Por Petra Alexander

La familia es una de las más hermosas manifestaciones de Dios, es la base de la armonía de cualquier comunidad. Cuando un grupo humano, organizaciones de bienes o de servicios, sueña con una meta de plenitud o de identidad, afirma: “Somos una Familia”. La familia en el plan de Dios no es una utopía, sino una realidad que se construye con su gracia. En el corazón de la familia se experimentan dones preciosos como el respeto, el valor de cada persona, el amor y la confianza. 

 

Pero también la familia es sacudida por el pecado y es el blanco de numerosos peligros. Cuando en la familia fracasan los principios y valores de su llamado, necesitamos la fuerza restauradora del Espíritu de Dios. En el ambiente actual se percibe pesimismo y dudas sobre el valor de la familia y su misión de desarrollar el amor, porque se le ve sucumbir su unidad y su armonía bajo sentimientos transitorios. Muchos sufrimientos que padecen los seres humanos provienen de las fisuras o fracasos de sus familias. Si fracasan las familias, se multiplica el dolor, la desorientación y resentimiento en las siguientes generaciones. Por eso en énfasis que la Iglesia hace constantemente en sostener el crecimiento espiritual en las familias. 

Todo este año, continuamos reflexionando que Dios le dio a su hijo una familia humana. En ella creció y aprendió a ganar el sustento. Esa familia de Nazaret forjó su personalidad, sus valores y lo preparó para la vida. Las catequesis de la familia nos invitan a reunimos como familia cristiana a renovar las fuerzas: escuchar, mirar, acogernos, ayudarnos, consolarnos y agradecernos, como sola una familia lo sabe hacer. Celebrar la Pascua nos anima para aprender de la entrega de Cristo, que necesitamos romper nuestro egoísmo, como granos de trigo o uvas, y poner cuanto somos y tenemos en servicio generoso, unos para con los otros. En esta Pascua, como discípulos de la Familia de Nazaret, renovemos el ánimo para sostener todo lo bueno y positivo que podamos hacer por cada uno de nuestras familias mientras nos sea dado.