Por Natalie Romano
Armada con un cartel que dice “Dios da la bienvenida a todos,” Yolanda se une a la fila de manifestantes interreligiosos que defienden los derechos de los inmigrantes.
Mientras muchos en la multitud sonríen o cantan, la feligresa de San Antonio en Riverside luce sombría. Eso se debe a que está pensando en su prometido fallecido.
Yolanda dice que él vivió aquí, trabajó aquí, pagó impuestos aquí, pero como no tenía estatus legal, también sufrió discriminación.
“El hecho de que no nazcas con las mismas oportunidades no te hace menos ser humano,” explicó Yolanda, quien prefirió no revelar su apellido por privacidad. “Y creo que las personas que nacieron en Estados Unidos deberían darse cuenta de que son bendecidas... Salí hoy porque creo que todos deberían ser tratados con igualdad y justicia.”
Este sentimiento hizo eco en la “Marcha por la Justicia para los Inmigrantes,” que organizó la diócesis y tuvo lugar el 12 de abril en el centro de Riverside. Más de 300 personas de distintas religiones se congregaron para apoyar públicamente a los inmigrantes, sin importar su estatus migratorio. Las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump, que han provocado deportaciones masivas, así como la preocupación de los líderes religiosos locales por los derechos humanos y civiles suscitaron la marcha.
La “Marcha por la Justicia para los Inmigrantes” marca el primer evento interreligioso que la diócesis organiza en casi una década y, por consiguiente, el primero con el obispo Rojas a la cabeza.
La rabina emérita Suzanne Singer, del Templo Beth El de Riverside, el imán Mahmoud Harmoush, del Centro Islámico de Riverside, y el reverendo George Lamb, de Living Way Christian Fellowship, se sumaron al obispo Rojas para encabezar la procesión, que comenzó con discursos junto a la estatua conmemorativa del Dr. Martin Luther King Jr. y concluyó con un evento de oración en la Iglesia Católica de San Francisco de Sales.
Siendo él inmigrante, el obispo Rojas relató cómo su familia se mudó de México a Estados Unidos en la década de 1980, señalando que en esa época el proceso era más sencillo. Enseguida instó a los funcionarios del gobierno a hacer uso de su autoridad de forma compasiva.
“Roguemos para que quienes ocupan puestos de autoridad se aparten de los males del prejuicio, el miedo y el racismo,” fue la plegaria del obispo Rojas. “Señor, te pedimos que conmuevas el corazón y la mente del presidente de los Estados Unidos y de todos los miembros del Congreso.”
Además de las deportaciones, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) mantuvo detenidas a casi 48.000 personas, según informa el centro de acceso a registros de procesos gubernamentales (TRAC) de la Universidad de Syracuse. La organización sin fines de lucro dedicada a la recopilación de datos afirma que aproximadamente 48 % de estas personas no tenían antecedentes penales.
El Dr. Enrique Murillo se contaba entre los muchos manifestantes que criticaron dichos encarcelamientos.
“Personas inocentes sin antecedentes penales están siendo interrogadas y detenidas. Millones en los Estados Unidos viven con miedo,” dijo el Dr. Murillo, profesor de Educación en la Universidad Estatal de California, San Bernardino. “...[Esta administración necesita] revertir todas las órdenes ejecutivas emitidas. Se debería dedicar más tiempo a un control migratorio integral y sensato.”
Margarita, feligresa de Santa Catalina de Alejandría, también quiere ver un cambio en la política, ya que a sus familiares les tomó una década para ingresar legalmente al país.
“Los inmigrantes contribuyen mucho a este país, ya sea su trabajo o la creación de empleos en pequeñas empresas,” dijo Margarita, quien optó por no revelar su apellido por motivos de privacidad. “¿Cómo van a impulsar su economía, si pretenden traer trabajadores que desempeñen los oficios que nadie quiere y estos tardan 10 años en llegar?”
Una firme convicción de la justicia social inspiró a Mark Miller, de 29 Palms, a hacer el viaje de dos horas hasta Riverside. El candidato al diaconado de nuestra diócesis afirma que el componente interreligioso de la marcha le da mucho más poder.
“Esta marcha le demuestra a la comunidad en general que las personas de fe están unidas en apoyo a la comunidad inmigrante en lo que a este tema respecta. Creo que es importante,” expresó Miller, de la Iglesia Católica del Santísimo Sacramento en 29 Palms. “También les dice a los inmigrantes que la comunidad de fe les ofrece un lugar seguro a donde ir y sentirse bien recibidos.”
Los líderes diocesanos coordinaron el evento porque querían que la fe fuera de nuevo el centro de atención en medio de toda la retórica política.
“Dada la política migratoria que implementa la actual administración, este es obviamente un momento crucial para que nuestra Iglesia dé testimonio público de la dignidad y el valor que Dios le dio a cada persona humana, documentada o no,” dijo John Andrews, vicecanciller y director de comunicaciones de la Diócesis de San Bernardino. “Caminar con hermanos y hermanas de otras religiones y unirnos en oración parecía ser la manera más auténtica de hacerlo.”
El mes pasado, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), junto con otros grupos religiosos, publicó un informe que expresaba su preocupación por las repercusiones que las deportaciones masivas tienen en las familias cristianas. El informe indica que el 80% de los inmigrantes en riesgo de deportación dicen ser cristianos, y el 61% de ellos son católicos. La USCCB pide políticas migratorias justas que reconozcan la importancia de toda vida y que las naciones tienen derecho a controlar sus fronteras.
La procesión recorrió una milla y llevó a los manifestantes de las calles a las bancas de la iglesia de San Francisco de Sales. Durante el evento de oración, los líderes religiosos hablaron de los personajes y movimientos importantes de su herencia religiosa que reflejan las dificultades que enfrentan los inmigrantes en nuestros días.
La rabina Singer, cuya madre emigró a los Estados Unidos tras sobrevivir al Holocausto, enfatizó la festividad de la Pascua judía, que comenzó esa noche.
“Los judíos no solo celebramos la liberación de los esclavos hebreos de la opresión y la crueldad, sino que los rituales nos inspiran empatía,” puntualizó la rabina Singer. “Debemos vernos como si hubiéramos sido esclavos en Egipto, y eso debería ayudarnos a comprender lo que significa ser inmigrante, solicitante de asilo o refugiado.”
En el espíritu del evento interreligioso, los cantores de Temple Beth El unieron espontáneamente sus voces a la del músico católico Jacob Escovedo para entonar «Amazing Grace», antes de interpretar un canto del Séder de Pésaj.
Después del evento de oración, los asistentes disfrutaron de música y un almuerzo al aire libre.
La feligresa Mary Romig cree que la marcha comunicó un mensaje importante a quienes sienten incertidumbre.
“La esperanza es el mensaje y debemos mantenerla viva.”
Natalie Romano es una galardonada escritora independiente que reside en el sur de California.