En mi homilía en la Misa diocesana por el 25 aniversario de la ordenación episcopal del Obispo Gerald R. Barnes, expresé cómo lo he visto ejercer su ministerio, tratando de ser fiel al llamado de Dios y al lema que él escogió para su escudo de armas , “Amar es entregarse”.



 Como su obispo auxiliar durante más de diez años, he conocido al obispo Barnes de una manera muy cercana. Lo he visto ejerciendo su ministerio episcopal sirviendo a todos los fieles de la Diócesis y a todos los miembros de la sociedad. El lavabo y la toalla en su escudo de armas expresan bastante bien su vida.  El obispo Barnes siempre mira más allá de lo que se ha logrado. El conformismo no es uno de sus pecados ni en relación a sí mismo ni en relación a los demás. Recuerdo oírle después de un evento que a mí me pareció bien atendido y en mi opinión, exitoso, señalar que extrañaba a algunas personas que esperaba que estuvieran presentes.

 Su deseo de rendir cuentas en la Iglesia a todos los niveles y por todas las personas, sean sacerdotes, diáconos o líderes parroquiales es algo que he visto de primera mano. Este principio de rendición de cuentas lo ha aplicado a todas las áreas ministeriales de la Iglesia y en cada líder, ya sea ordenado o laico.  Una cosa que se ha notado y reconocido es su deseo y su apoyo efectivo para la formación continua de todos los ministros de la Iglesia, desde el personal de la parroquia hasta los sacerdotes y diáconos. Cabe mencionar su constante estímulo y apoyo al Instituto de Formación del Ministerio para la Formación de Líderes Laicos y también para la formación de los diáconos y sus esposas.

 Mons. Barnes ha estado siempre abierto a nuevas ideas, nuevos enfoques y nuevos métodos de evangelización, formación en la fe y servicio al pueblo. Practica los valores fundamentales de la Diócesis en su vida personal y en su ministerio episcopal.

 He sido testigo del compromiso del obispo Barnes con la consulta y el diálogo.

 Personalmente he experimentado su disposición a compartir su ministerio episcopal conmigo de muchas maneras, puedo mencionar: las visitas episcopales, la supervisión de algunas oficinas y departamentos diocesanos, compartí su ministerio como vicario episcopal para el área metropolitana de Riverside, trabajé con un equipo para preparar y presentar el programa “Construyendo Competencias Interculturales para Ministros” (BICM), participé con él en muchos eventos parroquiales y diocesanos especiales, además de las Confirmaciones y formé parte de diversos órganos consultivos diocesanos.

 En mi relación personal con el obispo Barnes, puedo decir que él me ha aceptado como hermano en el episcopado y como amigo. Me ha animado siempre a dar lo mejor de mí mismo en las tareas encomendadas y en el servicio a las personas a quienes estamos llamados a servir. Creo que ha valorado mis sugerencias y también cuando pidió mi consejo. Por esto y por todo el apoyo que recibí de él, estoy muy agradecido.

 El Obispo Barnes ha pedido a todos los ministros de la Iglesia diocesana que demos lo mejor de nosotros al servicio de pueblo de Dios, para usar las palabras de la Visión Diocesana “para que la vida de las personas se llene de esperanza”.

 

 

Por el Obispo Auxiliar Emérito Rutilio del Riego