Por Yesenia Vega

Se acostumbra a decir que los nicaragüenses traemos a la Inmaculada Concepción en el DNA y sí, es una herencia poderosa. Como inmigrante nicaragüense, celebrar la Inmaculada significa para mí un privilegio. Soy la cuarta generación que sigue esta tradición, me siento agradecida por esta herencia de fe que viene desde antes de mis abuelos. Recientemente visité Nicaragua, encontré un pueblo inundado de necesidades y sufrimientos, sometido por la dictatura de un gobierno que no ha dado cuidado a los ancianos, ni ofrece oportunidades a los jóvenes, ni mejores fuentes de trabajo a las familias. Muchas voces se han levantado y son silenciadas. En la iglesia de Nicaragua hay muchos pastores y laicos perseguidos como profetas actuales. Los creyentes confían que nuestra Madre escucha todas las peticiones. La Inmaculada Concepción representa la gran resistencia en medio de esta crisis política. Visitar Nicaragua es traerse también una esperanza antigua y nueva, dentro del dolor que vive, del silencio impuesto, emana la gran Esperanza en Dios y La Inmaculada Concepción. Dios escucha nuestras súplicas y algún día tendremos un país con derechos. Nuestra patria recuperará el poder de la libertad verdadera, para expresar su fe.

Los nicaragüenses sabemos individualmente que para los tiempos oscuros siempre hay una luz, por que donde está Maria está Jesús. La Inmaculada Concepción es una Madre que nunca abandona a sus hijos. Yo me siento cobijada, protegida por la Inmaculada Concepción, ella ha estado en mi vida desde que emigré a este país y con ella están mis antepasados; pero está mi patria toda, mi pueblo, el que sigue en Nicaragua y el que está disperso. Este es el cuarto año que celebramos como comunidad nicaragüense en la Diócesis. Nos alegra sentir la presencia del Obispo Rojas como pastor, que nos toma en cuenta como parte de su rebaño. En su homilía el obispo nos exhortó a caminar con Fe y Esperanza junto con Maria y San José. El reconoce lo mucho que han sufrido las familias al exiliarse por la crisis política y sentimos que se une su oración a la nuestra. Deseo que nuestra cita cada 8 de diciembre sea un espacio de encuentro para toda la comunidad nicaragüense y podamos vivir con Esperanza lo que toda Madre sueña para sus hijos: que vivamos en fraternidad, celebrando juntos y gritando: ¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de Maria! ¡Viva Maria! Maria de Nicaragua, ruega por nosotros.

Yesenia Vega es catequista y parroquiana de Santa Catalina de Siena, Rialto. Es secretaria administrativa de la Oficina de Matrimonio y Vida Familiar. Vino de Nicaragua cuando era adolescente.