categoría morada, que denota una presencia “Extensa” del virus y limita los servicios religiosos al aire libre. Gallant le dijo a los empleados del Centro Pastoral que esperaba que los condados de San Bernardino y Riverside se movieran a la categoría roja que es más favorable, que denota una presencia “Sustancial” del virus para octubre. Esto significaría que las Misas adentro con hasta 100 participantes se volverían a permitir. También anunció planes de acrecentar el personal en el Centro Pastoral empezando a mediados de Septiembre, con la meta de tener al personal completo del Centro Pastoral Diocesano de regreso en un horario de trabajo variado para finales de octubre. Ella añadió, que todos estos objetivos dependen de que los niveles de COVID 19 sigan disminuyendo.
En sus comentarios en la misma reunión “Townhall,” el Obispo Barnes enfatizó los cambios sísmicos que la pandemia ha tenido sobre la práctica de fe en la Diócesis.
“No estoy seguro de que volveremos jamás a estar igual que antes,” dijo él. “Tenemos que cambiar nuestra mentalidad.”