Por el Diácono Carlos Morales 

 El año de misericordia, nos invita a meditar un poco más lo que es nuestra vida cristiana. Es un año para reflexionar que tanto nos preocupamos por nuestros hermanos y sus necesidades. Es un tiempo de preguntarnos, ¿somos en realidad de los cristianos que solo nos interesan nuestros asuntos personales, y que los demás arreglen los de ellos? Un ejemplo es el de nuestros hermanos que por una razón u otra están privados de su libertad. A nosotros no nos debe importar cuál es la razón o el motivo por lo que ellos o ellas están en las cárceles, lo que nos debe importar es rezar para que ellos cambien su vida y logren encontrar a Dios y que Dios se quede en sus corazones. Pero eso no es suficiente, hay un dicho hispano que dice: A Dios rezando y con el mazo dando;

ese dicho nos quiere decir que no nos quedemos solamente en el puro rezo, lo que Dios quiere es que nosotros actuemos, o sea que hagamos un esfuerzo por visitar a los encarcelados y tener la oportunidad de escucharlos. No lleguemos diciéndoles que Dios los ama y que nosotros sabemos lo que ellos necesitan para enderezar su vida, al contrario, tenemos que llegar con humildad y con la disposición de escuchar a esos hermanos, que en muchas circunstancias no conocen a Dios y en otras están enojados con él, porque lo culpan de su errores en su vida. Tenemos que darles la oportunidad de que ellos hablen, que saquen eso que guardan en su corazón, para que poco a poco ellos puedan encontrarse y llegar a entender que no es Dios el culpable de que ellos estén en ese lugar, sino una consecuencia de que llevan una vida equivocada.

 Dios quiere que nosotros salgamos de la comodidad en la que estamos. Quiere que lleguemos a visitar a estos hermanos necesitados y en su momento oportuno, cuando nosotros estemos seguros que ellos quieren saber de Él, es cuando nosotros podemos hablar del amor de Dios. Todo el tiempo debemos de tener un corazón lleno de amor para con nuestros hermanos, pero en particular en este año que el papa Francisco nos pide tener compasión con nuestros hermanos. Nos pide que mostremos que nuestro Señor vive en nosotros y que nosotros en realidad salgamos a demostrar que vive en nosotros. Que nuestro amor por él no sea solo de la boca para afuera, sino tomemos como ejemplo a la Beata Teresa de Calcuta, que sin ser el año de la misericordia, demostró el amor y la compasión para todos nuestros hermanos, y nunca le importo si eran cristianos o no. Ella solo miraba que eran hijos de Dios y que necesitaban de la misericordia y la compasión de Dios que ella compartía. Algo similar nos decía nuestro Obispo, que debemos servir a todos nuestros hermanos sin importar en lo que ellos creen; nuestro Señor Jesucristo llevo el evangelio a todos sin importar si ellos creían en Él o en su Padre. Vamos pues cambiando nuestra forma de ser y nuestro corazón para servir a Dios con nuestros hermanos en Cristo.  

El Diácono Carlos Morales sirve en la Parroquia de Santa Maria en Fontana.