Por Petra Alexander
San José es patrono de los trabajadores en la Iglesia Universal. Para la cultura Hispana, la celebración de San José Obrero es muy importante, y se enmarca con el 1ero de mayo. En los Estados Unidos, los latinos cambiamos nuestro calendario celebrativo, el Día del Trabajo se celebra el primer lunes del mes de septiembre, y de igual manera, es una celebración en honor a todos los trabajadores, fruto del movimiento de los trabajadores en 1894.
Para un católico, reconocer el valor del trabajo es mucho más que identificar la aportación a la economía, al aumento adquisitivo de una sociedad. En nuestra fe, el trabajo es una conexión directa con Dios. Desde el Génesis, Dios se manifiesta trabajando en su creación, como un alfarero sigue modelando nuestro ser. Para un católico, trabajo es una de las realizaciones más grandes, porque nos identifica con un Dios que transforma las cosas, porque nos permite descubrir nuestros dones y realizarlos, etc. En uno de los himnos de la Liturgia de las Horas, todas las herramientas cantan mientras los seres humanos las usan: el martillo, la rueda, el humo… pero es Dios mismo, despierto, continuando su creación a través de nuestro trabajo:
Dios que sigue despierto, ya no es su sitio el desierto. Ni la montaña se esconde; Dios está - sin mortaja - en donde un hombre trabaja y un corazón le responde.
La Doctrina Social Católica reflexiona ampliamente cómo la fuerza del pecado también afectó profundamente la realidad del trabajo. Las alegrías y satisfacciones del trabajo se conjugan con el sudor y las lágrimas, por su dificultad, sacrificio, por lo que nos cuesta, pero también por las innumerables injusticias que se entremezclan: los riesgos, el salario injusto, la negación de derechos, el abuso… Para la iglesia, el trabajo también es un escenario complejo donde se juegan los derechos y la dignidad de la persona, y por eso el apoyo al trabajo con derechos.
La pandemia provocó una movilidad alrededor del trabajo: por una parte, valoramos a numerosos trabajadores “esenciales”, que dedican su vida a la salud, la investigación científica, el cuidado clínico, los servicios de limpieza, los campesinos, trabajadores de servicios… y por otra parte, muchas personas han sentido el desplazamiento de sus empleos, el corte y la suspensión. Las periferias sociales están en movilidad: hay familias angustiadas por el término de moratorias de renta, de cese de los apoyos del desempleo, o de la no apertura de sus lugares de trabajo. Jóvenes que ven más lejano un empleo que les permita el auto sostenimiento.
El patronazgo de San José nos motiva a fortalecer una fe en acción. El trabajo es un lugar de lucha, de muerte y vida. Con nuestro cansancio y agotamiento nos acercamos a la muerte para que otros vivan. Los contemporáneos de Jesús, cuando lo señalaban se preguntaban: “ ¿No es esté el hijo del carpintero?”
San José asumió ante Dios la responsabilidad de ser el esposo y padre proveedor, y también de ser el guía y mentor ya que enseñó a Jesús su propio oficio. (Mt 13, 54-56; Lc 4, 22; Jn 6, 42) Enseñar el valor del trabajo a las nuevas generaciones no es fácil, sobre todo cuando el trabajo está rodeado de esta zona de sombras y dificultades. La Carta Patrix Corde del Papa Francisco en el No 6, resalta el trabajo en la vida de San José, y nos hace esta pregunta: ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?
En esta próxima celebración del Día del Trabajo, mostremos interés por el trabajo de otros. Conozcamos diversas realidades de los trabajadores. Investiguemos qué cambios hay en las leyes a partir de la pandemia: en los salarios, en el cuidado de la salud, etc. El Departamento de Trabajo tiene abundante información de sus páginas de internet, considerando el impacto de la pandemia la aplicación de la Ley se dirige en áreas: trabajadores agrícolas, servicios etc. Si conocemos personas en dificultades o padeciendo abuso en sus ambientes laborales, dirijamos sus dudas al No. 877-552-9832
“Imploremos a San José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!” Patrix Corde No 6.
Petra Alexander es la Directora de la Oficina de Asuntos Hispanos de la Diócesis de San Bernardino.