Por Obispo Alberto Rojas

Queridos amigos, paz y bienestar para todos; espero se encuentren bien. Como tal vez recordarán, hace unos cinco años el Papa Francisco escribió una encíclica titulada “Laudato Si” (Alabado Seas -palabras tomadas del Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís). En este documento, el Papa escribe sobre las preocupaciones del cuidado de la tierra, y nos reta a toda la humanidad a ser más responsables en el cuidado de nuestro planeta, nuestra casa común, para beneficio y bienestar de todos. 

Es realmente una llamada urgente a la conversión a fin de que abramos nuestros corazones y nuestras mentes para valorar lo que tenemos y cuidarnos unos a otros, y así poder cuidar nuestro planeta tierra con todo cuanto fue creado y para el fin con el que fue creado. Si no han leído este documento, ¡les recomiendo mucho que lo lean pronto; lo encuentran en línea!

En serio, ¿Que tan común es nuestra Casa Común? Como individuos y como sociedad, debemos de ser muy conscientes de cómo estamos tratando a nuestra tierra, nuestra Casa Común, porque eso refleja cuanto nos importan los demás y el bienestar de los hijos de nuestros hijos.

La revolución digital nos ha introducido a la robótica, la nanociencia y la tecnología que puede ser usada para manipular y alterar cualquier sistema viviente, y aunque hay beneficios de estos descubrimientos, también hay malas consecuencias. La nanociencia trabaja con cosas o partículas extremadamente pequeñas que pueden ser usadas en muchos otros campos de la ciencia en general.

Es verdad que en el libro del Génesis, Dios le dio a los seres humanos el dominio sobre la tierra, pero muchas veces hemos malinterpretado este pasaje para abusar y sobre explotar la naturaleza con poca o ninguna consideración de las consecuencias; y ese no es el entendimiento correcto de la Biblia. Necesitamos entenderlo dentro de su contexto, reconociendo que tenemos que “cavar y mantener” el hermoso jardín del mundo. Cavar significa cultivar y remover, mientras que mantener se refiere a cuidar y proteger, preservando sin destruir.

Esto quiere decir que tenemos una conexión y una relación muy cercanas con los seres humanos y con la naturaleza. Todos tenemos derecho de tomar lo que necesitamos de la bondad de la tierra para nuestra subsistencia, pero al mismo tiempo, tenemos el deber de proteger a nuestra madre tierra, compartir su abundancia y asegurar sus frutos también para las generaciones venideras.

Con los avances de la ciencia y la tecnología tenemos los medios necesarios para cuidar y mejorar la vida humana, si queremos. La mente humana ha creado todo tipo de herramientas que usamos en nuestras casas, así como también increíbles puentes y edificios monumentales; sistemas grandiosos de transportación para movernos más rápido, y tener acceso a tecnologías nuevas para ayudarnos a mejorar el arte y la música. El arte y la música, por ejemplo, pueden ser un vehículo poderoso de comunicación para ayudarnos a vivir la vida con gozo y armonía, pero muchas veces se usa para maldecir, ofender y destruirnos a nosotros mismos.

Todos fuimos creados iguales a la imagen y semejanza de Dios con la necesaria inteligencia, la voluntad y la capacidad de relacionarnos con los demás a través del diálogo, y así poder evitar guerras, abortos, hambre, miseria, racismo, envidia y avaricia, agresión social y violencia, drogas y tráfico humano.

A veces pareciera que entre más habilidades tenemos nos hacemos más poderosos. Pero ¿cómo usamos ese poder? Hay una tendencia a creer que con el incremento de poder significa que hemos progresado, pero cuando vemos tanto desorden en el mundo nos damos cuenta que no sabemos usar ese poder con responsabilidad sino egoístamente. Me llena de tristeza ver como a veces algunas personas tiran las botellas de plástico y basura desde la ventanilla de su carro en la autopista.

Nuestro enfoque, muchas veces, ha sido en nosotros mismos y en nuestras necesidades inmediatas y no pensamos en el resto de la raza humana y el planeta, nuestra Casa Común. Como que creemos que somos personas libres porque nos damos la libertad de consumir y desechar a nuestro antojo. Pero nuestra libertad se desvanece cuando nos convencemos de que siempre estamos necesitando más y más.

Muchas veces los medios sociales se refieren a nosotros como consumidores y no como seres humanos. La influencia de las redes sociales y la tecnología digital, al mismo tiempo que nos hacen la vida más fácil y nos ayudan a obtener resultados más rápidos, también nos han expuesto a una sobrecarga de información innecesaria, degradante y muy dañina. Nos hemos convertido en personas que requieren gratificación al instante.

Como que nos han hipnotizado para pensar que “tener más y más rápido” es mejor. Nuestros niños se deprimen cuando no están atrapados en su mundo digital, y muchos cuando salen al campo no saben apreciar el olor de las flores, la belleza de los árboles, los pájaros, la hermosura y majestad de las montañas, o la maravilla de los atardeceres. No saben reflexionar para contemplar la grandeza de la naturaleza que nos rodea. Pero nunca es tarde para aprender a vivir, con propósito y amor generoso.

El Papa Francisco nos invita a detenernos para reflexionar y reevaluar nuestras maneras de vivir, porque todos estamos relacionados. La vida está cambiando constantemente, y aunque no lo notemos o no queramos aceptarlo, al final, todos somos afectados. Las decisiones que hacemos hoy tienen un efecto en toda la humanidad. Todo lo creado tiene una razón para existir; cada persona, cada animal, cada planta tiene valor; cada molécula de aire es necesaria para nuestra sobrevivencia.

Todos tenemos el derecho a una vida digna y a ser felices. Cuando aprendemos a honrar, respetar y compartir la hermosura del mundo que nos rodea y todo lo que contiene, tendremos paz y bienestar; este fue y sigue siendo el sueño de nuestro Señor Jesucristo para toda la humanidad.     

Me alegra decir que nuestra Diócesis ha abrazado el llamado del Santo Padre a la corresponsabilidad ambiental en Laudato Si. Nuestro Comité de Laudato Si ha organizado cuatro Días de Cuidado para la Creación que han ayudado a los estudiantes y a las familias reflexionar sobre la belleza natural de nuestra Diócesis y al mismo tiempo aprender como practicar la conservación. El Comité también fue una fuerza impulsora en la decisión de los Obispos de California de emitir una declaración en el 2019 “Dios nos llama a Cuidar Nuestra Casa Común,” que define algunos compromisos específicos de la Iglesia para mejorar el bienestar ecológico de nuestro Estado.

Como Obispo de la Diócesis de San Bernardino, quiero declarar que el fuerte compromiso que hemos demostrado para vivir el llamado de Laudato Si desde que fue lanzado en 2015 continuará bajo mi liderazgo. Hay muchos proyectos emocionantes sucediendo en nuestras instalaciones parroquiales y diocesanas en las áreas de conservación y energía alternativa. ¡Estamos respondiendo a la llamada!

Ahora los invito a orar con el Papa Francisco: “Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie. Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen ante tus ojos. Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción.

“Toca los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra. Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias porque estás con nosotros todos los días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.” ¡Amén! Muchas gracias por tomarse el tiempo para leer esta reflexión.

¡Paz y bendiciones!