Por Obispo Alberto Rojas

Hermanos y Hermanas en Cristo, Nuestra Iglesia local sigue enfrentando el asunto del abuso de menores por parte del clero.  Hemos hecho mucho de nuestra parte a través de las últimas dos décadas para enfrentar este terrible pecado, implementando estructuras y pólizas fuertes para prevenirlo.  Seguimos reconociendo nuestras fallas anteriores en proteger a los niños y trabajamos hacia la sanación y la reconciliación de las víctimas del abuso en nuestra Diócesis.

Sin embargo, también tenemos que lidiar con el dolor de nuevas revelaciones en las noticias que detallan alegaciones de abusos y mala conducta de parte de líderes confiados en la Iglesia.  Este es un recuerdo que todavía enfrentamos este mal y, por lo tanto, la necesidad de que estemos vigilantes en nuestros esfuerzos por proteger a los niños y de continuar educando todos los ministros de la Iglesia sobre este asunto.  ¡El trabajo de proteger a nuestros niños le pertenece al Cuerpo de Cristo total!

Este año he comenzado mi Episcopado como el Tercer Obispo de San Bernardino.  Deseo hacer muy claro que yo condeno, en los términos más fuertes posibles, el abuso sexual y/o el acoso de un hombre, mujer o niño en cada caso.  Va en contra de todo lo que Dios tuvo en mente cuando creó a cada ser humano con una dignidad inherente.  Como hijos de Dios, estamos llamados a tratar a todos nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor y respeto con el cual queremos ser tratados (CIC, no 1964).  Asaltar sexualmente o acosar a otra persona es disminuir su dignidad y valor humano.

Cuando llegué a la Diócesis de San Bernardino, me alentó ver todo lo que se está haciendo en esta Iglesia local para enfrentar el asunto del abuso sexual de menores por parte del clero.  Hemos establecido un ministerio entero, La Oficina para la Protección de Niños y Jóvenes, para tomar cargo de la educación y la implementación de nuestras pólizas de Ambiente Seguro; y tenemos un Coordinador de Asistencia a Víctimas que provee apoyo pastoral y emocional, en nombre de la Iglesia, a las víctimas de abuso.  Gracias a esto, y el compromiso continuo de nuestro clero y nuestros ministros laicos, nuestras parroquias y escuelas Católicas son algunos de los lugares más seguros que existen para niños y jóvenes.

También hemos tomado pasos muy importantes en los años recientes de reconocer públicamente incidentes anteriores de abuso en nuestra Diócesis y de trabajar hacia la reconciliación con las víctimas de abuso. En el 2018, la Diócesis publicó una lista de todos los sacerdotes creíblemente acusados de abuso sexual de menores en nuestra historia de 40 años. 

Continuamos actualizando la lista en la página web de la Diócesis cuando sabemos de nuevas alegaciones creíbles.  En el 2019, fuimos una de seis Diócesis en California que participamos en el Programa Independiente de Compensación (ICP por sus siglas en inglés) para víctimas-sobrevivientes de abuso sexual por sacerdotes cuando eran menores, un programa independiente y voluntario que le ha permitido a víctimas recibir compensación financiera como reparación del abuso que vivieron.

Extiendo mis bendiciones y mi profunda apreciación a todos aquellos que han compartido en el trabajo de nuestro compromiso de proteger a los niños.  Estamos siendo luz en un lugar que una vez estaba cubierto en oscuridad.

Parte de nuestra responsabilidad en este ministerio es crear un ambiente de ánimo para que aquellos que han sido abusados lo reporten. Como líder de esta Iglesia local, quiero animar fuertemente a cualquier persona que ha experimentado el trauma de abuso sexual o acoso que por favor lo reporte a las autoridades correctas.  El abuso o acoso de niños tiene que ser reportado inmediatamente.  El abuso de niños se debe reportar a la policía o a los servicios de protección de niños del condado.  El acoso se puede reportar a su empleador o párroco-dependiendo de la naturaleza y el contexto.  Puede visitar la página web de la Oficina para la Protección de Niños y Jóvenes www.docyp.org para recibir información más detallada sobre como reportar el abuso.

Se que esto continúa siendo un asunto doloroso para muchas personas, causando sentimientos de vergüenza, enojo y negación.  Por favor sepan que, como su Obispo, sigo orando por ustedes y que nuestra Iglesia camina con ustedes en su dolor y su duda.  Esta experiencia nos ha humillado para guiarnos en el camino de la reconciliación que Dios nos muestra.  Somos imperfectos, pero seguimos adelante con Esperanza.  Permitimos que Dios nos renueve en la santidad que buscamos pero que no podemos encontrar por nuestra propia cuenta

Los invito a que continuemos orando por la sanación de todas las víctimas de abuso y que nos apoyemos el uno al otro en nuestro compromiso de proteger a nuestros jóvenes preciados del daño, a través del Ministerio de Protección de Niños y Jóvenes.