Por Mercedes de la Torre | ACI Prensa
El Papa Francisco instituyó el ministerio laical de catequista con la carta apostólica en forma Motu proprio “Antiquum ministerium” (antiguo ministerio) en la que también solicitó la elaboración de un itinerario de formación, la descripción de los criterios normativos para acceder al ministerio y la publicación del rito de institución de tal ministerio laical.
Este nuevo Motu proprio fue firmado por el Santo Padre en la memoria litúrgica de San Juan de Ávila y fue difundido por el Vaticano este 11 de mayo.
En la carta apostólica “Antiquum ministerium” el Papa Francisco describió cómo el ministerio de catequista en la Iglesia es muy antiguo pues “los primeros ejemplos se encuentran ya en los escritos del Nuevo Testamento” y destacó que “desde sus orígenes, la comunidad cristiana ha experimentado una amplia forma de ministerialidad que se ha concretado en el servicio de hombres y mujeres que, obedientes a la acción del Espiritu Santo, han dedicado su vida a la edificación de la Iglesia”.
“Una mirada a la vida de las primeras comunidades cristianas que se comprometieron en la difusión y el desarrollo del Evangelio, también hoy insta a la Iglesia a comprender cuáles puedan ser las nuevas expresiones con las que continúe siendo fiel a la Palabra del Señor para hacer llegar su Evangelio a toda criatura”, indicó.
En esta línea, el Papa subrayó que “toda la historia de la evangelización de estos dos milenios muestra con gran evidencia lo eficaz que ha sido la misión de los catequistas” ya que “obispos, sacerdotes y diáconos, junto con tantos consagrados, hombres y mujeres, dedicaron su vida a la enseñanza catequética a fin de que la fe fuese un apoyo válido para la existencia personal de cada ser humano”.
Además, el Santo Padre advirtió que “no se puede olvidar a los innumerables laicos y laicas que han participado directamente en la difusión del Evangelio a través de la enseñanza catequística. Hombres y mujeres animados por una gran fe y auténticos testigos de santidad que, en algunos casos, fueron además fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida”.
En este sentido, el Papa recordó que “la larga lista de beatos, santos y mártires catequistas ha marcado la misión de la Iglesia, que merece ser conocida porque constituye una fuente fecunda no solo para la catequesis, sino para toda la historia de la espiritualidad cristiana”.
Asimismo, el Santo Padre subrayó que “la misión propia del Obispo es la de ser el primer catequista en su Diócesis junto al presbiterio, con el que comparte la misma cura pastoral, y a la particular responsabilidad de los padres respecto a la formación cristiana de sus hijos” y añadió que también “es necesario reconocer la presencia de laicos y laicas que, en virtud del propio bautismo, se sienten llamados a colaborar en el servicio de la catequesis”.
Ante esto, el Papa describió que el catequista “está llamado en primer lugar a manifestar su competencia en el servicio pastoral de la transmisión de la fe, que se desarrolla en sus diversas etapas: desde el primer anuncio que introduce al kerygma, pasando por la enseñanza que hace tomar conciencia de la nueva vida en Cristo y prepara en particular a los sacramentos de la iniciación cristiana, hasta la formación permanente que permite a cada bautizado estar siempre dispuesto a dar respuesta a todo el que les pida dar razón de su esperanza”.
Al mismo tiempo, el Santo Padre destacó que el catequista también es “testigo de la fe, maestro y mistagogo, acompañante y pedagogo que enseña en nombre de la Iglesia” por lo que es necesario que se realice “con coherencia y responsabilidad mediante la oración, el estudio y la participación directa en la vida de la comunidad”.
Sobre el nuevo ministerio laical de catequesis, el Papa señaló que “da mayor énfasis al compromiso misionero propio de cada bautizado, que en todo caso debe llevarse a cabo de forma plenamente secular sin caer en ninguna expresión de clericalización”.
Por ello, el Santo Padre indicó que este ministerio “posee un fuerte valor vocacional que requiere el debido discernimiento por parte del Obispo y que se evidencia con el Rito de Institución” y agregó que se trata de “un servicio estable que se presta a la Iglesia local según las necesidades pastorales identificadas por el Ordinario del lugar, pero realizado de manera laical como lo exige la naturaleza misma del ministerio”.
“Es conveniente que al ministerio instituido de catequista sean llamados hombres y mujeres de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que reciban la debida formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis”, explicó.
De este modo, el Papa advirtió que se requiere que los catequistas “sean fieles colaboradores de los sacerdotes y los diáconos, dispuestos a ejercer el ministerio donde sea necesario, y animados por un verdadero entusiasmo apostólico”.
Finalmente, el Santo Padre pidió a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicar en breve el Rito de Institución del ministerio laical de catequista; a las Conferencias Episcopales “a hacer efectivo el ministerio de catequista, estableciendo el necesario itinerario de formación y los criterios normativos para acceder a él, encontrando las formas más coherentes para el servicio que ellos estarán llamados a realizar en conformidad con lo expresado en esta carta apostólica”.