Mientras hablaba de su experiencia de racismo a través de décadas, y el clima actual en la nación frente la muerte de George Floyd a manos de funcionarios policiales, la voz del Diácono Don Norris, el único diácono Afroamericano de la Diócesis, empezó a hacerse más fuerte.

“No sabemos lo que va a pasar ni cuando vaya a pasar,” dijo él. “Sólo pedimos igualdad, justicia y esperanza. Le pedimos a nuestra Iglesia que concentre sus esfuerzos a nivel local y que sea proactiva en denunciar el pecado del racismo.”

La Diócesis hizo una denuncia pública del racismo con una Caminata por La Paz el 20 de junio, un día después de la observancia anual de “Juneteenth” el cual marca el día en que los esclavos en Texas recibieron la noticia de su liberación. Más de 75 personas salieron a las calles de San Bernardino, rezando El Rosario y cargando carteles mientras caminaban del Centro Pastoral Diocesano por la avenida Highland hacia el parque Perris Hill. La caminata fue organizada por el Ministerio Diocesano a Católicos de Descendencia Africana.

“Quiero ser visible y mostrar mi apoyo que nosotros como Católicos luchamos contra el racismo, que defendemos a los marginalizados,” dijo Amy Christensen, quien viajó desde 29 Palmas para participar en la Caminata.

Varios otros laicos Católicos vinieron a apoyar el evento. También se unieron cinco sacerdotes, tres diáconos y dos hermanas religiosas. El seminarista diocesano Michael Ezeoke guió el grupo en rezar El Rosario. Cuando el grupo llegó al parque Perris Hill, el Padre Manny Cardoza compartió una reflexión profunda. Compartió que el curso del racismo sólo puede ser cambiado si cada persona está dispuesta a reconocer su papel en el- a través de sus acciones, falta de acción o suposiciones culturales.

“Tenemos que mirarnos a nosotros mismos y ser honestos y decir, “Yo soy parte del problema,” dice el Padre Cardoza, quien es el Párroco de Nuestra Señora de la Esperanza en San Bernardino. “Tenemos que preguntarnos, ¿dónde está el racismo en mi propia cultura que no he reconocido y por el cual no he pedido perdón?”

Philomina Nwarueze, una feligresa de la Parroquia del Sagrado Corazón en Rancho Cucamonga, vino a los Estados Unidos de África hace 35 años. Habló brevemente en la Caminata por La Paz. Aunque ella no nació en Estados Unidos, ella ha llegado a reconocer y experimentar el tipo de racismo que se comete contra los Afroamericanos.

“Yo soy uno de ellos. Compartimos la misma sangre,” dijo Nwarueze. “Por lo tanto, decidí salir hoy y luchar por mis hijos y luchar por mis nietos. Yo quiero que ellos se sientan libres en esta tierra.”

Algunos carteles y palabras de reflexión en la caminata caracterizaron la lucha Católica contra el racismo como un asunto Pro Vida. Tanto el Diácono Norris y el Padre Cardoza afirmaron esta idea, diciendo que cada vez que la dignidad de cualquier ser humano es amenazada, se convierte en un asunto de “Vida” para la Iglesia.

“No puedes ser un seguidor de Cristo si vas a escoger cuales de sus enseñanzas te gustan más,” dijo el Diácono Norris.

Sam Kolendowicz, Directora de Ministerios Pro Vida en Nuestra Señora de la Esperanza, quien es Europea-Americana, se unió a la Caminata por La Paz.

“Estoy aquí para orar para un final a esto [el racismo],” dijo ella. “Me duele que puedo contar el número de personas blancas aquí con una mano.”

Ezeoke, quién es Africano, dice que le ha preocupado ver que algunos de los grupos Católicos que han apoyado el Programa del Seminario y sus eventos se han mantenido callados con respecto al asunto del racismo. Para aquellos que niegan el problema, Ezeoke les ofrece un sencillo consejo.

“Si conoces a una persona negra pregúntale cómo es ser una persona negra en América-entonces sabrás.”