La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es un camino directo, sin rodeos, que nos conecta con la misericordia de Dios. Es una madre buena. Es una madre que mira a quien acude a ella, por eso nos gozamos en decirle: “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”. Particularmente después de los tristes acontecimientos de Diciembre 03, muchos católicos de nuestra Diócesis han venido a buscar su maternal protección.

 

 Por unos días, inesperadamente, nos vimos en el foco de noticieros nacionales e internacionales. Conscientes de ser una ciudad en depresión económica, estos tristes acontecimientos pusieron nuestros escenarios en primer plano. Nosotros, residentes de un condado caracterizado por la violencia cotidiana, nos vimos sacudidos por estas vidas inocentes, que nos devolvieron esa certeza de lo frágil que es toda seguridad mientras vivimos. Todos experimentamos que el Cuerpo de Cristo estaba lastimado y que restituir la confianza y la paz sociales, será una tarea larga.

 En cada una de nuestras parroquias, se ha levantado este 12 de Diciembre la petición a Nuestra Señora por la pacificación. Esta fiesta nos ha hecho salir de ese estado de caos. Las comunidades ofrendan en este día múltiples cosas: el canto, la música, las rosas, la danza, la comida, la plegaria y la alabanza. De la mano de Nuestra Señora comenzamos este Año de gracia y perdón. Ponernos a los pies de nuestra Madre ayuda a recuperar la confianza necesaria para retomar nuestras tareas. Cuantos nos acercamos de nuevo a la Historia de las Apariciones, guardamos con nosotros esas frases tan necesarias en situaciones difíciles como la que estamos atravesando: “No temas, Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”

Petra Alexander es la Directora de la Oficina de Asuntos Hispanos de la Diócesis de San Bernardino.