Por Amanda Alexander 

 Este Adviento, en cada parroquia de la diócesis, los voluntarios están trabajando arduamente para recaudar firmas y poner un alto a la propuesta de ley ABx2-15, el cual el gobernador Brown firmó en ley el 15 de octubre.

 SB 128, una propuesta de ley que hubiera legalizado el suicidio asistido, fue aprobado por el Senado de California en el 2015, pero fue detenido por el Comité de Salud de la Asamblea por falta de apoyo. Los que apoyaban la propuesta reintrodujeron el suicidio asistido en una Sesión Especial como ABx2-15. Esta propuesta fue sometida con rapidez tanto en la Asamblea de California como en el Senado, con menos revisiones del comité y menos debate que el requerido en una sesión regular. Pasada en poco tiempo, el Gobernador Brown firmó la ABx2-15 para convertirla en ley, declarando, “Pude reflexionar en lo que yo querría al enfrentar mi propia muerte”. Un referéndum fue sometido para anular la ley, el cual está detenido en la actualidad. Ahora se están reuniendo firmas para someter a votación en Noviembre del 2016 el “Referéndum para Anular la Ley de Ayuda durante la Muerte”.

 La justificación que dio el gobernador Brown al firmar la propuesta de ley fue engañosa. Si a él se le diagnosticara una enfermedad terminal es probable que recibiera la mejor atención paliativa; el terminaría sus días en paz y comodidad. Sin embargo, la medicina paliativa como la que provee Hospice no tiene cobertura universal por el seguro médico y por lo tanto el costo lo tendría que proveer el paciente y su familia. 

 Esta propuesta de ley tendrá otras consecuencias negativas para la sociedad. El hecho de legalizar el suicidio de los enfermos terminales y de los discapacitados, y al mismo tiempo ofrecer recursos anti-suicidio para el resto de la población, enseña que la vida de los enfermos y de los discapacitados no tiene importancia para nuestra sociedad.

 La Iglesia afirma: “la dignidad de la vida es desde la concepción hasta la muerte natural”, y por lo tanto está opuesta al suicidio asistido. Debemos, entonces trabajar para reafirmar la dignidad de los enfermos terminales e discapacitados para que puedan sentir que su dignidad no se ha perdido. 

 La doctrina de la Trinidad, de cual, a imagen estamos hechos, nos obliga a unirnos en solidaridad con los que están sufriendo y muriendo. El Padre y el Espíritu nunca abandonaron al hijo, aun cuando el sentía haber sido abandonado. Como cristianos, debemos unirnos a los que sufren y mueren con Jesús en la Cruz. Como católicos, debemos oponernos a cualquier legislación que promueve la muerte en lugar de la vida. 

 Para más información sobre lo que enseña la Iglesia Católica sobre los asuntos del final de la vida, ver: http://www.cacatholic.org/sites/default/files/files/FAQsSP.pdf

Amanda Alexander es Directora Asociada de la Oficina de Asuntos Sociales.