Obispo Gerald BarnesPor Obispo Gerald Barnes

Diócesis de San Bernardino

Tomado del discurso del Obispo Barnes durante la Reunión de Vicariatos con las parroquias de la Región Pastoral de San Bernardino el 5 de febrero. 

Al celebrar quienes somos como familias, la oportunidad que se nos da, no podemos perder la perspectiva de los muchos desafíos que enfrentan nuestras familias en la actualidad. Podemos celebrar sin hacer caso omiso del dolor, la realidad que vive nuestra gente. Quiero mencionar algunas de estas tensiones y son muchas. 

El racismo, no ha muerto, está muy vivo. Está en toda cultura y en toda raza. Es el pecado que menos confiesan los católicos en la Iglesia porque no nos percibimos como racistas. Y cuando en nuestro país ocurren algunas de las cosas que se han divulgado en los noticieros, lo enfrentamos de nuevo, y aunque no lo veamos como otros lo ven, ellos lo están sintiendo y por tanto no podemos hacer caso omiso. ¿Cómo ayudamos a nuestras familias que están sufriendo racismo? No podemos decir que no deben sentirse así. ¿Cómo los ayudamos, cómo los acompañamos? ¿Cómo confrontamos tal vez lo que hay en mí? No podemos hacer caso omiso, esto es algo real. 

 

La reforma migratoria. Sabemos que las deportaciones han separado a muchas de nuestras familias. Y a algunos de nosotros no nos importa “esa gente que vino aquí ilegalmente”. Bueno, como católicos, si nos importa. ¿Cómo celebramos a la familia, la alegría de ser familia, sabiendo que algunos de nuestros hermanos y hermanas están sufriendo a causa de las políticas migratorias deficientes en nuestra sociedad, en nuestro país? Y si es algo que me incomoda, tal vez eso es algo en lo que necesito la guía de la oración en esta Cuaresma. Es algo que nos ha dividido como Iglesia. 

Ahora tenemos este fenómeno del ateísmo que sigue creciendo, especialmente entre nuestros jóvenes. Hubo un tiempo en que nuestras familias sufrían porque los hijos ya no practicaban la fe en que los habíamos criado. Ahora en muchas de nuestras familias no es solamente que no practican esa fe, sino que no la tienen. Vemos los carteles publicitarios invitando a personas que son ateas a unirse. 

En nuestro estado estaremos enfrentando la cuestión del suicidio asistido. Ustedes saben de familias en que alguien sufre de una larga enfermedad, está paralizado, tiene Alzhemier’s, cáncer terminal y sabemos que algunos en la familia no quieren ver sufrir a sus familias y así que piensan que la mejor opción para ellos es el suicidio asistido por un médico. Y también tenemos a aquellos en la familia que no quieren ver sufrir a sus hermanos y hermanas, padres y abuelos enfermos. Tenemos una doctrina especial en nuestra Iglesia sobre acoger a nuestros moribundos, sobre caminar unos con otros. Necesitamos redescubrir lo que nos enseña nuestra Iglesia. Sobre estar unidos y luchar en contra de leyes y programas que promueven el suicidio asistido por un médico; están afectando a nuestras familias en estos momentos. 

Tenemos familias que están siendo afectadas por la violencia intrafamiliar. Algunos ni siquiera nos hablan del tema, se sienten avergonzados, sienten temor. En cada una de nuestras parroquias, pobres y afluentes, en todo grupo étnico, tenemos violencia intrafamiliar. ¿Cómo caminamos con ellos al tiempo que celebramos quienes somos como familia? En muchas de nuestras parroquias, especialmente en años recientes, ha habido suicidio, especialmente entre los jóvenes. ¿Qué estamos haciendo para acompañar a esos padres de familia? ¿Qué estamos haciendo para acompañarnos los unos a los otros al abordar el suicidio que tanto hiere a nuestras familias? 

La homosexualidad. Se habla mucho del matrimonio entre personas del mismo sexo, pero nosotros como Iglesia, como Diócesis, como parroquia, ¿cómo vemos a esa persona homosexual, que es miembro de nuestra familia? ¿Cómo ve la familia a esa persona? ¿A ese hijo o a esa hija? ¿A ese hermano o a esa hermana? ¿Ese sobrino o esa sobrina? ¿Cómo celebramos a las familias sabiendo que a muchos de sus miembros que son homosexuales se les está excluyendo hasta de una reunión familiar? O sienten que no pueden estar en una cena familiar el Día de Acción de Gracias por lo que podría decirse de ellos. Esta es la realidad que estamos enfrentando en nuestro país y en el mundo. 

Uno de los problemas más grandes que tenemos también en nuestras comunidades es la violencia. Mucha de nuestra gente vive llena de temor, temor de dejar que sus hijos jueguen frente a la casa, temor de ir a un centro comercial, temor de mandar a sus hijos a la escuela. Esta es una realidad que está enfrentando nuestra gente. El tráfico de seres humanos, venta y esclavitud especialmente de mujeres y de niños, de inmigrantes de quienes se aprovechan, a quienes se separa de sus familias. 

En estos momentos tenemos este temor a las enfermedades contagiosas. Hace sólo unos meses era Ébola, ahora es el sarampión. ¿Por qué situación están pasando nuestras familias? ¿Cómo hablamos de ello? ¿Cómo los acompañamos con los temores que pudiesen tener? No sólo sobre enfermedades contagiosas, sobre atención médica, sobre educación y empleos. Sobre la situación política en nuestro país y en el mundo, vemos atrocidades como quemar gente viva, crucificar a niños, enterrar gente viva. No podemos olvidar que al celebrar a la familia, esa es una realidad. ¿Cómo incluimos eso en nuestras oraciones, al tratar de mejorar nuestras propias vidas, nuestras familias y nuestros vecindarios? Cumplir con nuestra responsabilidad cívica. En muchas de nuestras comunidades, nuestra realidad es la consecuencia de que la gente no cumpla con sus deberes cívicos, no pedirles cuentas a los líderes políticos, no elegir a quienes servirán a toda la comunidad. Y así que tenemos todas estas cosas, no podemos huir de ellas, son las realidades que enfrentan nuestras familias día a día. 

Así que cuando predicamos y cuando enseñamos tenemos que tomar en cuenta estas realidades. Tenemos que hacerles saber que sabemos lo que ellos están viviendo. Tenemos que hacerles saber que no están solos. Tenemos que hacerles saber que si quieren hablar, estamos ahí. Tenemos que hacerles saber que tal vez haya organizaciones, que tal vez haya grupos, tal vez haya centros donde pueden recibir ayuda. Tenemos que hacerles saber que nos importan. Y tenemos que hacerlo por razón del Evangelio.