Por Petra Alexander


 Una multitud de creyentes se reunió junto a la procesión de imágenes y símbolos que nos indicaban el fin de una época y el nuevo templo, nos esperaba. Nuestros obispos abrieron la entrada con las oraciones y un espacio en penumbras que nos recibió para la primera parte de la bendición.

 

   Nuestro Obispo Gerardo Barnes animó a todo el pueblo de Coachella a expresar una sincera gratitud a Dios, que en el marco de la espera de la venida del Señor permite a su pueblo ver cumplida una esperanza. Justo en estos días que la Iglesia nos invita a mantener la expectación de María y José por el Niño que viene, nosotros entramos les ofrecemos esta nueva casa, para que se queden con nosotros a mostrar su cariño y cuidado.

   La dedicación de una Iglesia es encontrar un espacio sagrado con la certeza de que Dios se queda en medio de nosotros, de que allí vamos a encontrar su presencia.

   Una Iglesia se bendice en diferentes partes, porque será el lugar de la oración, de escuchar la Palabra, de recibir la presencia de Cristo en su altar. Cristo está de tantos modos presente ya para nosotros. Nos corresponde ahora a nosotros a salir y dar testimonio de ese amor que siempre espera. El Obispo pidió a todos los parroquianos de Nuestra Señora de la Soledad a ser misioneros de verdad, a mantener este templo lleno de católicos fervientes.

   El Obispo Barnes animó a la gran asamblea reunida a no hacer decidia, porque nuestra fe es dinámica, así como José y María se pusieron en movimiento, nosotros también debemos continuar nuestro trabajo misionero y traer todos los corazones del Valle a la Casa del Señor. 

 En la ceremonia estuvieron representados diversos ministerios de la parroquia, vistiendo el altar, encendiendo los cirios, sirviendo en todo y el tiempo no se sintió porque las voces del Coro de Niños nos recordaron otra vez que el momento que vivíamos era único. Se agradeció a todas las autoridades cívicas que acompañaron, al arquitecto y todos los que fueron parte de la construcción, a donadores especiales, al pueblo que logró esta meta y sobre todo, al Padre Guy Wilson, párroco y líder que llevó hasta el feliz término este gran proyecto.

   La Eucaristía terminó con la alegría de ver presentes a los Padres de la Comunidad de la Santa Cruz, iniciadores de la parroquia, que con su siembra misionera plantaron buenas semillas, y con la presencia de los Siervos de la Santísima Trinidad, la actual congregación que continúa atendiendo pastoralmente.

   A todos nos embargó la emoción de ver lograda una etapa de madurez, que también tiene sabor de despedida, al sentir próximo el retiro de nuestro Obispo y del Padre Wilson que asume responsabilidades mayores en su congregación. Dejando el Santísimo Sacramento en el sagrario, una nueva lámpara arde en Nuestra Señora de la Soledad, mientras terminamos Bendito sea Dios, también nuestros corazones ardieron y se sintieron desafiados a renovar la esperanza.


Petra Alexander es la Directora de la Oficina de Asuntos Hispanos de la Diócesis de San Bernardino.