Por Mary Pearson


Es una de esas leyes no escritas que aplica a la vida de la parroquia Católica: tan cierto como habrá el sacrificio diario de la Misa misma, la mayoría de las veces habrá-un grupo de feligreses que se reúnen antes de la Misa para rezar el rosario.


En cualquier día ordinario, ellos son los primeros en llegar a la iglesia, reunidos en y alrededor de las bancas de enfrente con sus libros de oración y sus rosarios. Si llegas unos minutos antes para la Misa de entre semana, quizás llegues a tiempo para oírlos rezar el “Dios te Salve.” Muchas veces, estos grupos no se anuncian en el boletín, ni se encuentran en la lista oficial de “ministerios” de la parroquia. Simplemente, son personas que llegan, unidas por una devoción común al Santo Rosario.


En la parroquia de Santa Catalina de Alejandría en Temecula, hay un grupo regular de entre 10 y 15 personas que reza el rosario antes de la Misa diaria de la mañana que comienza a las 7:25 a.m. El Byte habló con algunos de ellos después de la Misa el mes pasado para entender qué atrae a las personas a esta devoción particular.


“En los días en que no llevo a mi nieto a la escuela, vengo aquí,” dice Carmen, una parroquiana que le dijo al Byte que solo había comenzado a venir recientemente al rosario diario. Carmen dice que su asistencia es “esporádica,” pero está feliz venir cuando puede.


Margaret “Peggy” George tiene 92 años, y ha rezado y guiado el rosario en Santa Catalina desde que se abrió la parroquia en 1979. Cuando le preguntamos sobre los orígenes del grupo particular del rosario diario, Peggy se rió y dijo que su memoria no se extiende tan lejos al pasado. Pero para Peggy, rezar el rosario en comunidad con los otros feligreses es algo natural. “Es lo primero que hacemos cuando entramos a la Iglesia,” dijo ella, agregando que “Todos se saben el rosario.”


Ellen Ender ha estado viniendo al rosario diario en Santa Catalina por aproximadamente un año. “He tratado de rezar el rosario todos los días desde alrededor de 2008,” Ender explicó, que fue una peregrinación a Medjugorje que primero la inspiró a iniciarse en esta práctica. Cuando le preguntamos por qué elige venir a la iglesia para rezar con los demás en vez de rezar sola en casa, Ender dice que aprecia que, “te da un sentido de comunidad.”


Todas las personas del grupo que hablaron con el Byte estaban de acuerdo de que la práctica de orar en comunidad ejerce un tipo de presión social positiva en su vida de oración. Ender explicó que, ya que Peggy típicamente guía la primera década, si ella no está ahí, los otros en el grupo se dan cuenta. “Entonces sientes un sentido de responsabilidad estar ahí, te empuja un poquito más,” dijo ella. Esta responsabilidad tiene el efecto adicional de construir relaciones entre los miembros del grupo. Las personas del grupo- aunque no se conecten regularmente fuera del rosario diario- han construido una relación genuina el uno con el otro por medio de esta práctica de oración devocional en grupo. Es un lugar donde alguien puede pertenecer, simplemente al llegar y orar.


Mary Pearson es una escritora independiente y parroquiana de Santa Marta en Murrieta.