Por Freddie Olmos

 “Dios misericordioso, lléname con tu gracia para estar abierto a tu presencia en cada fibra de mi ser, cada minuto de mi día, y en cada persona que conozca.”

 La Llamada. Dos días antes de mi cumpleaños, tuve  la oportunidad de donar medula ósea para salvarle la vida a alguien con cáncer de la sangre. La llamada fue inesperada. Me había registrado para ser donante hace años y actualmente estaba pasando por un tiempo muy difícil en mi vida. Rezaba por esperanza, el aprecio de la vida, y familia. Al decir: “si”, le daría parte de mí a un desconocido, a otro ser humano en este planeta luchando por su vida. Yo era la persona compatible para un trasplante de medula ósea. 

 Pensándolo de nuevo creo que fue la respuesta a las oraciones de ambos. El regalo dentro de mí era para ella, y qué mayor regalo al recibir la llamada en mi cumpleaños para salvar una vida. Encontré en esta experiencia el aprecio de la vida y la esperanza de un mañana.

 Todo comenzó hace 20 años cuando me registré para ser donante, inspirado por un niño lleno de energía con unas de las más inolvidables sonrisas. Mi primo, que se unió a los ángeles del cielo después de su propia batalla con el cáncer. Me di cuenta que en Su tiempo, no el mío, Dios me llamó para ser un instrumento de sanación. 

 Las semanas después de la llamada estuvieron llenas de una multitud de preguntas, laboratorios, y anticipación. ¿Cómo funciona la donación de médula ósea? ¿Por qué ahora después de tanto tiempo? ¿Quién es la persona que recibirá mi donación? Las respuestas a mis preguntas me las dio mi coordinadora de “Sé El Donante” (Be The Match®) a quien le debo eternas gracias. Ella y el personal de Be The Match® y los doctores y enfermeras de los hospitales fueron mis ángeles; los que me cuidaron, no solamente como un donante, sino como su paciente. Fueron parte de mi jornada de donación y partes esenciales de un camino a la cura.

 El Día de la Donación. Me desperté tranquilo listo para el día, confiando que el camino en el que Dios me puso me llevó a ese hospital y todo estaría bien. Hay dos métodos de donación: células progenitoras de sangre periférica (Peripheral Blood Stem Cells, PBSC) y médula ósea. Yo doné células madre (PBSC) que mi cuerpo produjo durante cinco días. (*) Las células madre se producen dentro de la médula ósea y el procedimiento PBSC es otra forma de donar en vez de la donación directa de médula. Las células madre son células formadoras de sangre que se usan para curar cánceres como la leucemia y linfoma. 

 El procedimiento duró unas cuantas horas y mientras estaba acostado en la cama contemplando y observando lo que estaba pasando se me hizo increíble al mirar que las primeras gotas de células madre caían en la bolsa. El saber que esas células serian trasplantadas a la paciente para darle vida creó en mí una conexión física con ella. Y poder sostener la bolsa llena de las células madre después de la donación y permitirme profundizar ese momento, me llenó de emociones que no estaba preparado a sentir. Una abrumadora sensación de gratitud, gozo y liberación vinieron sobre mí al entregarle la bolsa a la enfermera antes de su viaje hacia la persona  destinada a recibirlas. Ese momento fue un regalo de  Dios, un instante donde sentí que todo lo que había vivido, orado y realizado, fue una gracia.

 Recibí noticias del trasplante el próximo día. El trasplante fue exitoso, yo como donante y ella como paciente pasamos a una alineación como Dios quiso que fuera. Mis células madre ahora eran de ella y se empezarían a multiplicar y crear sangre nueva y sana. Sé que el trasplante funcionó y que ella y yo estamos bien. En su divina gloria Dios me confió con algo tan sagrado, algo más allá de las palabras, más allá de mi propia existencia.

 El Barco. Unas semanas despues de la donación, tuve la oportunidad de abordar a un barco y conocer a otros donantes, personal y voluntarios de Be The Match®, y escuchar el testimonio de alguien que recibió un trasplante de médula ósea. Me ayudó a entender todo por lo que estaba pasando y sintiendo porque los otros donantes estaban pasando por lo mismo. Descubrí una comunidad a la cual ahora pertenezco, todos conectados uno al otro y a la gente a quienes donamos. Recientemente experimenté manejar mi propio barco, mi propia vida, y ahora la persona a quien doné, puede hacer lo mismo e ir a donde quiera ir y disfrutar cada minuto de la vida que ha recibido.

 Una Vida Continuada. Compartir mi historia me ha ayudado a comprender la grandeza de lo ocurrido y me di cuenta de que no se ha acabado. Ser un donador será para siempre una parte de mi vida y los que me rodean. Espero, algún día conocer a la paciente, espero que podré ver su rostro y en sus ojos ver el milagro de la vida, la chispa y el brillo que nace de la oportunidad de vivir otra vez.

 Estoy conmovido, asombrado, y agradecido por lo que Dios me confió. Seguiré escuchando su susurro del buen camino y compartiendo que fui llamado, y que todos estamos llamados, para vivir una vida de misericordia.

 Todo esto, no lo podría haber hecho sin el apoyo de familiares y amigos y sobre todo mi hija Isabella que estuvo pegadita de mí a lo largo de todo este proceso. Incluso, mientras escribo esto, ella está sentada en la mesa conmigo dibujando y haciéndome reír, compartiendo mi historia, que es también suya. Ella diría que su papá donó células madre para que alguien se sintiera mejor y que ahora hay otro miembro de su familia que espera conocer algún día. Rezo por la señora que recibió el trasplante como uno de mi familia. Por salud, fuerza, y amor, que disfrute cada día de una vida renovada. 

 (*) La Iglesia se opone a que las células madre se obtengan de embriones. Pero la Iglesia está de acuerdo en la donación de células madre por parte de adultos con fines de salvar la vida de otros. 

- Freddie Olmos pertenece a la parroquia El Santo Nombre de Jesús en Redlands.