Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

El mes pasado observamos con gran interés y con oraciones mientras cambió la póliza federal de inmigración para aquellos que están entrando a nuestro país y buscan asilo político. Nuestro presidente actual, Joe Biden, y el expresidente, Donald Trump, habían implementado el Título 42 en los últimos tres años para limitar la entrada al país basado en la amenaza de salud que presentaba el COVID-19. Ahora que la pandemia ha disminuido esta póliza está concluyendo, llevando a mucha especulación y preocupación sobre lo que va a pasar en la frontera. Tengamos en nuestras oraciones a estos hermanos y hermanas que están huyendo de situaciones impensables en sus países de origen para poder sobrevivir y tener una vida mejor para ellos y sus hijos. También oremos por aquellos en los diferentes niveles de las fuerzas del orden que intentarán manejar el flujo de seres humanos desesperados mientras también mantienen la seguridad y el orden. Es una tarea muy difícil, pero no tiene que ser así.

La póliza aprobada por la Administración de Biden para reemplazar el Título 42 parece tener algunas mejoras, pero también algunas áreas que siguen siendo preocupantes en cuanto el reconocimiento de la dignidad y los derechos humanos de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes. Más preocupante es la propuesta reciente de la “Ley para Asegurar la Frontera de 2023 (Secure the Border Act of 2023)” que eliminaría muchas protecciones humanitarias en nuestras leyes de inmigración, poniendo en grave peligro a muchos niños no acompañados y a otras poblaciones vulnerables. Exhorto a todos los Católicos y a todas las personas de buena voluntad que les pidan a sus representantes elegidos a que se opongan a la propuesta de ley-H.R.2.

En el panorama general, usando propuestas de ley y pólizas fragmentadas como estas es como tratar una fractura seria con una venda pequeña. Lo que es necesario para traer sanación es un cambio sustancial y duradero en la póliza. Mis hermanos obispos de los Estados Unidos y yo hemos pedido lo que llamamos una Reforma Migratoria Comprensiva (CIR por sus siglas en inglés). Los principios básicos de CIR que propone nuestra iglesia en los Estados Unidos son:
- Una legalización amplia (residencia permanente) de los indocumentados de todas las nacionalidades
- Reforma al sistema de inmigración familiar para permitir que los miembros de familia se reúnen con sus seres queridos en los Estados Unidos
- Reforma del sistema de inmigración para empleados para proveer caminos legales para que los migrantes vengan y trabajen de manera segura, humana y ordenada
- Abandonar la estrategia de control de crear un “bloqueo” en la frontera
- Restaurar las protecciones del proceso debido para los inmigrantes
- Abordar las causas profundas de la migración con los gobiernos de los países de origen

Estas ideas no son nuevas. Surgieron primero en “Ya no Somos Extranjeros,” la Carta Pastoral de los Obispos de los Estados Unidos y la Conferencia Episcopal de México en el 2003. En los últimos 20 años nuestra iglesia ha trabajado mucho para abogar por la CIR con nuestros líderes elegidos a nivel federal. Nuestra Diócesis, bajo el liderazgo del Obispo Barnes cuando él fue el presidente del Comité de Migración y Servicios para los Refugiados de los Obispos de los Estados Unidos, participó de gran manera en este trabajo. “Ya no Somos Extranjeros” y otras declaraciones eclesiales posteriores dejan claro que no estamos abogando por fronteras abiertas y que respetamos el derecho de cada nación soberana de asegurar sus fronteras. La realidad es que si se promulga una reforma migratoria comprensiva la aplicación de la ley en la frontera se volverá más fácil y efectiva.

Por nuestra cercanía a la frontera del sur, nuestra Diócesis ha tenido y continúa teniendo la experiencia de las realidades humanas de la crisis migratoria. Por medio del ministerio “Operación Bienvenida” hemos recibido miles de personas que buscan asilo en los Estados Unidos, y hemos trabajado con entidades como el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos y la patrulla fronteriza de California para alinear nuestro trabajo donde más se necesita. Sabemos que el sistema está roto y necesita reforma. Seguimos abogando apasionadamente para la reforma comprensiva porque sabemos que hay vidas que literalmente penden de un hilo. Para nosotros, esto no se trata de cuotas, o peticiones o proyectos de ley; se trata de seres humanos que están creados a imagen y semejanza de Dios, igual que tú y yo.

Así es que mientras vemos este esfuerzo fragmentado de reparar nuestro sistema migratorio, levantemos nuestras voces una vez más para apoyar una solución más amplia y duradera-una reforma migratoria comprensiva. Solo entonces podrá comenzar la sanación verdadera.

En el Amor de Cristo,

Reverendísimo Alberto Rojas